33- Déjate de rodeos

33 8 1
                                    


—Tienes que ir, Mary —Tomy tira de mi brazo para entrar al baño de mis padres.

—¡No quiero! ¡No! Es que me da tanto no sé qué ir. Ya me vale madre Fabiana, me valen madre todos, no quiero ir, por Dios.

—¡Mary! Eres la chica del don.

—Y la mierda —resoplo—. Para lo único que me quieren es para que salve al reino animal, para más nada.

—No digas eso.

—¿Y no es verdad? —enarco una ceja—. Porque ya viste que le valgo verga a Fabiana.

—Ella sólo se preocupaba por Félix.

—¿Y por mí qué?  Sé que Félix estaba mal, pero vamos Tomy, Fabiana en vez de apoyarme me tiraba la pura mierda.

—Primero, deja las malas y cochinas palabras y segundo ella estaba preocupada y triste, cuando estamos así decimos cosas que no queremos.

—Pff, a la verga —me lanzo en el portal y Tomy me sigue.

De todas formas tendré que mirar la cara de Fabiana luego. Así que a ir, ni modo.

                             (.....)

—¡Mary, Tomy! —Min se acerca a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Cómo están?

—¿Y esa alegría? —Tomy le pregunta —. ¿Acaso nuevo ligue?

—Pues sí, adivinaste, Tomy.

—¿Y a que el ligue es un humano sexy? —enarco una ceja.

—Se supone, ¿no?

—Bueno, sí, si no son guapos pues no hay ligue —Tomy rueda sus ojos.

—Bueno, ya. ¿Y eso por aquí ustedes? —Min enarca una ceja—, como que tú no estás muy animada con los míos—. Me señala y resoplo.

—De todas formas soy la "que debe salvar a todos". Tengo que venir sino me echan a la mierda y hablan de mí hasta no poder más.

—¿Quién iba a hablar de tí? —el chico cruza sus brazos—. Perteneces también al mundo humano, allí tienes cosas que hacer, tienes familia, amigos, escuela...

—Pff, ni modo, ya estoy aquí —me encojo de hombros.

—¿No quieres ver a Félix?

—¿Qué te hace pensar que quiero ver a Félix? —elevo ambas cejas.

—Tu miradera hacia allá —señala.

—Buena esa —Tomy le golpea el hombro y Min ríe.

—Pues sí, no se niega.

—¡No vine a verlo a él! —chillo.

—¿A no? —Min acerca su rostro al mío—. Ahora mismo estás loca por saber cómo está.

—Me vale un comino como esté —ruedo mis ojos.

—Ni tú te lo crees, Mary.

—Ya Mary, no des tanto rodeo y ve, habla con él —Tomy me empuja suavemente y yo entrecierro mis ojos.

—¡Que no...!

—¡Ya! Vas o vas —Min toma mi mano y prácticamente me arrastra mientras Tomy le ayuda.

Si en el mundo humano me vieran con estos chicos morirían de envidia.

Igual ya te han visto.

Bueno, seee.

Cuando me dejan frente al hospital de aquí los chicos se alejan y respiro hondo.

Estoy nerviosa por ir y hablar con el idiota ese, pero tengo que hacerlo, o sólo salir corriendo y ya.

Pero quiero ir y a la vez no...

¡Agh! A la verga.

Toco la puerta de la habitación y nadie responde, como esta está abierta la empujo.

—No quiero visitas, por favor —Félix murmura y ruedo mis ojos.

Él siempre tan idiota, y tan... bueno.

Uno de sus fuertes brazos cubren sus ojos creando una imagen que no podré borrar. La mitad de su cuerpo está descubierto para arriba y de la cintura para abajo sólo está cubierto con una sábana.

—Si no quieres visitas me voy, idiota —cruzo mis brazos y pego mi espalda al marco de la puerta.

—Mary —quita el brazo de sus ojos y me mira con su ceño fruncido, leves ojeras son notables.

—Pues sí, yo —me señalo volviendo a rodar mis ojos.

—Y eso tú por... aquí.

—Vine por Tomy y Min que prácticamente me arrastraron hasta aquí.

—Porque sino no hubieras venido —sonríe de lado y asiento.

—Exacto.

—Igual no sé el porqué de no venir y verme. Estando débil te pedí perdón, ¿acaso no lo recuerdas? —me pregunta y miro al suelo recordando.

Es cierto, él me pidió perdón...

¡Y yo casi lloro!

—Pero lo hiciste porque pensabas que ibas a morir —sonrío pestañeando varias veces.

—La verdad es que sí, delicia, tienes razón. Odio pedir perdón, pero lo hice.

—Podrías hacerlo ahora.

—Nah, ni lo pienses, porque no lo voy a hacer —se niega.

—¿Y por qué no? ¿Si lo hiciste débil que más dá sano?

—No jodas Mary, confórmate, pedí perdón, ahora, si quieres perdonarme es problema tuyo —cruza sus brazos.

Como que leí eso en algún lado. Mmm...

—Pues sí, es mi problema. Y no te voy a perdonar hasta que me pidas perdón de nuevo.

—Espera a que Mario venga de nuevo y me haga mierda entonces.

—Si hablas pura mierda idiota —niego con mi cabeza—. Mario no vendrá más por aquí hasta un tiempo.

—Eso pensamos, en cualquier momento aparece y hello mother fucker, con la guardia baja todos.

—Hay que prepararse.

—¡Ha! Esperalo. Eso no pasará, cada vez que lo intentamos todo es un desastre.

—Es que nadie pone de su parte.

—Ni pondrán nunca. Somos unos inmaduros.

—Y menos mal que te cuentas.

—Pues sí, al menos yo no niego las cosas.

—¿Y ese giro? —enarco una ceja.

—Pues quería decirlo hace rato pero igual... Cuando estaba débil me dijiste algo, pero no recuerdo quién nos interrumpió.

—¿Qué te dije?

—Algo Mary —sube y baja sus cejas.

—¡¿Qué es ese algo, Félix?!

—Te va a dar vergüenza.

—¿Enserio? —resoplo.

—Pues sí.

—¡Ya déjate de rodeos y di qué dije!

—Dijiste: Yo te... y ahí se acabó, no terminaste de decir amo.

—Yo no te iba a decir: Yo te amo, tonto —le aseguro.

—¿A sí, entonces qué era lo que ibas a decir?

—Yo te odio, era eso —miro por la ventana que está justo detrás de la cama algo sonrojada.

—Ni tú te lo crees.

—¡No seas creído! No te amo.

—Sí me amas, no lo niegues.

—¿Y tú me amas? —cansada le pregunto—. Haber, responde.

Zoosemiótica✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora