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Louisa no fue a la escuela ese día, ni tampoco al siguiente, ni al siguiente

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Louisa no fue a la escuela ese día, ni tampoco al siguiente, ni al siguiente. Ni siquiera Bella sabía cómo se encontraba, la chica había apagado su teléfono y tampoco recibía visitas.

Jasper había perdido la esperanza de verla en los pasillos de la escuela o eso se decía a sí mismo porque no dejaba de mirar a su alrededor en busca de esos ojos castaños que lo volvían loco.

Ya no había ido a buscarla a su casa, sabía que ella no abriría. Debía esperarla, Louisa volvería cuando ella se sintiera lista pero temía que ese día nunca llegara.

En cuanto llegó a casa, Alice lo recibió con una sonrisa en el rostro.

—Jazz, te estaba esperando —dijo con su usual voz cantarina.

Jasper encarnó una ceja.

—¿Qué ocurre, Alice?

La castaña simplemente sonrió y subió las escaleras, Jasper la siguió de cerca. Alice se detuvo antes de entrar a la habitación del rubio y después se hizo a un lado: Louisa.

Tuvo que mirar a Alice y verla asentir para darse cuenta que no era sólo su imaginación, Louisa realmente estaba ahí. En cuanto vio a Jasper bajó la mirada, podía sentir los nervios rodeándola, pero no estaba asustada.

Jasper quiso abrazarla, pero en lugar de eso sólo se acercó y se sentó frente a ella.

—Louisa —dijo a manera de saludo.

Louisa lo miró con los ojos cristalinos.

—Lo intenté, Jasper... realmente lo intenté.

—¿Qué?

Louisa suspiró.

—Alejarme de ti, intenté no pensarte, sacarte de mi cabeza y de mi corazón... tenía miedo —admitió—. No quería verte porque sabía que no podría alejarme de ti pero, aunque te evité, no pude mantenerme lejos.

Jasper la miraba y no podía dejar de pensar en lo hermosa que era, en lo bellos que eran sus ojos castaños, sus labios rosados, sus mejillas ruborizadas, su nariz respingada, sus delgadas y largas manos... no podía imaginarse una vida sin ella.

—No te alejes, Louisa —pidió Jasper—. Soy un egoísta por pedírtelo, lo sé, pero, por favor, no lo hagas.

Louisa se acercó a él hasta que sus frentes estuvieron juntas, Jasper respiró su aroma: vainilla y sangre. Sentía la respiración de Louisa en el rostro y escuchaba el inquieto latir de su corazón.

—Sé que soy un monstruo, Louisa...

—Para —dijo Louisa negando con la cabeza.

Antes de que Jasper pudiera hablar los labios de Louisa rozaron los suyos, dulce y tímidamente, como si no estuviera segura de lo que hacía. Jasper no pudo aguantar más y la tomó por el rostro, pasándole las manos por el cabello. Sus labios se movían ansiosos sobre los de Louisa y ella le correspondía; sentía las emociones abrumándolo, las propias y las de Louisa.

brown eyes || jasper h. & paul l.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora