CAPÍTULO 2

9.5K 594 9
                                    

Evan Hoult es el primer hombre que no sale corriendo por esa puerta durante los primeros cinco minutos, es un récord, jamás he tenido novio, todos le temen a mi padre, pero este hombre o no ha escuchado de como es o no tiene miedo.

–Bueno, yo no me asustó fácil.

–¿Tan seguro está?

–Claro, incluso soy capaz de ir a dejarla a su casa e invitarla a salir nuevamente.

–No creo que se atreva.

–Claro que lo haría.

–Me alegro de que usted me haya acompañado a el área de seguridad. – cambié se tema – así no tuve que explicarle a mi papá la cachetada y el por qué. – se rió.

–Menos mal que no notó mi mejilla. – miré su mejilla, la había dejado roja, me cubrí la boca con la mano y Evan se rió.

–Dios, lo lamento tanto. – le dije con las mejillas ruborizadas por la vergüenza.

–No te preocupes, el que lo hizo lo tenía bien merecido.

–Sí, pero te golpeé a ti.

–No te preocupes, fue una ligera confusión.

–Una confusión que te dejó la mejilla marcada. – se rió. – Lo lamento. – inconscientemente acaricié su mejilla.

–Tranquila.

–Solo a mí me pasa esto.

–Todos podemos equivocarnos. – le sonreí, mi mano seguía en su mejilla, la retiré rápidamente. – Supongo que es usted soltera. – afirmó.

–¿Qué le hace pensar eso?

–Que soy el primer hombre que no sale corriendo. – reí.

–Acertó ¿y usted? – pregunté sin pensarlo, Alisa, contrólate.

–Soltero. – me agradó la idea de que fuera soltero.

–No creí que un hombre como usted fuera soltero.

–¿Un hombre como yo? ¿Cómo soy yo según su opinión? – sonrió.

–De la hora que llevamos juntos, puedo decir que es responsable, amable, respetuoso, pero también un coqueto. – la última salió sin poder evitarlo. – se rió.

–¿Coqueto?

–Sí.

–Ninguna mujer me lo había dicho a la cara.

–Bueno, ya se lo dije.

Ordenamos lo que beberíamos y comeríamos, cuando terminamos pagué y salimos de el café, nos subimos a su auto.

–Gracias por todo. – dijo el señor Hoult.

–Gracias a usted por aceptar mi disculpa y haberme dejado invitarlo.

–Para poder aceptar su disculpa necesito otra cosa más.

–¿Qué?

–Volver a salir con usted.

–Eso es chantaje.

–¿A caso no quiere salir conmigo nuevamente?

–¿Qué tiene de especial salir con usted?

–Que no correré.

–Debo pensarlo.

–Anda fiera, no seas tan mala.

–¿Cómo me dijo? – pregunté molesta.

–Fiera.

–Eres un idiota.

NUESTRO PEQUEÑO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora