38- Ya nos vamos

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                      Mario
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—¡Que ya no quiero más de esos estúpidos remedios! —lanzo el vaso al suelo, la criada se arrodilla para limpiarlo y miro a otro lado.

Ya me siento demasiado bien para seguir tomando los inventos esos. La chica del don prácticamente acabó conmigo, pero ya estoy bien. No siento ni un poco el dolor que sentía ese día.

Su poder es más fuerte de lo que yo pensaba. Los otros eran débiles comparados con este, y es que la persona siempre tiene que ver en sus poderes. Ella no es débil, ni es una pendeja de esas que se asusta por todo, y eso es lo que me jode.

Derrotar a esa chica va a ser muy difícil y necesito su poder, la necesito a ella.

Me levanto de la cama y voy directo a la habitación de mi esposa. Allí ella se encuentra mirando por el balcón de su habitación.

Mirar y no escuchar.

Maldita Paula.

Me juré hacerte pagar y sufrir más de lo que mi esposa ha sufrido, y eso va a pasar.

—¿Cómo se encuentra? —le pregunto a mi hija, ella mira a los ojos de su madre y aprieta sus labios.

—Ella dice estar bien, pero sabes que no es así, papá —se levanta y se acerca a mí para abrazarme—. Esa maldita debe pagar, todos deben pagar y si no lo haces tú lo voy a hacer yo.

—El...

—Yo nada papá. Además te dije que no pronunciaras mi nombre aquí, esa gente tiene espías.

—Sí, es cierto, lo siento. Lo siento Inés.

Inés. Mi hija adoptiva del reino humano, con el don de la mafia y el poder cambia formas. Es una de mis secuaces más importantes, además de ser mi... amante y la que puede hablar a través de la mente con mi esposa.

—Muy bien, papá —me guiña un ojo y muerde su labio inferior—. ¿Qué tal si jugamos un ratito?

—Ya sabes la respuesta soy todo tuyo —la pego a mí de una y comienzo a desvestirla.

Mary
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Hoy, sin mucho ánimo, cerca de la hora de la cena, me ducho y me quedo unos minutos demás debajo del agua, apenas llevo diez segundos...

Mañana atacaremos a la mafia Gatuna. Mañana será un día decisivo para todos, principalmente para mí.

Luchar cuando ni siquiera estoy preparada y sé que algo malo va a suceder, porque lo sé, presiento que todo no va a salir bien, y aunque quiera ser positiva como mis padres me han enseñado y decirme a mí misma que mañana todo saldrá bien no puedo hacerlo, porque cuando se sabe que lo malo se aproxima pues ni modo.

No les haré cambiar de opinión con decirles que podemos ir otro día, porque entonces me tomarían como una pendeja que le da miedo atacar a unos gatos mafiosos que tienen el jefe más poderoso de todo el reino animal, porque sí, él es el más poderoso, yo jamás seré así. No estoy entrenada, puedo acabar con todo si uso mis poderes mal, y si no lo hago pues soy una mierda.

Pero ok, quieren ir mañana, pues vamos, quieren que las cosas salgan mal pues genial. Y ni advertirles, ni decirles nada, al final no me harán caso.

Salgo del agua cuando siento mis pulmones arder y respiro profundamente, pasando mis manos por mi rostro y saliendo de la ducha.

Me pongo mi pijama y bajo a cenar, junto a mis padres.

—Cariño, toma asiento, esperábamos por tí —mamá me dice, sonríendo dulcemente, yo, con una sonrisa asiento.

Zoosemiótica✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora