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Sueños cumplidos.

YEZZY

11 de abril de 2026.

Estudiar Psicología hubiera sido una buena opción en mi vida porque se me daba de lujo. Tenía dos amigos que me tenían contratado a tiempo completo y, ¡para que me iba a engañar! En el fondo estaba feliz viendo cómo estos dos al final terminarían juntos y, si no era así, sería un gran fracaso para mí como asesor amoroso.

Thiago se concentró en ayudar a su abuelo y en hacerse cargo de las empresas que Martí le confió como único heredero. Tuvo altos y bajos sintiendo que no podía luchar contra su progenitor. No se supo nada más de Marco y nunca se pudo comprobar ningún tipo de relación con su padre. Eso para mi amigo fue razón suficiente para no seguir luchando. Él sentía que estando lejos de Cloe nadie le haría daño y así continuó, sin tener ningún acercamiento hacia mi amiga, a pesar de que ya sabía que volvía a estar sola.

Habían pasado dos meses desde que Cloe había hablado con Dylan y su relación de follamigos había tomado distintos rumbos. Los primeros días fueron intensos, llantos y autoflagelaciones por parte de mi amiga sintiéndose de pena por lo que había hecho pasar a Dylan todo este tiempo. La siguiente semana fue aún peor, cuando veía cómo el musculitos estaba compenetrado con Noa, la guapísima Barbie fitness como mi amiga le llamaba; él le contaba cómo se sentía y lo bien que se llevaba con esa chica y ahí, la reina de la comprensión, aunque aquello hiciera pupa a su orgullo, entendió que él debía ser feliz. Algún día alguien despertará en Cloe esa pasión que tuvo por Thiago, haciéndola sentir igual o mejor. Solo así lo podrá, olvidar de verdad.

Llegó el tiempo de resurgir y volver a empezar, de levantarse por un motivo. Cloe reaccionó, apenas dormía, centrada exclusivamente en terminar el grado universitario y, en sus horas libres, a meterse de lleno en su gran sueño de publicar su libro. En cuanto terminó el manuscrito Manu y yo lo leímos y nos sentimos muy orgullosos, comprobando el gran talento que mi amiga había ocultado durante años por miedo o quizás por vergüenza a que leyeran sus sentimientos; porque eso era exactamente lo que transmitía en cada frase que escribía. Acababa de llegar a casa la corrección del manuscrito en papel que habíamos mandado a una amiga de mi madre, correctora freelance en una gran editorial. Era el original para que Cloe lo guardara de recuerdo.

Abrí la puerta de golpe tocando las palmas, despertando a mi amiga de su sueño de sábado placentero.

—¡No todos los días uno se despierta con su sueño hecho realidad! —Grité a pleno pulmón.

Se movía de la cama sin quitarse la almohada que tapaba su cara.

—¿Por qué no vas a tocarle la flauta a Manu y me dejas dormir? —Hablaba con la voz ronca en un claro mal humor.

—Ya le toqué "las mañanitas" al despertar, ¡envidiosa! —se quitaba la almohada con risas dejando a la vista su pelo enredado y sus ojeras marcadas por no haberse quitado el maquillaje la noche anterior— Te ha llegado un paquete. —Lo movía de una mano a otra esperando su reacción.

—No he pedido nada.

—Pues aquí dice —entoné la voz— Cloe Méndez Vila.

—Ábrelo tú, a lo mejor es una bomba.

—Una bomba es... —mostré mis dientes sabiendo quién lo había enviado—. ¿Te leo el remitente? —Movió los hombros mostrando indiferencia.

—Eugenia Tejedor.

Saltó de la cama y su expresión cambió radicalmente. Se tiró a mis brazos y me arrebató el sobre de las manos.

—¿Cómo no me has avisado antes?

—Acaba de traerlo un repartidor.

—Yezzy, tengo miedo —sujetaba con nervios el sobre.

—¿Matas una serpiente venenosa y ahora le tienes miedo a su piel? —Sonreí demostrándole que estaba feliz—. Esa es la corrección del manuscrito original para que la guardes, la digital está en tu correo; solo falta maquetarlo y subirlo a Amazon. —Se ruborizó emocionada, sus ojos se llenaron de lágrimas ¡estaba a muy poco de cumplir su sueño!— Mi madre me había dicho que Eugyne, como cariñosamente le llamábamos, te había mandado varios audios con sus impresiones, que le había encantado y que sería un éxito seguro.

—¡Joder, Yezzy, no sé qué haría sin vosotros! —Exclamó mientras abría lentamente el sobre con manos temblorosas.

—¿Qué me estoy perdiendo? —Manu entró en la habitación grabando el momento con su móvil. Cloe sonrió con el rostro bañado en lágrimas y todo el maquillaje corrido; el pijama de lunas pequeñitas no era su mejor outfit pero esa versión original y sin filtros era lo que la hacía única y especial.

Sacó con cuidado el manuscrito encuadernado y lo miró como quien descubre un tesoro después de años de búsqueda. Estaba feliz y lo transmitía con la emoción que demostraba.

—¡Esto merece una celebración! —Grité con entusiasmo—. Anda a ducharte, que dan pena tus pintas ¡Ponte guapa, que hoy nos vamos de fiesta!

Nos abrazó fuertemente, en señal de agradecimiento y nos hicimos una foto para el recuerdo.

Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora