❝Son como un rompecabezas... sólo funcionan cuando están juntos❞
Portada hecha por marveltwd.
Los personajes pertenecen a Stephenie Mayer, salvo por Louisa y su familia. Todos los derechos reservados.
Fanfic Jasper Hale y Paul Lahote.
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Louisa Evans miraba por la ventana del auto distraída, no estaba preparada para volver al instituto, no quería tener que ver las miradas interrogantes de sus compañeros, cómo la compadecían y murmuraban a sus espaldas. Estaba acostumbrada a que la miraran, llamaba la atención de verla: era una chica que podría definirse como bonita, el cabello castaño le caía con ondas por la espalda, tenía la nariz respingada y la tez pálida; sus ojos castaños acostumbraban a mirar hacia abajo, era una chica tímida pero tan bella que resultaba curioso.
Louisa acostumbraba a sentarse en las primeras bancas del salón, todos solían preferir los asientos de atrás para poder conversar durante la clase y ella era alguien sin muchos amigos, por no decir ninguno. Y después de lo ocurrido sólo lograría volverse más retraída.
En cuanto bajo del auto de su tía, Marianne, todas las miradas de los alumnos que estaban en el estacionamiento se posaron en ella. Forks era un pueblo pequeño, era imposible no saber qué ocurría en las vidas ajenas.
Veía a los alumnos murmurar mientras caminaba hacia la puerta del instituto, llevaba la cabeza gacha evitando hacer contacto visual.
Su primera clase era biología, aún faltaban diez minutos para que ésta comenzara, eso quería decir que el aula se encontraría vacía y tendría tiempo para estar sola. Pero se equivocaba: Jasper y Alice Cullen ya estaban ahí, sentados en el segundo lugar junto a la ventana.
Louisa los ignoró por completo y se sentó en el primer lugar a la izquierda. Sacó su libro de biología y se quedó mirándolo sin abrirlo, sus pensamientos la abrumaban. Suspiró.
De pronto vio una sombra junto a ella, Jasper estaba parado al lado. Louisa no lo miró directamente, mantuvo la mirada sobre los zapatos de éste.
—¿Te encuentras bien? —preguntó el rubio.
Louisa podía sentir la mirada de éste taladrándole la cabeza, era tan.... profunda.
La castaña asintió, sentía los ojos de Alice sobre ella, ¿por qué tenían que mirarla así? Como intentando descifrarla.
Se atrevió a mirar hacia arriba, los ojos dorados de Jasper la atraparon. Por primera vez no se sintió nerviosa de mirar a alguien a los ojos; fue como mirar a unos ojos que ya conocía. El rubio aún la miraba, no entendía su mirada, pero no había lástima en ella y eso le gustó; estaba cansada de que la miraran compadeciéndola.
—¿Segura? —quiso confirmar Jasper.
—Sí... —respondió Louisa con un hilo de voz—. Gracias —añadió.
Jasper sonrió y Louisa logró sentirse mejor, verlo sonreír era maravilloso. Tenía los dientes perfectamente alineados, de un blanco que lograba deslumbrar, al sonreír sus ojos brillaban y se le hacían unas ligeras marcas en las mejillas. Se veía real.
El rubio volvió a su asiento junto a su novia y Louisa volvió su mirada al libro de biología.
• • •
Para sorpresa de Louisa, el día transcurrió tranquilo; además de Jasper, nadie se había acercado a hablarle ni a preguntarle cómo se encontraba. Sabía que en algún tiempo no se olvidaría lo que había ocurrido, pero le tranquilizaba que nadie siguiera insistiendo con el tema.
Se sentó sola durante el almuerzo y solamente comió una manzana, desde lo ocurrido no había tenido muchas ganas de comer.
Escuchó la voz de Jessica Stanley a lo lejos, explicándole a la chica nueva quién era ella, sólo podía escuchar la lástima con la que se expresaba y cómo los demás estaban de acuerdo con ella. Si fuera alguien más, alguien valiente, podría hacerle frente; pero no lo era, sólo era Louisa Evans.
—No les hagas caso —dijo una voz cantarina antes de sentarse frente a ella: Alice Cullen.
Louisa se encogió de hombros, no tenía ni idea de qué podía responderle, Alice Cullen nunca la había mirado siquiera.
—Soy Alice —se presentó.
—Lo sé.
—Tú eres Louisa Evans —dijo Alice presentándola y la castaña se limitó a asentir, no tenía ganas de conversar.
Alice, al igual que todos los Cullen, tenía los ojos dorados brillantes y la tez extremadamente pálida, además de un rostro angelical, lo cual era desconcertante: ninguno de ellos eran hermanos de sangre. Llevaba el cabello castaño corto, lo cual hacía juego con sus rasgos delgados y respingados.
A Louisa le caía bien Alice, irradiaba alegría y era justo lo que necesitaba.
Comieron en silencio, bueno Louisa lo hizo porque Alice no probó bocado. Sorprendentemente no se sentía incómoda, era como sentarse con una vieja amiga; Alice ni siquiera mencionó el tema que tanto aquejaba a Louisa, ni tampoco la obligó a hablar, simplemente se quedó a su lado haciéndole compañía.
• • •
En cuanto llegó a casa se encerró en su habitación, su tía aún no había llegado y probablemente no lo haría hasta ya bien entrada la noche. Le gustaba eso, probablemente si su tía pasara más tiempo en casa se vería obligada a convivir con ella, pero Marianne siempre estaba trabajando y para lo único que utilizaba la casa era para dormir.
Louisa estaba tumbada en la cama viendo al techo, últimamente no tenía ganas de hacer nada, se quedaba acostada mirando hacia arriba hasta quedarse dormida. Los deberes los hacía por la noche, le gustaba más trabajar a altas horas de la madrugada.
No tardó en quedarse dormida, sorprendentemente no soñó nada, una tranquilidad inusual la invadía, su respiración era regular, tampoco se movió ni habló entre sueños. Era como si todo hubiera desaparecido, el dolor se había esfumado y había sido reemplazado por una inhabitual calma.
Cuando despertó creyó ver una sombra frente a ella, sintió como su corazón se aceleraba y encendió la luz rápidamente, pero no había nadie ahí. Sólo estaba ella con el cabello alborotado y el rostro somnoliento.
De pronto, como por arte de magia, la intensa mirada de Jasper Hale apareció en sus pensamientos, el brillo de sus ojos, sus labios rosados... Sacudió la cabeza, no debía pensar en eso.
Tomó una larga ducha y después se vistió con su pijama color blanca, que tenía un lindo oso café en la parte de enfrente. Su tía aún no llegaba, por lo que se vio obligada a prepararse la cena y cenar sola, eso no le afectaba, de hecho lo prefería así.
Volvió a su habitación y se dedicó a hacer tarea, no había mucho que hacer, solía terminar todo en clase o durante el almuerzo; no le gustaba hacer los deberes en casa, salvo que no tuviera otra opción.
En cuanto terminó, alrededor de las once y media, volvió a tirarse en la cama; Marianne aún no llegaba, pero Louisa entendía, trabajar en el hospital no debía ser fácil, mucho menos con las cosas como estaban.
Jasper volvió a aparecer en sus pensamientos, esta vez bajándose del Jeep blanco que solían llevar, la luz se reflejaba en sus ojos y sobresalía de entre la multitud, no sólo por su cabello rubio: era altísimo, Louisa estaba segura de que éste sobrepasaba el metro noventa.
Volvió a sentir la mirada de Jasper posada en ella, cómo ésta le transmitía... algo, era indescifrable, imposible de explicar; simplemente su mirada la tranquilizaba.
Y así terminó por quedarse dormida, sin dejar de pensar en Jasper Hale.