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¿De verdad no había nadie en este lugar que pudiera creer sus palabras? Takemichi estaba frustrado, después de ese primer intento había decidido darle el beneficio de la duda a los Haitani

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¿De verdad no había nadie en este lugar que pudiera creer sus palabras? Takemichi estaba frustrado, después de ese primer intento había decidido darle el beneficio de la duda a los Haitani. Tal vez no eran las personas más maduras, pero quería pensar que al menos tenían cerebro y raciocinio.

- ¡Ja! - exclamó Ran en un obvio tono de burla - pero que divertido eres alfa llorón

- ¿Sabes cuántas veces hemos lidiado con esos detectives? - habló Rindou siguiendo el juego - ¿Qué diferencia tiene este? ¿Trabaja para la CIA acaso?

- está aliado con otra organización criminal, deben creerme - insistió el alfa una vez más.

- esa sí nunca había oído - y Ran rió todavía más fuerte - ¡Tienes un gran sentido del humor! Por eso el jefe te quiere tanto

- es bien sabido por todo Japón que meterse con Bonten es firmar su sentencia de muerte - habló Rindou, que tampoco había creído una sola palabra.

- además el edificio está más protegido que la casa del ministro, ni Dios se atrevería a poner un pie aquí - acto seguido, Ran le dió una fuerte palmada en la espalda del alfa de ojos azules.

- no sé porque pensé que sería buena idea hablar con ustedes - Takemichi, ya muy molesto por no ser tomado enserio, sólo se alejó de ese par para buscar a alguien que pudiera creerle.

Hablar con los Haitani cómo pudo suponer fue una perdida de tiempo, quizá si hablaba con Sanzu él podría hablar con Mikey y así podrían hacer algo al respecto.
Aunque, lo que él ignoraba es que en el peor momento Sanzu había entrado en celo, y justo ahora estaba refugiado en su habitación sin deseos de ver a nadie.

Aunque, lo que él ignoraba es que en el peor momento Sanzu había entrado en celo, y justo ahora estaba refugiado en su habitación sin deseos de ver a nadie

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𝓓𝓮́𝓯𝓮𝓬𝓽𝓾𝓮𝓾𝔁 - 𝓣𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓡𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora