Después de una ducha rápida, Hermione salió de su habitación vestida casualmente con jeans y una camiseta para encontrar a Draco revisando las fotos enmarcadas en la repisa de la sala de estar. Se había vuelto a vestir con los pantalones del traje y la camisa de vestir de la noche anterior, pero maldita sea, todavía se veía perfectamente arreglado. Ni una arruga a la vista.
Ella lo observó mientras su mano se estiraba y bajaba un marco para inspeccionarlo más de cerca. Frunciendo el ceño, lo miró por unos momentos antes de sacudirlo y luego inspeccionarlo de nuevo para buscar cualquier movimiento.
—Es una foto muggle —explicó Hermione mientras se acercaba a él. Él levantó la vista, sobresaltado y ligeramente sonrojado por haber sido sorprendido manipulando sus cosas.
—¿Tus padres, supongo?
Hermione miró la foto que sostenía y asintió. Era del día de la boda de sus padres, ambos sonriendo ampliamente a la cámara, su madre agarrando con fuerza tanto su ramo como el brazo de su nuevo esposo. Los Granger se veían tan jóvenes y despreocupados, y Hermione tenía problemas para recordar un momento reciente en el que se luzcan tan felices, tan aliviados.
—Te pareces a tu madre. –observó Draco, levantando la foto junto al rostro de Hermione—. Aunque ahora puedo ver de dónde sacaste el cabello. —bromeó y Hermione se rió entre dientes.
Antes de que su padre comenzara a perder el cabello, su cabeza estaba cubierta por los tupidos rizos que Hermione finalmente heredó.
Se preguntó qué estaría pensando Draco mientras volvía a colocar con cuidado el marco en la repisa de la chimenea y sus ojos grises recorrieron el resto de las imágenes acumuladas allí. Había dos más de ella junto a sus padres: uno de su quinto cumpleaños y otro de sus vacaciones en Francia cuando tenía 13. El resto de sus recuerdos enmarcados eran de la variedad mágica: varios de Hogwarts, todos los Weasley en varias imágenes, el día de la boda de Harry y Ginny, Harry sosteniendo a un bebé Teddy y la preciada foto al frente y al centro de ella con Ron y Harry. Hermione no podía recordar por más que pudiera lo que Ron había estado diciendo en la foto, pero ella y Harry estaban echando la cabeza hacia atrás con una risa vertiginosa, Harry quitándose los anteojos cada cierto tiempo para secarse las lágrimas. El esposo de Luna, Rolf, había tomado la foto en la Madriguera hace varios años y a Hermione le encantó por la esperanza que inspiraba. Después de todo lo que habían pasado los tres, estrés escolar, discusiones, correr por sus vidas, guardar secretos, relaciones románticas, pérdida de familiares y amigos, más escenarios que amenazaban la vida de los que podían contar, todavía podían reírse así libremente entre ellos. Todavía podían amarse, sin reservas.
Tenía la triste y furtiva sospecha de que Draco no tenía ningún recuerdo personal como estos expuestos en su casa.
—Creo que tomaré mi té ahora, ¿quieres otra taza?
Draco negó con la cabeza y se sonrojó de nuevo.
—Yo, uhh, tampoco he tomado mi té.
Cuando Hermione lo miró con curiosidad, él explicó.
—No sabía dónde guardabas la leche y el azúcar y no pensé que apreciarías que hurgara en tu cocina.
Hermione casi se golpea la frente con exasperación por su propia irreflexión.
Cuando le dijo a Draco que "se sintiera como en casa" mientras ella se duchaba, debería haberse dado cuenta de que esto podría ser un poco incómodo para él. La casa adosada de Hermione era una mezcla de lo mágico y lo muggle, pero su cocina en particular era casi completamente muggle. Habiendo aprendido a cocinar sin magia, confió en las comodidades y la facilidad de la tecnología muggle como su estufa eléctrica, refrigerador y microondas. En su opinión, todos los hechizos de estasis del mundo no podían competir con la conveniencia de un refrigerador.
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Remain Nameless (Traducción)
Romance¿Cómo se sentía? Se sentía como si apenas estuviera soportándolo. Ella, de entre todas las personas, debería alejarse de él. O gritarle. Maldecirlo. Escupirle. Sacar su varita y desaparecerlo de la faz de la tierra. Fue una culpa abrumadora y un ali...