𝓓𝓮́𝓯𝓮𝓬𝓽𝓾𝓮𝓾𝔁 - 𝓣𝓸𝓴𝔂𝓸 𝓡𝓮𝓿𝓮𝓷𝓰𝓮𝓻𝓼

10

Obviamente no iba a mencionarle nada de ese pequeño beso accidental, Sanzu no estaba en sus cinco sentidos y además perdió el conocimiento en sus brazos, no era algo que Mikey debería saber siendo algo irrelevante.
El omega de cabellos rosados estaba durmiendo en su cama, mientras Mikey estaba a su lado para corroborar que siguiera respirando.

—¿Él estará bien? — pregunta Takemichi al contemplar al de cabellos rosados inconsciente.

—es más común de lo que imaginas — respondió Mikey, quien con su teléfono celular comenzó a mandar mensajes de texto a su doctor de confianza. — es un omega fuerte, esto no es nada para alguien como él

Takemichi no estaba del todo convencido con aquella respuesta, si era algo común entonces no tenía porque ser tomado tan a la ligera. Sanzu necesitaba ayuda urgentemente.
Mikey por supuesto nota su preocupación, él se acerca al alfa y lo toma entre sus brazos mientras cierra los ojos.

—ya he llamado al médico, vendrán a revisarlo y estará bien — aseguró el de ojos negros, mientras sonreía y acurrucaba más su rostro en el cuello ajeno. Realmente no podía sentir el aroma del alfa, así que sólo le quedaba imaginar cómo sería el aroma que llevaría ¿Sería dulce o amargo? Seguro debe ser un aroma tranquilizador, algo que genuinamente encajaría con la esencia de Takemichi.

Fue una agradable sorpresa saber que Takemichi no lo abandonó, Mikey podía sentir algo de paz en su corazón de saber que aunque tuvo la oportunidad decidió quedarse, eso hablaba de lo leal que es. Los ojos de Mikey brillaron por un pequeño instante, esa lealtad, esa calidez y sobre todo bondad era lo que necesitaba. Pese a ser un omega dominante y ambos ser compatibles, no eran destinados pero cada que lo pensaba más se convencía de que él podría llegar a convertirse en su preciado alfa.
Takemichi sólo correspondía al abrazo, había hecho pasar a Mikey por un gran susto así que ese abrazo estaba más que justificado.

Minutos después el doctor llegó, Mikey señaló a Sanzu que seguía en cama y se apresuró a atenderlo, mientras Takemichi explicaba lo que había sucedido y las pastillas que había ingerido.

Por suerte todo quedó en un leve desmayo y su vida no corría peligro, al menos no por ahora. Al abrir los ojos lo primero que ve es a Mikey sentado a su lado ¿Cuánto hace que estaba ahí? Sanzu no puede evitar bostezar, la cabeza le dolía horrores y no recordaba absolutamente nada de lo que había pasado.

—rey... — Sanzu intenta incorporarse, pero de inmediato es retenido por Mikey y regresado a la cama.

—no lo haría si fuera tú — dijo — el doctor dijo que por poco ingerías una cantidad peligrosa de éstas cosas — Mikey toma un frasco de píldoras que Sanzu reconoció al instante. — tienes suerte de que Takemicchi te haya encontrado justo a tiempo

No podía creerlo ¡Mikey se estaba preocupando por él! Su corazón no podía parar de latir de la emoción, la sola idea de pensar en el rey sentado junto a su cama y velando por su bienestar lo conmovió, era una imagen mental tan hermosa que no podía evitar llorar de la emoción.

—rey... — Sanzu hipaba debido al llanto, y luego toma la mano del omega — lamento haberlo preocupado

—cuidaste muy bien de Takemicchi, te ganaste una semana libre para descansar — Mikey no corresponde ese apretón en su mano, en realidad su cara no tenía ninguna emoción. Pero a Sanzu no le importaba, sabía que él no era una persona tan expresiva.
Acto seguido Mikey se incorporó de la silla y caminó a la salida de aquella habitación. — dedícate a descansar — finalmente salió de esa habitación, dejando al de cabellos rosados en completa soledad.

Sanzu suspira con pesadez e intenta dormir, sin embargo le es completamente difícil teniendo el olor de ese alfa mugroso encima. Ahora que lo notaba, está no era su habitación, mirando bien sus alrededores es cuando se percata que está habitación pertenecía a Takemichi. ¿Cómo fue que terminó en esta habitación? Sus recuerdos eran confusos, ni siquiera recordaba la razón por la cual había ingerido pastillas de más.

—¿Ya está despierto?

Habló una voz que provenía del pasillo, acompañada de unos pasos caminando estrepitosamente hasta entrar a la habitación. Toda la habitación se llenó de un intenso y nauseabundo olor a fuego, Sanzu supo en ese momento de quién se trataba.
Takeomi ingresa a la habitación, y al ver a su hermano menor tendido la cama, en lugar de preocuparse y preguntar si estaba bien, su expresión se volvió de enojo y se aproximó a la cama sin intenciones amistosas.

—sabía que eras tú — habla Sanzu incorporándose un poco para sentarse — incluso antes de que entres a la habitación ya podía sentir hacer fétido olor a fuego. Por favor retírate, me mareas

—¿Y perderme esta gran oportunidad? — Takeomi sonrió de forma burlona, y luego se sentó en la orilla de la cama. — Aparte de defectuoso, eres un maldito adicto de mierda — el alfa sonrió y tomó a su hermano del mentón fuertemente, para luego empujarlo a la cama y posicionarse encima suyo. — si ella, nuestra hermana estuviera aquí estaría tan decepcionada de ver a la persona que admiraba caer tan bajo.

Sanzu ríe con todas sus fuerzas, lo cual provoca más la ira del alfa y aprieta más su agarre.

—¿Sigues aferrado a que yo estoy arrepentido? Yo no tengo culpas a diferencia de otros - respondió Sanzu, obviamente refiriéndose a Takeomi. — Yo no fui quien utilizó a su pequeña e indefensa hermana como carne de cañón para sus apuestas, la que le hizo creer que era fuerte y la convirtió en líder de una pandilla sin experiencia previa. Si alguien fue el culpable de apretar el gatillo no fuí yo, no fue el asesino, fuiste tú...

El olor de Takeomi se vuelve cada vez más y más intolerable, hasta el punto de asemejarse más al azufre, Sanzu siente que se ahoga al sentir ese terrible hedor en su sensible nariz. Las manos del mayor bajaron hasta colocarse en el cuello del omega, cegado por la ira intenta apretar con todas sus fuerzas el cuello del que alguna vez fue su hermanito.
A pesar del dolor, Sanzu no parecía estar sufriendo, sino todo lo contrario parecía estar disfrutando del dolor; incluso de esta forma su sonrisa no desaparecía.

—¡Te mandaré al otro mundo para que te disculpes con ella! — grita el alfa cegado por la rabia y sobre todo, la tristeza.

— ¡Alto ahí! — grita una voz a espaldas de Takeomi.