c u a r e n t a y c u a t r o

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En cuanto despertó, Louisa se dirigió a casa de los Cullen, sabía que Jasper estaría destrozado, sin dejar de reprocharse y culparse por su muerte, cosa que no había ocurrido realmente

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En cuanto despertó, Louisa se dirigió a casa de los Cullen, sabía que Jasper estaría destrozado, sin dejar de reprocharse y culparse por su muerte, cosa que no había ocurrido realmente. Necesitaba saberlo, saber que no había sido su culpa, la única culpable ahí había sido ella. Ella fue quien eligió luchar, quien tomó la decisión de pararse en medio de un campo de batalla; ella y nadie más que ella.

Tocó la puerta y esperó a que alguien abriera, al cabo de unos minutos abrió Carlisle, quien la miró incrédulo, sin decir una sola palabra.

—¿Cómo es...? —comenzó el rubio.

Louisa se encogió de hombros, ella tampoco lo sabía.

—Venía a ver a Jasper.

Carlisle asintió, dejándola pasar. El hombre no dejaba de mirarla, Louisa casi podía jurar que quería tocarle el hombro para asegurarse de que era real.

Subió las escaleras y entró a la habitación de Jasper, se sentía confiada de sus acciones, lo cual era bastante extraño teniendo en cuenta los recientes eventos.

Jasper yacía sentado en el sofá con la cabeza entre las manos, tenía los ojos cerrados pero los abrió al sentir la presencia de Louisa.

La miró sin poder decir una sola palabra, seguramente creía que era producto de su imaginación, que ella no era más que una aparición.

Louisa se acercó a él y lo abrazó por el cuello, Jasper tardó unos segundos en devolverle el abrazo, la estrechó con fuerza, acariciándole la espalda, el cabello.

—No puede ser cierto —murmuró el rubio sin soltarla.

—Yo tampoco puedo creerlo —reconoció Louisa.

El cuerpo de Jasper estaba helado, mucho más de lo que recordaba. Estaba tan acostumbrada al calor de Paul que abrazar al vampiro fue casi desconocido para ella.

Jasper tardó unos minutos más en alejarse de ella y después la miró, sus brillantes ojos dorados conectaron con los de Louisa por un momento y la chica sintió cómo el corazón comenzaba a latirle con fuerza y la garganta le cosquilleaba, estaba nerviosa.

—¿Cómo estás? —acabó por preguntar Jasper.

Louisa sonrió levemente.

—La verdad es que me encuentro bien, muy bien.

El rubio sonrió, acariciándole la mano.

—Ya no dueles —susurró.

—Es porque ya no estoy molesta contigo.

Jasper frunció el ceño.

—¿Por qué no lo estarías? Todo lo que ocurrió fue mi culpa, fui yo quien provocó todo esto, quien acabó con tu vida.

Louisa negó con la cabeza.

—Fue mi decisión, Jasper, tú no tuviste nada que ver con ella, ¿comprendes? Yo decidí arriesgarme por todos y cada uno de ustedes, no podía ver cómo les hacían daño.

brown eyes || jasper h. & paul l.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora