Desenlace.
CLOE
No tuve palabras. Cogida de la mano de Yezzy fuimos en silencio desde la habitación hasta el invernadero. Mi amigo tampoco habló. Quizás no sabía qué decirme.
Caminé firme y con decisión porque aunque las palabras de Thiago me confundían mucho, su actitud de todos estos años decía todo lo contrario. Me encontré con un risueño Dylan que bailaba con mi madre y en cuanto me vieron se acercaron a la mesa. Me miró las zapatillas y quizás algo en mi mirada le hizo preguntarme:
—¿Estás bien?
—Sí, ahora estoy bien —besó mis labios con suavidad y cogió mi mano invitándome a bailar. No me negué. No preguntó nada más.
Dylan volvía a rescatarme de mis tristezas y amarguras llenando mi vida de colores. Bailamos una canción detrás de otra haciéndome olvidar en ese tiempo las palabras que retumbaban en mi mente «Ella es la única a la que he querido de verdad».
Una hora después Thiago volvió a la fiesta, sin compañía y con la mirada perdida. No quería fijarme demasiado pero era inevitable. Aunque tenía otra mesa asignada con su pareja, decidió moverse a la mesa principal de los novios y sus padres, supongo que ellos, al darse cuenta de que estaba solo se lo ofrecieron y se ubicó al lado de la abuela de Yezzy, que estaba a continuación de los padres del nene. Me quedé más tranquila al saber que estaría acompañado. Aunque me hiciera la dura me dolía verlo mal.
Transcurría la fiesta con los novios paseando por las mesas y bailando. Llegó la hora de la cena con un exquisito banquete entre risas y música en vivo con una orquesta. Todo iba genial hasta que llegó el momento de cortar la tarta. Entró una chica tocando el saxofón y nos deleitó con una variedad de artistas: Sweater Weather de The neighbourhood, I wanna be yours de Arctic Monkeys, Photograph de Ed Sheeran y finalizando con Manos de tijera de Camilo. Un mix que me daba señales, letras de canciones que conocía a la perfección y que hicieron que mis ojos buscaran a Thiago llena de sentimientos. La playlist de tres canciones que hicimos a la vuelta de Andorra, mensajes ocultos que hablaban por sí solos. En cada canción nuestras miradas se cruzaban y yo la apartaba intentando evitar la suya, mi corazón se salía del pecho...
Hasta esa última que era nueva y marcaba un adiós:
«...Pero no te culpo, yo sé que vas a rehacer tu vida. Lo único que quiero que tú sepas, es que yo no puedo rehacer la mía...»
Lo busqué en cada rincón de la fiesta pero ya no lo encontré. Thiago se había ido dejándome una vez más destrozada y con el corazón en mil pedazos. Ya no lo vería más. No tendríamos más excusas para buscarnos. Tenía que pasar página y aprender, de verdad, a vivir sin él.
Fue entonces cuando vi a ese chico de mirada angelical sentado a mi lado. El que no me pedía nada, el que me daba su amor y su cariño sin exigencias, el que me hacía olvidar en mis momentos más desesperados. Cogí su mano y le pedí bailar hasta la última canción de la noche. Nos besamos, nos abrazamos, bailamos.
No nos fuimos hasta el final de la fiesta después de no sé cuántas copas de cava... ¡Perdí la cuenta! Necesitaba olvidarme del mundo. Mis padres ya se habían marchado con un Andrés dormido entre los brazos de mi padre a la habitación. Alicia y Lucas se fueron después de comer la tarta. Poco a poco se iban los invitados. Algunos se alojaban en el pazo; otros, en cambio, escogieron hoteles céntricos de la ciudad.
—¿Nos vamos? —le pedí a Dylan con un abrazo y mi cabeza pegada a su pecho.
—Cuando quieras.
—¿Esta noche querrás ligar conmigo, aunque haya bebido?
—Es posible... —Me dedicó una sonrisa seductora y me cogió de la mano.
Me dejé querer entre sábanas blancas, sus apasionados besos y un tórrido encuentro llenaban el vacío que sentía. Dylan me ofrecía ese amor que tanto necesitaba, un amor comprensivo, sin preguntas, el mismo que le ofrecía yo en sus momentos de debilidad llamada: Elisa.
Pasamos los dos últimos años juntos, dejando claro que nos queríamos sin exigencias ni ataduras. En múltiples ocasiones Dy intentó volver con su ex pero su relación estaba rota por un engaño. Lo consolé muchas veces porque consiguió en mí ese apoyo incondicional sin que le juzgara por sus actos, una amiga con derecho a roce que entendía lo difícil que era olvidar a alguien que se mete en tus venas y en cada célula de tu cuerpo. Algunos lo llaman dependencia. Otros, en cambio, lo llamamos amor.
![](https://img.wattpad.com/cover/318950928-288-k102108.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).
RomansaTercera parte de la trilogía MDDA. (Completa). (Publicada en físico 15/09/22). SINOPSIS. Pasaron demasiados atardeceres y lloré mil lunas preguntándome el porqué. ¿Por qué me perdí de vivir estos años contigo? ¿Por qué me regalaste los mejores y p...