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Desde que Sanzu se marchó de la habitación, Takemichi no paraba de pensar que algo andaba mal con él; el omega siempre le dio mucho miedo de joven y ahora las cosas no son diferentes a ese entonces, pero si la vida de él o la de alguien cercano a ...

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Desde que Sanzu se marchó de la habitación, Takemichi no paraba de pensar que algo andaba mal con él; el omega siempre le dio mucho miedo de joven y ahora las cosas no son diferentes a ese entonces, pero si la vida de él o la de alguien cercano a Mikey peligraba no podía ser indiferente para siempre.
Aunque le diera mucho miedo, Takemichi se acercó a la puerta y asomó su cabeza por el corredor, aunque no pudiera ver nada, guardó silencio y trató de escuchar algún ruido sospechoso.

escucho ruido... no parece ser nada bueno — dijo Takemichi al escuchar sollozos que en un principio fueron risas forzadas.

Quería salir de la habitación y corroborar con sus propios ojos que esos sonidos preocupantes fueran solamente porque Sanzu estaba viendo la televisión a un volumen muy alto, pero no podía salir o eso alertaría a Mikey y él se pondría peor que el día que lo trajo a la fuerza.

Quedarse y ser indiferente, así como lo había sido en los últimos años, o ignorar las advertencias y brindarle su ayuda a alguien que lo necesitaba. Takemichi estuvo en una pequeña guerra interna, en la que tenía que tomar una decisión rápida entre seguir a su instinto y ayudar, o ignorarlo y pretender que no escuchaba nada.
Fueron segundos que parecieron horas, pero el azabache tomó una decisión que lo cambiaría todo.

Armado de un valor que ni él mismo sabía que tenía, salió de la habitación pese a que eso alertaría a Mikey y se metería en más problemas de los que ya estaba metido hasta el cuello. Corrió por el pasillo, el aroma del omega se mezclaba con el olor a dorayaki y el de los otros alfas, pero en un rápido vistazo por las puertas, finalmente pudo llegar a una de las habitaciones donde encuentra al chico recostado en el suelo y con una sonrisa en el rostro, mientras en sus manos sostiene un frasco de píldoras.

Sanzu ¿Qué fue lo que te hiciste? — pregunta presa del pánico, al verlo nota sus ojos abiertos de par en par, reía de una forma tan incomoda que le erizaba la piel. Aún así Takemichi le quita el frasco y se lo echa al bolsillo de sus pantalones cortos.

Sanzu estaba riendo mientras rodeaba con sus brazos el cuello del azabache, era un milagro que no se hubiera desmayado, eso daba a entender su resistencia. Takemichi pasa su brazo debajo de la nuca del de cabellos rosados, y luego trata de ponerlo de pie, aunque Sanzu no era tan cooperativo, porque el chico al no estar en sus 5 sentidos lo toma del mentón para verlo directamente a los ojos.
Takemichi está paralizado, no sabe cómo reaccionar pero sabe que ha cometido un fatal error; nunca hay que bajar la guardia ante una persona intoxicada de narcóticos.
El de cabellos rosados mantiene su mirada fija por un rato, Takemichi estaba notoriamente tenso pero no se atrevía a romper el contacto visual.

𝓓𝓮́𝓯𝓮𝓬𝓽𝓾𝓮𝓾𝔁 - 𝓣𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓡𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora