t r e i n t a y c u a t r o

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—¡Louisa Evans, si no bajas en cinco minutos juro voy a dejarte! —gritó Marianne desde abajo

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—¡Louisa Evans, si no bajas en cinco minutos juro voy a dejarte! —gritó Marianne desde abajo.

La chica apenas alcanzó a cerrarse los pantalones antes de bajar las escaleras de dos en dos, su tía ya la esperaba con las llaves del auto en mano.

—¿En serio, Louisa? ¿Tardaste tanto para verte así?

La castaña rodó los ojos, quizá no fuera su mejor aspecto, ¡pero quién tenía buen aspecto un domingo a las once!

—Es domingo, Marianne —se quejó Louisa mientras subía al auto.

Al instante Marianne puso música, *NSYNC. Louisa soltó una carcajada al ver a su tía bailando y cantando, seguramente Paul sería el más divertido en esa situación.

Tardaron un rato en llegar a Port Angeles, su tía estaba desesperada, no paraba de mirar nerviosamente el reloj.

—Marianne, quedaste a las ocho, creo que tenemos tiempo de sobra.

—Es fácil para ti decirlo, nunca vistes nada que no sean esos horribles pantalones negros y ni siquiera te peinas.

Louisa rió y le dio un leve golpe en el hombro, su tía acabó por soltar una carcajada.

—¿Sabes qué? Te compraré algo, quizá puedas vestirte mejor de ahora en adelante.

—De haber sabido que me ibas a insultar tanto me hubiera quedado en casa —masculló Louisa.

Entraron a una tienda departamental y al instante su tía agarró ropa de todos los estantes, parecía que estaba en uno de esos programas de toma todo lo que puedas en cinco minutos. Louisa caminaba detrás de ella con una sonrisa burlona en los labios.

Estaba segura de que nunca había visto a nadie probarse tanta ropa, ni siquiera a Angela y Jessica cuando las había acompañado a probarse vestidos.

—Me veo gorda —se quejó Marianne al verse en el espejo.

No podía estar más alejada de la realidad, nunca se había fijado en el cuerpo de su tía pero realmente estaba de ensueño. ¡Nadie tenía una cintura de avispa en esos días! Nadie no famosa al menos.

—Por Dios, Marianne, hasta yo saldría contigo —dijo Louisa viéndola de arriba abajo.

Su tía llevaba un increíble vestido blanco que se le pegaba al cuerpo resaltando su increíble figura, además de que sus ojos resaltaban al igual que su cabello.

—Este es el definitivo —dijo Louisa y su tía sonrió.

—Lo es.

Fueron a pagar y Louisa estaba por caminar hacia la salida pero su tía la detuvo.

—¿A dónde crees que vas? Hablaba en serio cuando dije que te compraría ropa decente.

Louisa se encogió de hombros.

brown eyes || jasper h. & paul l.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora