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Leila •

Yo me senté en el banco de enfrente sola, en el otro estaban Morad y PimPam, estábamos hablando en lo que esperábamos que saliera Beny.

- ¿Cómo estamos, hermano?

- Bien, bien, acaba de salir mi hermano ahora mismo.

- Sí, nos lo encontramos - le dije.

- Ah...

Nos quedamos callados hasta que Morad, como siempre, nos supo sacar del silencio incómodo.

- Nos acabamos de comer un helado, me pedí el de dulce de leche para probarlo, asqueroso.

- Sí, tío, ¡qué asco! Me lo dió todo babeado y me lo tuve que comer yo - dijo Rogelio.

- Yo me creía que no me ibas a venir a ver, siendo sincero - le dijo Moha a PimPam.

- No, hermano, yo me enteré de que te metieron preso en el barco para irme a Marruecos y vine ayer.

- Ah...

Se quedó mirándome fijamente mientras levantaba las cejas y se mordía su labio inferior.

- No me mires así que sabes que me pongo nerviosa.

- Eso quiero - me informó con un tono desafiante.

Por debajo de la mesa, aprovechando que estaba a mi lado, me puso su mano en mi muslo y lo apretaba.

- No estás bien - le dije bajito para que solo él pudiera oírlo.

Me dió un beso en el cachete.

- ¿Cómo voy a estarlo, Leila?

- ¿Y qué? Cuenta anécdotas o algo. - dijo Morad.

-  Nada interesante la verdad, la misma rutina siempre.

- Oye, ¿y al final que pasó con el tío que te peleaste la otra vez? - le preguntó PimPam.

- Lo pusimos al día hoy, porque vinimos a las cuatro y nos dijieron que las visitas eran de cinco a siete, y pues nos fuimos a comer un helado, y ahí le contamos cosas - le dije a Beny.

- Ah, vale, nada.

- ¿No pasó nada?

- A mí no, mi condena es la misma, aún me quedan 5 meses, pero a él se la subieron un mes, creo.

- ¿Y por qué a tí no?

- No sé, ¿por qué? ¿quieres que esté aquí más tiempo?

- No, mi amor, es que tú fuiste el que empezaste, en verdad.

- No, espérate, te toca el culo y no lo voy a matar.

Pasé mis uñas por su espalda para rascarlo, sé que eso lo relaja y lo pone de buen humor, entre ellos siguieron hablando, pero yo preferí fijarme en todas las heridas y moretones que tenía Beny por todo el cuerpo, la cara incluida.

- Me voy a quedar dormido, amor.

Yo le sonreí y seguí rascándolo.

Estuvimos hasta las 18:40 ahí, en 20 minutos acababan las visitas.

- Espérenme en el coche, chiquillos, en cinco minutos voy - dije.

- Vale.

Se comenzaron a despedir hasta que nos quedamos los dos solos, ya había aprendido a verlo y no llorar, no digo que no me den ganas, pero no lo hago, ya sé controlarlo.

Él estaba sentado a mi derecha, así que apoyó su codo derecho en la mesa y reposó la cabeza en su mano mientras me miraba.

- ¿Cómo estás? - le pregunté.

- Mal, pero cada día lo llevo mejor.

- ¿Y esa cara? ¿y esos moretones?

- Tú sabes, mi amor. Las cosas de la cárcel, aquí es o te peleas o te putean, no hay más.

- Ya, ¿has hablado con tus hermanas y tu madre?

- Sí, casi todos los días me llaman, y nos pegamos hablando un buen rato.

- Que bien - sonreí y le robé un corto beso.

Nos quedamos mirándonos fijamente hasta que yo me puse nerviosa.

- No me mires así de fijo, que sabes que me pongo nerviosa, jodelón, que lo haces para joder nada más - él rió.

- No te haces una idea de todo lo que te extraño, me haces falta.

- Y tú a mí, mi vida, pero ya solo quedan cinco meses, y tú sabes que Morad y yo te venimos a visitar mínimo dos veces en semana.

- Nunca has venido sola.

- No, porque le pillo de paso y vamos juntos.

- ¿Se llevan bien?

- Sí, es montón de bueno.

- ¿Te puedo dar un beso?

- No

- Ah...

- Son bromas, bobo.

Me lanzé y nos besamos, él me echaba de menos, pero a mí me hacía falta.

- Oye, y si yo ahora te doy algo, ¿cuándo entres te lo verán?

- Después de las visitas nos suelen cachear, también cuando nos vamos a ir nos esposan, por lo que pasó conmigo y ese hombre que te tocó, pusieron esa norma.

- ¿No conoces a nadie que esté aquí?

- A un amigo solo, del barrio, el Peke le decimos.

- Está bien.

- Ya quedan 10 minutos.

- Me da igual, cuando me echen me voy.

- ¡Qué cara más bonita tienes!

- Déjate de estar peleándote, anda, estás todo matado.

- Déjame en paz, ya te expliqué.

Él metió sus ásperas manos por mi camiseta, tocando mi espalda hasta llegar al sujetador.

- Y si te lo desabrocho, ¿qué?

- Y si te pego, ¿qué?

Rió y me lo desabrochó, antes de quitar las manos hizo un moviento rápido desde mi espalda hasta mi pecho para así conseguir tocarme las tetas, me abroché el sujetador y le pegué un cachetón.

- ¿Estás cachondo o qué?

- ¿Me vas a decir que tú no te mueres porque te folle ahora mismo?

- No hay baños aquí, en esta sala.

- Si los hay, guapa, pero solo quedan 3 minutos.

- Igualmente no voy a follar aquí contigo.

- La próxima vez que vengas ya verás.

- Ya veré.

Yo ahora decía que no, pero el hijo de puta este sabe como calentarme, y al final vamos a terminar haciéndolo.

- ¡Vamos! - le dijo un policía mientras lo esposaba.

- Adiós mi amor, cuídate - me dijo a lo que yo le respondí con un pico.

Confusión {Beny Jr}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora