Un mundo frágil Fake_Links: Parte 6

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El nuevo profesor de física de la preparatoria a la que asistía cierto chico de cabellos puntiagudos era más que popular con las alumnas. Y no era para menos, el maldito parecía todo un adonis: su cabello, negro y quebrado hasta los hombros, caía sensualmente y se aferraba a su piel gracias a una delgada capa de sudor nada desagradable que perlaba su piel ligeramente tostada; sus ojos, por otra parte, eran de un verde oliva que penetraban en el alma sólo con una mirada; por último, su espalda era gruesa y sus brazos anchos pero no demasiado. Podríamos seguir describiendo a ese galán toda la tarde, pero sólo lograríamos sentirnos mal (como hombres) o antojarnos (pa' quien guste 7u7).

Sí, era hermoso y todo, pero tenía un vicio más bien desagradable aunque bastante común.

—Este mechero ya no sirve... —giraba la piedra de su encendedor, pero no lograba que prendiera ni una diminuta flama—. ¿Qué se supone que haga ahora?

Con el cigarrillo en la mano, buscó con la vista hacia todos lados. Estaba en el área de fumadores, así que ningún alumno se veía a la vista, pero era estúpido creer que alguno de esos chicos traería consigo alguno, ¿no?, por lo menos durante las clases. Sin embargo, considerando el lugar que era, alguno de los chicos podría echarle una mano con sus poderes. Aunque el que llegó no era ningún alumno.

—Oh, Ruperco-kun, qué bueno verte por aquí —sacó su propio cigarrillo y lo encendió fácilmente con un encendedor con tapa que parecía caro—. Veo que necesitas ayuda.

—¡Takahata-san, qué oportuno!

Takahata T. Takamichi era también un profesor en Mahora. Se veía mucho más viejo que Ruperco, pero lo cierto es que apenas y le llevaba unos años; su cabello gris, sus lentes a media nariz y su barba ligeramente descuidada podrían ser la causa de ello. A diferencia del profesor sensual, Takamichi tenía un encanto más adulto y serio, después de todo él siempre llevaba un traje impecable, mientras que el hombre de los ojos color aceituna descuidaba todo lo de abajo al creer que llevar una bata sobrepuesta bastaría.

Takamichi prendió el fuego y nuestro maestro novato encendió su propio taquito de cáncer de pulmón. Ambos soltaron una bocanada de humo al mismo tiempo.

—¡No puedo empezar a dar clases sin uno de estos! —Golpeó suavemente el hombro de Takahata—. ¿No te pasa lo mismo?

Takamichi no respondió de inmediato, permaneció viendo el humo que soltaba la punta del cigarrillo.

—Bueno... —mostró una sonrisa amarga—. A veces relaja, a veces sólo te recuerda la razón por la que empezaste a fumar...

—...

¿Cómo se suponía que debía contestar a eso? Él empezó a fumar porque tuvo algunos amigos que eran una mala influencia durante la preparatoria, pero nada malo había salido de ahí, así que... ¿De verdad tenía que responder a eso?

—Takahata-san... Tú... ¿Antes enseñanzas en el Instituto Principal, no? —Intentaba cambiar el tema—. Si ahora estás aquí, ¿puede que también sea por esos chicos?

—Sí, le prometí a Nagi-san que los cuidaría...

Sí, parecía que una y otra cosa no tenían mucho que ver, pero cuidar de los niños Springfield y empezar a fumar tenían más o menos el mismo origen: Nagi y Kagura.

—No puedo imaginar cómo se sintió saber que el grupo al que pertenencias se convirtió en... ya sabes.

Takahata golpeó un poco la colilla de su cigarro. La ceniza cayó al suelo sin piedad. Lo bueno es que era un espacio al aire libre, de lo contrario habría problemas.

Ala rubra... —le dio otro jalón al cigarrillo—. Sí, yo tampoco.

De héroes en la Antigua Guerra de Mundus Magicus a terroristas buscados por los dos mundos. Era irónico que realmente sucediera eso de morir lo suficientemente pronto para ser recordado como un héroe o vivir suficiente para convertirte en villano.

—¿Sabes, Takahata-san? He estado pensando sobre ellos y...

El sonido de un bastón llegó a sus oídos desde atrás. No necesitaba darse la vuelta para saber quién era.

—¿Pensar sobre quiénes? ¡Eh!

Al final si tuvo que girar sobre sus dos pies.

—Director Accelerator, qué gusto verlo por acá...

El sudor recorría toda la espalda de Ruperco. No era un sudor natural, para nada, era uno de puro nerviosismo, siempre fue malo tratando con ese albino malhumorado.

—Ahórrate la basura, tu cara no dice lo mismo —su expresión era horrenda, parecía que había olido Surströmming—. Las malas lenguas dicen que te viste con un grupo bastante famoso durante el congreso al que pediste asistir en Suiza, ¿tienes alguna idea de quiénes podrían ser?

El rostro de Ruperco tembló ligeramente al escuchar esas palabras; aunque, claro, al final pudo sonreír como si nada.

—Parece que no soy el único que debe dejarse de basuras, Director.

Accelerator chasqueó la lengua y llevó su mano al electrodo a un lado de su cuello. Con un sonido de "beep", su cuerpo pareció recuperar fuerza y el bastón se replegó en la coraza que estaba unida a su muñeca.

—Ala rubra, ¿qué hacías con ellos, engendro?

Takamichi reaccionó de inmediato al nombre de aquella organización. Su mirada confundida viajó rápidamente de Accelerator hasta Ruperco, pero lo que encontró fue una cara de póker perfecta.

—Eso... —suspiró—. ¿Está bromeando, Director?

—¡No te hagas el gracioso, imbécil!

Un segundo suspiro. Ruperco apagó su cigarrillo y sacó su teléfono celular. Entonces, con la cara completamente roja, enseñó su galería al albino.

—Pensé que hablaba de esto... —no podía ni verlo a los ojos—. Sé que gastar el presupuesto para esto está mal, ¡pero no pude contenerme, la tentación fue demasiada!

Se tiró al suelo y, en dogeza, gritó unas disculpas en una extraña mezcla de japonés e italiano.

¿De qué eran las fotos? Sencillo: él haciendo una y mil cosas con mujeres hermosas vestidas de conejitas. Al parecer, por "grupo bastante famoso" había entendido algo completamente diferente.

Accelerator grabó las imágenes del celular de ese lamentable profesor en su memoria. Haciendo recuento de todo lo que parecía haber hecho y la luz que entraba por las ventanas, que se hubiera reunido con Ala Rubra parecía imposible. Entonces...

«¿Qué rayos vieron esas dos?».

To aru Majutsu no Kodomo Kyoushi: Imaginary TomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora