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La palabra felicidad tiene tu nombre.

CLOE

18 de septiembre de 2026.

No era la mejor periodista que se había graduado, y aunque estudié muchas técnicas para comunicar, nunca imaginé que se juntarían los astros. A la gente le gusta el salseo, era lo que nos daba la vida; a eso súmale tener un mánager de lujo con miles de contactos y un pico de oro que vendía como el que más; añádele a la pareja fitness haciendo publicidad desinteresada en sus concurridas redes sociales y el resultado en menos de una semana fue que mi editora me confirmaba que lanzaban la tercera edición de Déjà vu. La repercusión había sido tremenda con mi inocente declaración de intenciones a mi querido desastre y eso vendió mucho. La editorial me ofreció que nuestro acuerdo no solo se quedara en esa obra sino que me proponían seguir escribiendo para ellos.

Era una noticia increíble y además ese día sucedió algo que nunca hubiera podido imaginar.

Quería dar una sorpresa y la sorprendida fui yo. Celebrar el cumpleaños de Thiago era algo que llevaba en mente desde el mismo día en que nos dimos otra oportunidad. Pensé las mil maneras de sorprenderlo. Era difícil elegir un regalo cuando lo tienes todo, así que, volví al origen, a nuestra sencillez. Esa era nuestra esencia.

Por la mañana le había enviado un pequeño ramo de rosas azules a su casa con una nota que decía: «quiero que seas feliz hoy y siempre». No hubo respuesta por su parte; tampoco a los audios... y eso me inquietó. Llevaba días sumergido en el doctorado y en su trabajo así que fui paciente y esperé. Ese mensaje no llegó...

También habíamos hecho una videollamada y pude felicitarle con mucho entusiasmo. Quedamos en vernos en su piso. Lo hacíamos con frecuencia para ver algo más que la luna... Él seguía viviendo con su abuelo y yo con Manu y Yezzy aunque muchas noches nos perdíamos en las sábanas de su lujoso ático. Fue precioso que me pidiera vernos los dos solos esa noche.

Llegué a su casa a la hora acordada con los mismos nervios de siempre aunque en esta ocasión eran más porque no había sabido nada de él. Timbré y no hubo respuesta, pero me fijé que la puerta no estaba cerrada y entré, con la angustia de pensar que le hubiera ocurrido algo. Sentí una música instrumental de fondo. El piso estaba todo oscuro, iluminado solo por un camino de velas que me llevaba a la terraza y un halo de tranquilidad me envolvió al percatarme de una mesa para dos perfectamente montada. Las flores que le había enviado por la mañana estaban en la mesa baja de los muebles de la terraza. No entendía muy bien qué estaba pasando. Apoyado en la barandilla mirando al infinito Thiago me esperaba. Al sentirme se giró, mostrando su preciosa sonrisa relajando mis nervios. Se acercó y me besó muy suave, con ternura. Le entregué su regalo entre tanto misterio.

—Feliz cumpleaños, Thiaguiño.

—Mi mejor regalo siempre eres tú. —Me abrazó y me besó la frente.

—Es una tontería...

Sacaba de la bolsa un globo de los deseos para que juntos volviéramos a cometer la locura de lanzarlo, y una carta de mi puño y letra donde enumeraba las trece normas básicas para enamorarme que me había establecido siendo una niña y que Thiago cumplía a la perfección.

—¿Sabes que se me cumplieron los tres deseos que pedí aquella vez? —le confesé con mi mejor sonrisa.

—Ah, ¿sí ? A mí solo me falta uno.

—¿Y puedo hacer algo para cumplirlo? —Asintió cogiendo mi mano y la besó con la sensualidad de siempre.

—Quería que llegara este momento.

—Estaba nerviosa porque no he sabido nada de ti en todo el día y...

No me dejó terminar la frase.

—Las cosas importantes merecen ser una sorpresa, ¿no? —Me dejó con la duda en el cuerpo.

—No entiendo...

—No quiero que vuelvas a llamar en esta casa.

—¿Por? —La sorpresa me paralizó. No comprendía nada.

—Porque quiero que entres y salgas cuando quieras sin llamar. —Cogió unas llaves de la mesa y me las entregó en la mano—. Me encantaría amanecer a tu lado siempre. Si tú quieres...

Me llevé las manos a la cara al mismo tiempo que mis lágrimas aparecieron con la emoción del momento. Thiago me ofrecía compartir su vida conmigo... ¡Un sueño hecho realidad!

—¿Eso es un "sí "? —Preguntó con cierta duda.

—¡Sí, claro! —Respondí enredándome en sus brazos y besándolo como si no hubiera un mañana...

—Entonces... ¡se cumple mi tercer deseo!

Si me pidieras que le diera vida a la palabra felicidad, sin duda, ese era el mejor momento.

Si me pidieras que le diera vida a la palabra felicidad, sin duda, ese era el mejor momento

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Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora