·──────⊱ ⚔️ ROYALTY ⚔️ ⊰──────·
❪ Rhaellia Targaryen, princesa de dragonstone
heredera legitima al trono de hierro, señora de
la traición ... ❫
❛ Nos volverán a llamar alteza otra vez...
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Sospecha. Eso era lo que en esos instantes conservaba por los ojos que se mantenían sobre ella, sin saber quién o quiénes eran. Mantenía su mano en su espada mientras vigilaba cada movimiento en su entorno, Ellaria le había comentado sobre pocos asesinos en Dorne, eran tres o cinco al dedicarse a unos asuntos del reino que requerían su entera atención.
No habían vuelto a atacar a la princesa, ni siquiera habían tratado de asesinar a Ellaria bajo ninguna forma, casi como si buscarán una reacción directa de ella; sospechaba de muchas cosas.
La primera, los pares de ojos que observaban su recorrido por las calles. Eran penetrantes y juraba que clavaban dagas para matarla y deshacerse de ella como si fuera una amenaza, porque de hecho, ella era una amenaza.
La segunda, el comportamiento de Ellaria había cambiado, ahora trataba de mantenerla más cerca, Rhaellia juraba que si pudiera nombrarla como su guardia personal lo haría sin dudarlo. Y de hecho, de cierta forma era su guardia que la acompañaba varias veces en muchas cosas.
Ser Alistar estaba con la hija de Ellaria y ella con la misma. Cuidando de su vida y aconsejándola en todo momento.
La serpiente de arena le había confiado recibir unas cosas que Dorne había pedido hace varias semanas para potenciar otras cosas. Sin embargo, Rhaellia iba acompañada de otros cuatro guardias dornienses, Ellaria había decidido no arriesgarse demasiado para enviarla sola.
Esperaron frente al puerto a que bajaran las cajas con el contenido que necesitaban, optando por rodear un poco más la madera empinada para procesar cada movimiento y analizar el interior del barco, Rhaellia toco las cajas dentro del barco esperando al capitán y encontrar el cargamento, varios la miraban directamente a su cabello platinado ceniza y por sobre todo, sus ojos índigos con toda su atención.
───¿Quién eres?───Rhaellia miro a su espalda, analizando el rostro arrugado del hombre con ojos grises casi blancos y su complexión regordeta que la observaba con una ceja elevada y su mano en su estómago.
