23- Eres mía

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           (Antes de este hay otro<333)

Una semana a pasado desde lo ocurrido.

Las heridas que yo misma me había hecho en mis manos se cerraron apenas Fabiana limpió la sangre. Pero siento algo de dolor... y a veces miedo de no poder controlar lo que sea ese poder.

Poderes, ¿quién lo habría pensado? Todos dicen: ¡Wow, poderes. Lo que no saben es que duelen con mierda y más cuando no sabes ni qué hacer.

Ahora, en esta semana tampoco he visto a Félix. A Min sí ya que a veces anda transformado en gato cerca del parque de la preparatoria, pero el chico del balcón parece que me evita.

Todavía recuerdo sus terroríficos ojos... daban miedo.

Es que ya todo da miedo.

El grito de Félix aún está presente en mi cabeza y hace eco cada que intento dormir.

¿Cómo puede hacer eso?

¿Por qué salió de allí así?

Salgo de mi habitación y voy a la casa de Fabiana. Necesito hablar con ella y que me aclare un par de cosas.

Al llegar al porche voy a tocar la puerta pero no lo hago al escuchar voces dentro.

—Es demasiado fuerte, abuela —escucho la voz de Félix.

¿Abuela?

—Muy fuerte, pero con la práctica podremos ayudarla y controlará sus poderes, ella es fuerte.

Esa es la voz de Fabiana. Ella...

¿Cómo que abuela?

¿Por qué Félix llamó abuela a Fabiana?

—Sí, sé que es muy fuerte. Pero me da miedo de que Mary no pueda...

—¿Crees que Mary no pueda defenderlos? Félix, sólo es práctica. Mary es más poderosa que todos nosotros, hasta más poderosa que el mismo líder de la mafia. Tenemos que confiar y creer en Mary, ella puede con lo que sea.

—Eso espero. Luego vengo, iré a dar una vuelta.

Félix parece que va a salir de la casa así que me quedo en el porche para esperarlo y probar si él se asusta.

La puerta se abre y me pego a la pared, justo cuando la cierra grito un: ¡Mario! y él pega un grito.

—¡Joder Mary! Susto que me has pegado.

—Lo siento —sonrío inocentemente y Félix frunce su ceño.

—¿Qué haces aquí?

—Venía para hablar con Fabiana.

—¿Enserio?

—Sí, pero cambié de planes. Ahora quiero hablar contigo.

—¿De qué? —cruza sus brazos.

—Pues... sin querer queriendo escuché la conversación que tenían Fabiana y tú, y tengo algunas dudas...

—Lo suponía —chico del balcón rueda sus ojos.

—¿Vas a hablar conmigo?

—Ok... pero vamos a otro lugar.

—Pues decide el lugar y nos vamos.

—El parque de la esquina, ahí hablaremos.

—Ok —asiento y lo sigo.

Cuando llegamos al parque nos sentamos en una banca y me mira.

—Habla...

—Pues ante todo, ¿por qué le dijiste a Fabiana abuela? —coloco mi codo sobre el espaldar de la banca y sobre mi mano pongo mi rostro, él moja sus labios.

—Últimamente te vas enterando de todo muy rápido. Fabiana es mi abuela, ella es la madre de mi mamá.

—¿Qué? —pregunto sorprendida.

Llegué al punto de pensar que lo sabía todo, pero veo que no sé nada.

—Pues así es, delicia.

—Wow. Ahora... eso que hablabas sobre lo que sea de mi poder... ¿Sabes algo que yo no sepa?

—Tú poder es muy fuerte, tanto que es muy peligroso y a la vez bueno. Nos puedes salvar pero a la vez destruir —traga saliva.

Yo no sabía eso.

—¿Destruirlos? ¿Cómo? —pregunto.

—¿Recuerdas lo que pasó aquel día en el reino animal, cuando no podías volver en sí y estabas metida en tú propia conciencia? Eso es malo, tienes que aprender a controlar eso o sino puedes lastimar a cualquiera, menos a mí.

—¿Menos a tí?

—A mí no me puedes lastimar porque... yo tengo tú mismo poder Mary. Cuando viste mis ojos aquel día despertaste de ese mal momento y te asustaste, y yo también me asusté al verte. Al ver que eras igual a mí en el sentido del poder oscuro. Tus ojos eran iguales a los míos, y deseabas lastimar a cualquiera aunque Mario no estaba allí —toma mi mano y la acaricia—. Si pudiera te alejara de toda esta mierda, pero no puedo, eres nuestra única salvadora.

—¿No que tú poder y el mío son iguales?

—El tuyo es más fuerte porque eres la última persona en tenerlo. El primero es mi padre, el segundo soy yo y tú eres la tercera, la última persona que obtendrá el poder oscuro. Así que la fuerza del poder varía en mí y mi padre, menos en tí.

—¿Y tú padre...?

—Te conté que la mafia gatuna los... ya sabes.

—Deben estar vivos.

—No lo creo Mary —niega con su cabeza.

—Tal vez estén vivos y cuando a Mario se le pegue la gana te lo dirá.

—Y todo lo que tenga que ver con él implica negocio, y eso jamás sucederá.

—¿Qué negociaría Mario por tus padres?

—Te querría a tí a cambio, y no permitiría eso.

—Pero son tus padres...

—No sé si estén vivos, Mary, además, no te daría a Mario.

—¿Tanto me quieres? —pregunto burlona y él suelta mi mano para tomar mi rostro.

—Eres mía, que eso no se te olvide. No te entregaré jamás, porque sin tí no soy Félix, sólo soy Vinicius.

Madre mía...

Trago saliva y él sonríe de lado.

—¿Sin palabras?

Asiento rodando mis ojos y besa mi mejilla, cosa que jamás había hecho y me ha puesto con el corazón a mil.

—¡Pero que amor! —la voz de Min hacer que nos peguemos cada uno a la esquina de la banca.

Min gato se sube a la banca y suelta una carcajada.

—Muero con ustedes. Se odian, se aman, se foll...

Félix le pellizca una oreja y el gato Min suelta un maullido de dolor.

—¿Por qué haces eso?

—Porque a Mary no le gusta escuchar esas palabras así por así —chico del balcón me mira con una sonrisa de lado y yo por instinto sonrío.

Amo que me conozcan.

—Sí, claro. ¿Y cuando le dices: vamos a ya sabes? —Min hace una mueca y Félix rueda sus ojos.

—Sólo lo hicimos una vez, además no sé lo pedí así, sólo... pasó.

—Y la niña está sonrojada —Min me señala con su cola y le enseño el dedo de en medio.

Puto Min.

Zoosemiótica✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora