7- Beso

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—¡No! ¿Enserio? —Lulú me pregunta asombrada y asiento.

—¡El chico del balcón me defendió! Es tan...

—Vaya, creo que alguien está enamorada —Félix se sienta frente a nosotras.

Y llegó el gatito.

—Yo no estoy enamorada —ruedo mis ojos y él sonríe.

—Hablas como si él fuera un rey.

Casi lo es.

—Es guapo... por cierto, no te vi en la fiesta... —cruzo mis brazos, Lulú nos mira y sonríe.

—Yo voy a ver a Tomy —sale del cuarto y Félix me mira.

—Yo sí te vi, estabas muy guapa.

—¿Y por qué yo no te vi?

—Viste a muchas personas Mary, si me viste, incluso...

—¿Incluso? —muevo mi mano para que continúe.

—Nada, sí me viste, lo que no sabes quién soy —sonríe y lame una de sus patas.

Siempre hace eso.

—¿Y cuándo te voy a ver siendo humano?

—Tal vez nunca, o tal vez algún día.

¿Por qué no me deja verlo?

—Oye... ¿No sabes cómo se llama el chico del balcón? —aprieto mis labios y él sonríe.

—No lo sé, tampoco se que quiere contigo, tal vez tú le gustas.

—¿Pero no sabes cómo entra a la casa de Fabiana sin que ella se entere?

—Es fácil, sube por las escaleras del balcón.

—Mmm... ¿Y por qué desnudo?

—No eres quién para preguntar eso, tú te pasas toda la noche desnuda.

—Si, es cierto, pero es por el calor infernal que hace de noche, joder —resoplo.

—Tal vez él también anda desnudo por el calor.

—Mmm, no había pensado eso.

Él niega con su cabeza divertido.

—Bien delicia, yo voy para mi casa, voy a salir dentro de poco.

—¿A dónde? —le pregunto y Félix enarca una... no sé si sean cejas por Dios.

—¿Para que quieres saber? ¿Para ir a verme?

—No —miento.

—Voy a tener una cita, con una chica humana.

—¿Nunca has... ya sabes, con una gata? —pregunto de repente.

—¿Qué? ¡No! Jamás, imagina estar con una gata y luego estar con una chica, por favor Mary, solo he estado con humanas.

—Mmm, entonces dejas que ellas te vean y yo no, ¿Por qué Félix? ¿Acaso eres feo? A mí eso no me interesa, solo quiero verte.

—¿Feo yo? Estás loca, las chicas se mueren por mi, soy demasiado guapo —sonríe de lado.

—Creído.

—Es la verdad, soy guapo.

—¿Sabes? Tú voz se parece a la de el chico del balcón —le digo.

—Pura casualidad.

—Como también es casualidad que tú tengas un ojo verde y otro azul y él también —suspiro y él asiente.

—Exacto, también es casualidad, ahora, me voy —camina a mi balcón y de un salto llega al suyo.

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