v e i n t i u n o

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Louisa no había visto ni sabido nada de Paul esa semana lo cual la tenía inquieta aunque no se atreviera a reconocerlo en voz alta

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Louisa no había visto ni sabido nada de Paul esa semana lo cual la tenía inquieta aunque no se atreviera a reconocerlo en voz alta. No entendía por qué tanto silencio, ¿acaso se había molestado por su reacción? Pero tantos días... le parecía exagerado. Sin embargo, intento mantenerse lo más ocupada posible, tenía demasiado en qué pensar pero ninguna solución. Quizá si lograba evadirlo por tiempo suficiente acabaría por desaparecer, aunque dudaba sobre la efectividad de sus planes.

—Louisa, ¿qué harás mañana? —preguntó Jessica, apareciendo junto a ella en el pasillo.

La castaña se encogió de hombros, al día siguiente era su cumpleaños pero no tenía ganas de celebrarlo. Las únicas personas que realmente le importaban no estarían ahí, prefería no festejarlo a sentir la ausencia.

—No lo sé... probablemente me quede en casa.

—¿En serio crees que te dejaré quedarte en casa?

—Supongo que la respuesta a esa pregunta es no.

Jessica sonrió de oreja a oreja.

—Planeamos algo especial para ti, Lou —Jessica había comenzado a llamarla así desde que se habían vuelto cercanas—. Además, necesitas distraerte, esa cara larga no va contigo.

Louisa suspiró mientras Jessica le jalaba los labios para hacerla sonreír. Al final terminó por ceder.

—Bien, Jessica, iré.

Su amiga soltó un grito de emoción sin borrar la sonrisa del rostro.

—Te encantará, ya verás.

Y Jessica tenía razón, al día siguiente la llevaron a un bonito restaurante en Port Angeles. Su mesa estaba a la terraza y permitía ver el océano; el techo del lugar tenía una enredadera además de foquitos como los que cuelgan en los árboles de Navidad. La mesa era redonda con cinco sillas, se veía bastante elegante con un mantel blanco y velas en el centro.

Louisa sonrió al verla.

—Es... perfecto.

Angela y Jessica la miraron sonrientes, ambas llevaban vestido; Angela uno blanco que contrastaba con su tono de piel y Jessica uno azul marino, con el que se le veía un excelente cuerpo, Louisa supuso que había hecho eso por Mike.

Louisa también se había puesto un vestido para la ocasión, regalo por parte de las dos chicas. Era rosado claro con las mangas largas y abombadas; la falda estaba suelta y le llegaba antes de la rodilla. Había combinado su vestido con converse blancas, dándole un toque casual.

En cuanto las chicas se sentaron aparecieron Eric y Mike, quienes también iban arreglados. Louisa sonrió al verlos así, parecían dos niños con el traje de sus padres.

—¡Feliz cumpleaños, Louisa! —exclamaron ambos al unísono, abrazándola por detrás de la silla.

La chica sonrió.

brown eyes || jasper h. & paul l.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora