Recuerdos felices Phantom_Links: Parte 9

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Las reparaciones de la nave espacial de Gray duraron más que sólo algunos días. Antes de que se dieran cuenta ya había pasado más de un mes. En parte era bueno, porque para hacer funcionar las naves espaciales, debía usarse el forfor; intentar viajar por la galaxia sólo usando leyes físicas convencionales es simplemente imposible. Y claro, dos de ellas sabían utilizar su forfor, pero el más útil para viajar era el de fusión, por eso estaban entrenando a las orillas del pueblo.

—¡Lo estás haciendo mal! —Le lanzó una piedra—. ¿¡De verdad no lo empleabas más que para teletransportarte a ti mismo!?

—¡Cállate, pesada! —Dio de pisotones, estaba haciendo un berrinche—. ¡No sabes lo difícil que es para mí volver a usar estas cosas!

—Claro que lo sé, no es nada difícil —se cruzó de brazos y vio hacia la lejanía—. Sólo eres tonto.

—¡Ven para acá, ¿qué se supone que significa e-?!

La rodilla voladora de Sagitaria le cayó en la nuca. Cualquier persona normal habría terminado muy mal parada sólo por ese instante.

—No le grites a Gray —dijo con su monótona voz e invariante rostro—, es violencia intrafamiliar.

—¿¡Cuál...!? —Sus dedos se enterraron en la tierra, su cuerpo temblaba por la furia—. ¿¡Cuál puta familia!? ¡Ustedes lo decidieron por su cuenta!

—Toma, les traje el desayuno —le entregó un pequeño paquete a Gray, le dio un beso de piquito en la boca—. A ti también...

Sagitaria levantó los labios, y claro que Ruperco tenía un instinto salvaje y animal que le decía que sería una grosería no tomar esos labios como suyos, pero... ¿No era demasiado inmoral esa relación de tres? Sus manos temblaron y sólo tomó su desayuno de las manos de la chica de cabello de fondo cósmico.

—¡Vamos, Rupuerco, sólo es un besito! —Se tapó la boca con ambas manos—. ¿No que eras el todas mías del pueblo?

El rostro de ese chico se puso rojo por completo y se dejó caer en el suelo.

—Ya cállate... Es diferente cuando la persona en cuestión sí...

—¿¡Sí...!?

—Vamos, amorcito, tú puedes decirlo...

Las dos no pestañearían ni un momento, era el momento decisivo con el que Ruperco dejaría de ser un tsundere. Sus miradas eran...

—¡Pesadas, son unas pesadas!

—¡En verdad eres lindo cuando te pones así!

—Lindo, lindo y sexy...

Se abalanzaron sobre el chico, pero él estiró su mano, causando que un líquido morado metálico se las tragara. Ambas aparecieron algunas decenas de metros sobre el punto donde estaban.

—¡Eso es, Ruperco, lo hiciste genial!

—¿Con esto ya podemos ir al espacio...? —Ladeó su cabeza—. Fueron menos de cien metros...

Las dos no caían, era por acción del repulsor y el atractor. Esas chicas eran más que hábiles con sus propios poderes de lo que probablemente eran para considerar el ambiente y tener sentido común.

Bajaron poco a poco, relajando la "atracción hacia el cielo" y la "repulsión de la tierra".

—El sistema de la nave puede ayudarle con las cosas más difíciles.

—Entiendo, es la primera vez que salgo, así que no sabía...

El buen Ruperco ya estaba entrándole a su comida, no dejaría que sus acciones descuidadas tomaran el único placer que le quedaba ahora que no era necesario saltar de flor en flor para que su forfor no se descontrolara.

—¿Y? ¿Para cuándo va a estar la nave?

—El viejo mecánico dijo que en diez días más.

—Ya falta poco... —se sentó a un lado del chico y recargó su cabeza en su hombro—. Los días serán muy emocionantes, mi amorcito.

—...

¿Emocionantes era la palabra correcta? Sí, en ese pueblo en medio de un planeta olvidado por la gran civilización galáctica era aburrido, pero también era un lugar seguro. ¿Qué clase de cosas habría ahí afuera?

«Tengo que protegerlas», pensó, mordiendo una albóndiga.

To aru Majutsu no Kodomo Kyoushi: Imaginary TomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora