CAPÍTULO 48

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–Adelante. – sonreí y comencé a caminar al armario, Evan me dio una nalgada y me giré a él, sonrió.

–Mano larga.

–Lo suficientemente larga para…

–¡Evan! – se rió.

Fui al armario y comencé a buscar la ropa que me iba a poner, tome un pantalón de los que solía usar para trabajar en la empresa y me lo puse, pero al intentar cerrarlo, no pude, aguanté la respiración un poco para poder cerrarlo y lo logré, pero al soltar la respiración nuevamente, el pantalón me ajustó la barriga, Evan entró y miró mi pantalón.

–Cariño, eso te está ajustando mucho. – asentí, se acercó y me ayudó a desatarlo, pude respirar mejor, me quité el pantalón y busque otro, ninguno me quedaba, hasta que encontré uno que por fin me cerraba, apretaba un poco de la cinturilla, pero estaba bien, ahora la blusa, busqué varias, todas tenían un escote o eran cortas, tomé un bralette, me lo puse y la barriga se salía por debajo de el, me miré en el espejo – mi amor ¿Estás lista? – se asomó Evan al armario.

–Parezco un gato barrigón. – dije mirándome en el espejo.

POV EVAN.

Un gato barrigón, me hizo gracia su comparación y sin poder evitarlo reí, se giró y me vio, sus ojos se llenaron de lágrimas y su labio inferior comenzó a temblar, mierda, metí la pata, me quise acercar a abrazarla, pero no se dejó.

–Te reíste de mí – sollozó – eso quiere decir que estoy gorda y no te gusto ya.

–No mi amor, no es eso.

–Te reíste de mí. – rompió en llanto.

–No me reí de ti, me reí de lo que dijiste. – soltó más el llanto, grandioso Evan, eres el imbécil número uno.

–Lo ves, porque sí ves que estoy gorda.

–No estás gorda mi amor. – intenté abrazarla pero no se dejó – perdóname cariño ¿si?

–No, y quiero estar sola.

–Pero…

–Que quiero estar sola Evan, entiende.

No la haré enojar, no es bueno para el bebé, sí me está pidiendo que quiere estar sola, saldré a la habitación y cuando se calme, vuelvo a hablar con ella.

–¿En serio me dejarás sola? – rompió en llanto nuevamente.

–Pero si me pediste que te dejara sola.

–¿Y tú no tienes cerebro para pensar que estoy llorando y me siento triste y que no quiero estar sola?

–Pero si…

–Mejor déjame sola. – ahora me quedaré. – ¡Que me dejes sola!

–Alisa…

–¡Déjame sola! Me arreglaré y ahora nos vamos.

–¿Entonces vas a querer ir?

–Claro que quiero ir, pero si no quieres ir, me iré sola.

–Yo nunca dije eso.

–¡Sal de aquí!

Ya se enojó, mejor saldré. Me senté en la cama y unos minutos después salió, traía un pants y una camisa blanca de tirantes, una sudadera y tenis, se veía preciosa con cualquier cosa que se pusiera y más con su barriguita que se notaba demasiado con la ropa que tenía puesta, intenté acercarme a besarla, pero se movió.

–Ya estoy lista, vámonos. – la generala esta enojada, cuando una mujer está enojada, hay que obedecer. La seguí y salimos de el apartamento, fuimos al estacionamiento, iba a abrirle la puerta de la camioneta, pero ella la abrió, se subió y la cerró, definitivamente estaba enojada, me subí y encendí al camioneta, arranqué directo a casa de sus padres, apenas llegamos, se bajó de la camioneta, habíamos traído un postre, lo tomé yo y fui detrás de ella, tocó la puerta y en seguida le abrieron, era Addison.

NUESTRO PEQUEÑO SECRETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora