Zoosemiótica✔

Fin

El frío que hace en la cuidad hace que tenga que usar uno de mis abrigos para abrigarme bien. Me gusta el frío, pero ahora hace más que el año pasado...

¿Y pensar que el año pasado no me había sucedido nada de esto?

Por Dios.

Ni siquiera sabía que era Zoosemiótica, sólo hablaba con mis amigas y tenía una vida normal.

Jamás creí que esto me fuera a suceder y sucedió. Me acostumbré a mi nueva vida.

—¡Hola! —Tomy entra a mi habitación sonríendo y me abraza—. ¿Qué tal el frío?

—De madre, hace más que nunca.

—Seee.

—Si Mario no estuviera muerto pensaría que esto es cosa de él.

—No pronuncies su nombre, por favor.

—Sí, es mejor no invocar muertos.

—Deberíamos bajar, ¿no? Todos están en el patio.

—Afuera hace más frío —hago una mueca.

—Pero es fin de año, debemos ir, además casi son las ocho.

—Pues sí, vamos —asiento y salimos de mi habitación para ir al patio.

Está lleno de personas, pero no cualquieras, mis amigos y mis padres, junto a mis abuelos que a cada nada ven raro a Félix y ellos juran que es el gato de Fabiana. Obvio que ellos no saben nada.

Min y Elena, los que ahora son novios, se la pasan haciendo tiktoks juntos y hoy no han dejado de hacerlo.

Y bueno, Tomy y Lulú también son novios. Mi ship se hizo real, sólo espero que tengan una hija o un hijo.

Yo y Félix estamos bien. Igual discutimos por boberías insignificantes pero lo resolvemos siempre, claro, sólo si suelta un te amo, cosa que lo hace fruncir el ceño. Aún no sé acostumbra a mostrar afecto hacia alguien y lo entiendo, aunque a mis abrazos no se resiste.

Sus padres y él tienen la mejor relación. A cada nada le dicen te quiero y él sonríe y esa sonrisa significa lo mismo.

Leerlo últimamente es muy fácil...

—Hola, delicia —el rey de roma me abraza por detrás causando miles de emociones dentro de mí.

—Hola idiota.

—¿No pudiste buscarme otro apodo? —frunce su ceño cuando me giro hacia él.

—Pues no, es que ese te pega. A veces eres un idiota.

—Eh, ya no lo soy.

—Antes lo eras —enarco una ceja.

—Lo sé, delicia, lo sé.

—Hueles a flores —le digo pegando mi nariz a su cuello.

—¡Oye! Me estás olfateando. Eres una gata, no un perro.

—¡Tonto! Sólo digo que hueles rico.

—Pff, esa fue Lulú cuando se estaba vistiendo. Pasé por su lado y me echó un poco de su colonia.

—Colonia femenina...

—Sí, la detesto, es muy dulce.

—Mhm, te pega más la masculina.

—¿Por qué? ¿Me hace ver más guapo?

—Hey, que no se te suba el ego.

—No, tranquila. Aunque tú me lo subiste cuando me fijé en tí y tú caíste rendida.