Uniendo corazones Dragon's_Seed: Parte 18

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 Un enorme mandala mágico apareció sobre ellos. Negi y Asuna subieron la guardia de inmediato al notar que podría tratarse del Mago del comienzo.

—¡Asuna-san!

—Sí.

Pero Armando suspiró de exasperación.

—Así que incluso ustedes están de vuelta... ¿Para qué vienen si van a llegar tan tarde?

Acompañado del mandala mágico, una especie de estática brilló sobre el círculo mágico. Tres humanos, tres cosas que parecían dioses, algunas chicas con ropas lindas pero estrafalarias y... una «vieja amiga» aparecieron de la aparente nada.

—¡Miren, es Dai! ¡Patoooo!

—¡Su brazo está por caer! ¡Rápido, Sayaka-chan!

—¡Espera, espera! ¡Lo veas como lo veas, la señorita de cabello dorado lo necesita más pronto que él!

Una muchacha de cabello rosa y otra de cabello negro, ambas arqueras, «estiraron las cuerdas de sus arcos» y apuntaron a Helen y Armando respectivamente.

—Qué gusto verte tan sana, Homura...

Había perdido mucha sangre y la magia erebea no ayudaba mucho con el tipo de herida que le dejó Helena al atacarla, así que tampoco tenía ganas de pelear con ellas ni verbalmente.

Negi contemplaba al hombre de barba tupida y manchas como de jaguar en todo el cuerpo.

—Así que ése es el hermano de Armando... Se ve fuerte.

—Pues no se parecen en nada. Armando se ve más tonto y él... —obtuvo corazones por ojos—. ¿¡No es un hombre simplemente atractivo!? —La atracción de Asuna por ese tipo de sujetos siempre fue bastante clara.

Sayaka, la mujer de cabello azul que portaba dos espadas, una para cortar y otra para curar, fue por ahí ayudando a las personas. Nuevamente, ni Armando ni Kamijou Touma eran curables por esos métodos mágicos, así que terminó algo decepcionada. Helena se sentía confundida, después de todo seguía con una flecha apuntando a su cabeza después de haber perdido la batalla, claro, entre comillas.

—Pato, déjate besar, así se curará tu brazo.

—No quiero, ¿por qué viniste? Debías quedarte escondida en ese universo pacífico.

—¿¡Cómo me pides que me esconda cuando tú estás en medio de una pelea tan sangrienta!? ¿¡Eres estúpido!? ¡Por supuesto que quiero unirme a una fiesta tan agradable como esta!

—¡Ah, se nota que no cambias aunque eres humana ahora! ¿¡Por qué los huitzilicas están tan obsesionados con las batallas!? ¿¡Acaso eres tonta!?

—¡Tonto tú, pato!

Helena sonreía confundida por aquella pelea de novios. Aquello había cambiado de ser una batalla a muerte contra muchos geniales guerreros a un maldito circo, tal vez un show de comedia.

—Disculpa... ¿Quién podrías ser tú, niña?

Rilet volteó enfurecida.

—¡Soy la novia del pato, me llamo Rilet Aurora! ¿¡Quién pregunta!?

«¿¡Eh!?»

Cabello castaño, piel clara, ojos naranja espectral naturales. Ella era... Sí, incluso el nombre era el mismo.

—¿¡Maestra... Aurora!?

—¿Eh? ¿Yo? ¿Maestra? ¿Tuya? —Se puso pálida de golpe—. ¡Aún soy alumna de la Maestra —se refería a Sakura Kinomoto—, no quiero ser maestra siendo tan joven!

Armando suspiró y la besó en los labios. Las alas de ambos brillaron en azul del cielo y la herida del brazo de ese tipo se curo.

—Supongo que esta vez ganamos mucho poder de fuego... —Le echaba un ojo a Gray, Sagitaria, al chico de cabello rizado, a Helena e incluso a sus antiguos compañeros de Lux Hominum—. Aunque se siente incompleto —rascaba su cabeza—, preferiría haber tenido una escena épica de Helena tratando de llevarme y ustedes apareciendo de la nada para salvarme. Pero supongo que... les debo una explicación a muchos....

—Armando-kun es ambiciosamente estúpido como siempre —suspiró; sus tirabuzones se movieron como respuesta a ello—. Pero supongo que Armando-kun no sería Armando-kun de otra forma.

—Siempre podemos prender una fogata y lanzarlo ahí. Así Madoka no haría cosas temerarias.

—¡Homura-chan, eso sería demasiado!

Helena sonrió al contemplar esa escena.

—Has hecho buenos amigos, ¿no es verdad, Armando?

—Sí, algo así. Volvamos a Mahora por ahora. Touma —el chico parecía a punto de colapsar, aun así prestó atención a las palabras necias de Armando—. Está bien que lo hagamos, ¿no?

—Sí —sonrió de oreja a oreja—. Esta vez incluso ganamos varias cosas —acariciaba la cabeza de Tomoko—, no tengo ninguna queja al respecto.

Todos se vieron los unos a los otros y asintieron. No sabían cómo Helena se volvió un nakama más, pero aquello debía ser cosa de la semilla del dragón. La que ganó aquella batalla no fue otra más que la hija de las estrellas y el pasado: el primer y último dragón de la Galaxia, Fiorella.

To aru Majutsu no Kodomo Kyoushi: Imaginary TomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora