18

2.4K 246 25
                                    

Nostalgia.

THIAGO

Salía de casa para cenar con unos compañeros de clase. Llegaba justo a la hora cuando saltó una notificación. Cogí el móvil y mi cuerpo se erizó por completo al ver un mensaje de Cloe.

Solo quiero saber ¿por qué? ¿Qué te hice para merecer esto?

¡Mierda!

Le pedí a mis iaios y a Marco que no le dieran mi teléfono. Era demasiada tentación oír su voz o recibir un mensaje sin salir corriendo a buscarla. Yezzy, con quien hablaba a menudo, me contaba brevemente cómo estaba sin dar muchos detalles. No le gustaba estar en el medio de ambos. Así que respetaba su posición. Él, sin duda, había sido un gran amigo. Se aguantó mis días de bajones cuando me instalé aquí en Boston. Separarme de Cloe. Adaptarme a otras formas, una vida completamente distinta a la que tenía en A Coruña, incluida mi etapa en Barcelona. Aquí iban a otro ritmo. No tenía a nadie en casa, era una vida solitaria y triste. Muchas veces hacíamos videollamada Manu, Yezzy y yo. Había días que hasta me acompañaban en la cena. Ellos solían acostarse muy tarde y aprovechábamos para contarnos nuestras cosas. Yo les hacía de guía virtual por Barcelona y les mostraba sitios emblemáticos y de referencia que tenían que visitar y ellos oían mis anécdotas tratando de encajar en esta sociedad tan variopinta. Eso ocurrió hasta que Cloe se mudó con ellos. No quería tan siquiera oírla. Me dolía cada día más su recuerdo y el no tenerla cerca, pero sabía que lejos de mí estaba a salvo. Me alegraba que estuviera viviendo con ellos, sabía que la cuidarían, protegerían y que le ayudarían en todo. Para lo que no estaba preparado era para recibir su mensaje por Instagram. No me alegré de que me escribiera porque sabía que su búsqueda desesperada para hablar conmigo era realmente un sufrimiento. Y para no alimentar más su dolor preferí no abrir el mensaje. Necesitaba que rehiciera su vida a pesar de que sabía que, si algún día la veía con alguien, el que sufriría sería yo.

Al que sí escribí fue a Yezzy.

T: Yezzy, ¿estás con Cloe?

Y: Lo que me faltaba. ¿Qué ha pasado?

T: Me escribió por ig.

Y: Bebió de más.

T: ¿Por qué?

Y: ¿En serio me lo preguntas?

T: Sí.

Y: Mira Thiago, Cloe está mal. Quiere olvidarte. ¿Qué quieres que te diga? Tomó varias cervezas. Salió de Pachá hecha un demonio. Ahora la llamo y te digo.

T: ¿Está sola?

Y: Pues claro ¡coño!

T: ¡Mierda, Yezzy! Si está sola le puede pasar algo.

Y: Es mayorcita ¡eh! ¿No es que ya no te importa?

T: Nunca he dicho que no me importe.

Y: Vale, pues no me contesta.

T: ¡Mierda!

Y: Nada, tío, le escribí y ahora tengo que hacer de policía porque la niñata no quiere decir dónde está y apagó el móvil.

T: Joder, Yezzy cuando sepas algo dime.

Y: Oye, Thiago, ¿cuándo será el día que dejaréis de hacer el imbécil los dos?

Suspendí la salida enviando un mensaje y regresé a casa. Tenía un mal presentimiento.

****

Pasaban las horas y Yezzy no me escribía. Lo haría cuando la encontrara. Medité muchas veces si abrir o no la notificación que iluminaba la pantalla de mi móvil. La ignoré, entré en su perfil y repasé todas sus fotos publicadas. Había eliminado muchas, incluso quitó las historias destacadas. Solo dejó nueve imágenes en el feed alternándose con escritos. Bajé el dedo para actualizar y se iluminó una historia nueva. Dudé mil veces si abrirla y delatarme, pero la necesidad de saber de ella pudo más.

 Dudé mil veces si abrirla y delatarme, pero la necesidad de saber de ella pudo más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora