c i n c u e n t a y s i e t e (extra)

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—Tuvimos nuestra primera pelea —suspiró Louisa mientras caminaba junto a Jessica.

Se encontraban en Port Angeles buscando un lugar donde comer, Louisa había peleado esa mañana con Paul y no quería quedarse en casa donde todo le recordaba a él y lo único que hacía era mirar al teléfono esperando que éste la llamara.

—Debe ser algo bastante grave si decidiste, finalmente, salir de tu casa —se burló Jessica, ganándose una mirada de reproche por parte de la castaña.

—Fue una tontería, en realidad.

—Siempre lo es.

Al final optaron por un restaurante de sushi que estaba en un callejón, nunca habían comido ahí y la comida lucía bastante bien.

—Bueno, te escucho —sonrió Jessica después de que les tomaran la orden.

Louisa suspiró, sabiendo lo ridícula que se escucharía.

—Es algo muy tonto... —vaciló.

—No me digas que voy a tener que rogarte yo también —se quejó Jessica, haciéndola rodar los ojos.

—Antes de contártelo quiero aclarar que estoy en mis días y en las últimas horas he drenado más de tres litros de sangre —Jessica rió—. Ya con eso aclarado puedo continuar —sonrió—. Estaba con Paul en la casa, dijimos que hoy veríamos películas y se quedaría a dormir, ¡y adivina qué! ¡Programó una cena para hoy sabiendo que parezco Carrie!

Jessica soltó una carcajada y la miró divertida.

—¿Qué clase de cena?

—Familiar, creo. El punto es que no puedo estornudar sin sentir cómo doy a luz ¡y se le ocurrió salir hoy!

—¿Segundo día? —preguntó Jessica con una mueca, Louisa asintió.

—Obviamente le dije que yo no quería ir a una cena y que ya teníamos planeado nuestro sábado, que no podía estar cambiando los planes y que bien sabía que mi baño parece Masacre en Texas.

—¿Y qué te dijo?

—¡Que estaba exagerando! —exclamó Louisa molesta, haciendo reír a su amiga.

—Hombres —murmuró—. Realmente creen que los cólicos son un mito.

—Y qué lo digas. En fin, discutimos y le dije que si quería ir a su tonta cena que se fuera, ridículo porque eran las doce.

—¿Ya te arrepentiste de la escena que montaste?

Louisa rió levemente, asintiendo.

—Que montaron las hormonas, no yo. Me absuelvo de toda responsabilidad.

—Intenta explicarle eso a tu novio —se burló Jessica.

La castaña rodó los ojos, sabiendo lo difícil que sería hacerle entender a Paul que las hormonas son reales, que afectan el comportamiento y que cinco días al mes dejaba de ser ella misma para convertirse en Carrie malhumorada. Sabía que le debía una disculpa por su actitud aunque él también pudo haber sido más comprensivo, ¡ya tenían planes! Sin embargo, conocía a Paul, si quería ir a cenar era porque había algo más, seguramente se había sentido comprometido de alguna forma.

Una parte de ella seguía molesta con él, intentándose convencer de que había sido un insensible y que le debía una disculpa. La otra parte le decía que ella había exagerado, que pudo ser racional y preguntarle a Paul por qué era la cena o con quién. Dios, qué difícil era ser mujer.

La comida no tardó en llegar, exactamente igual a la que ponían en la foto.

—Es el mejor sushi que he probado —habló Jessica con la boca llena, haciendo reír a Louisa.

—Es como estar en el cielo —murmuró después del primer bocado.

Ambas comieron un rollo cada quien además de arroz y rollos primavera, todo estaba buenísimo. Definitivamente habían descubierto su nuevo lugar favorito, todo era muy barato, además. «Es perfecto», pensó Louisa al ver lo barata que había sido la cuenta.

En cuanto terminaron de comer se subieron al auto, con Jessica al volante.

—Estoy tan llena que no dudo explote en cualquier momento —dijo Jessica, mirándose el estómago.

—Dímelo a mí, tendré que rodar a mi habitación.

—Seguro dejas rastro —se burló la chica.

Louisa rodó los ojos, intentando reprimir la sonrisa que se había formado en sus labios.

El camino fue en silencio, solamente con la música sonando al fondo. Louisa estaba segura de que en cualquier momento se quedaría dormida, el calor y el movimiento del coche la estaban arrullando.

Tardaron un rato más en llegar a su casa, rato que intentó con toda su fuerza permanecer despierta.

—Suerte —le sonrió Jessica en cuanto llegaron.

—La voy a necesitar.

Se despidieron con un abrazo y Louisa entró a la casa, subiendo a su habitación y tumbándose en la cama, al instante se quedó dormida.

• • •

La despertó el sonido del timbre, se había dormido boca abajo y había un rastro de saliva en sus sábanas y en su mejilla. Se limpió lo mejor que pudo y bajó las escaleras de dos en dos, encontrándose con Paul en la puerta, quien al instante sonrió al verla.

—Es difícil permanecer enojado cuando luces así —sonrió.

Louisa le sonrió levemente, sabiendo que el amor que Paul sentía por ella la hacía lucir bien a sus ojos. Estaba segura que aún tenía saliva en la mejilla, se le habían marcado las sábanas y llevaba el cabello hecho un revoltijo.

—¿Y bien, Evans? ¿Qué película veremos?

La castaña le sonrió.

—¿No íbamos ir a cenar?

—Tú lo dijiste, íbamos —el chico sonrió, tumbándose en el sofá—. Le comenté a Leah sobre nuestra pelea y me hizo entrar en razón sobre lo mal que debes sentirte.

Louisa sonrió, enternecida.

—No entiendo esas cosas de mujeres —se quejó Paul—, pero estoy haciendo todo mi esfuerzo.

La chica le plantó un beso en la mejilla, haciéndolo sonreír.

—Muchas gracias —murmuró.

—Es bueno saber que valoras el tiempo que pasé con Leah intentando explicarme cómo funcionan las hormonas.

Louisa soltó una carcajada.

—No es gracioso, Evans —protestó el moreno—, tú no conoces a Leah y lo voluble que puede llegar a ser.

—¿Ya comienzas a valorarme, eh? —se burló la chica, haciéndolo sonreír.

—A veces —dijo, sonriendo burlón.

La chica rodó los ojos, dándole un suave golpe en el hombro.

—Sigue molestándome, Paul Lahote, juro puedo ser diez veces más insoportable.

Paul rió.

—Ambos sabemos quién es el insoportable de la relación, Evans, te recomiendo no competir.

Louisa puso los ojos en blanco, haciendo reír a su novio, quien al instante la abrazó.

—Pensé que podemos ver Halloween, muy adoc —se burló el chico.

—Sí eres el insoportable de la relación —afirmó la chica, recostándose sobre las piernas de Paul.

Al final terminaron viendo Friends, Paul le acarició el cabello a Louisa durante todo el tiempo que estuvieron acostados y pidieron una pizza.

—Muchas gracias, Paul, en serio —sonrió la chica, mirándolo, realmente era perfecto.

—Sólo una parte de lo mucho que te mereces —sonrió el moreno, dándole un corto beso en los labios.




Muchas gracias por sus votos y comentarios<33, espero les guste.

brown eyes || jasper h. & paul l.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora