61

2K 244 7
                                    

Un buen comienzo.

YEZZY

Recogí el móvil del suelo mientras todos me miraban con cara de asombro por mi grito. Tras el impacto por semejante noticia, elegantemente Cloe y Dylan finalizaban el directo, agradeciendo a los cientos de personas que se mantenían conectadas.

Manu se puso a mi lado preguntándome en susurro:

—¿Te has pillado los huevos con la cremallera? —sonrió cogiéndome por el hombro.

—Uff, no, te aseguro que en cuanto te lo cuente tú también gritarás. Dame unos minutos y te digo.

Me puse el teléfono en la oreja, le di un beso corto y entré de la terraza, en dirección a la cocina, para seguir hablando con Thiago a solas. Cloe me seguía los pasos con la mirada; lo supe porque al girar me hizo señas para que no me fuera, pero esto era un notición y tenía que conocer más detalles.

—¿Me quieres explicar qué carajos me has dicho antes? —pregunté, sabiendo que seguía al otro lado del teléfono.

—Lo que has oído, han matado a mi padre en la cárcel.

—¡Hostia, tío!, ¿Quién fue el héroe? Para mandarle un regalo.

—Lo hicieron entre varios presos.

—¡No jodas!

—Me explicaron que habían ido directamente a por él. No sé, Yezzy, estoy un poco descolocado.

—Deberías estar feliz.

—Es jodido entender cómo me siento porque quizás con mi visita se reveló su identidad.

—No entiendo lo que dices.

—Él estaba recluido en el módulo de protegidos en el que están los violadores, parricidas, etc. Cuando fui a verlo, a su lado había un tipo con una señora mayor visitándolo que miraba a Leonardo con un odio infinito, igual que a mí, y observó nuestra pelea con especial atención. Mientras él se burlaba de mí perdí el control y grité varias veces su nombre. Seguro no era el que conocían en la prisión, así que, en parte, me siento culpable porque también grité su delito. Me pudo la rabia, Yezzy, dije que había matado a mi madre y a mi hermano. Los guardias me sacaron hecho una furia. Rompí una silla a patadas mientras me sacaban del sitio y no sé si la puerta. Estaba enloquecido por su provocación.

—¿No me digas que te sientes culpable? —Pregunté con asombro.

—No sé qué decirte.

—Mira, ¡que le jodan! Había tardado demasiado.

—Ya lo sé pero no puedo evitar sentirme así.

—Piensa que por fin podrás estar bien. Thiago, ¡empieza a vivir! Te lo mereces.

—Lo intentaré —Lanzó un suspiro que escondía tantas cosas... Conocía a Thiago y recuperarse de esto no resultaría nada fácil.

—¿Por qué no te vienes a casa?

—Lo pensé, te juro que era lo que necesitaba pero no puedo interrumpir su gran día.

—¿Te refieres a Cloe?

—¿A quién más, Yezzy? Ahora que ha pasado todo no sé qué hacer. ¿Cómo le vuelvo a mirar a la cara?

—Con los ojos fieros que tienes, campeón. Sabes que son su perdición —Me burlé sabiendo que lo alegraría—. ¿Te vienes a celebrar? —Le invité con ganas de ayudarlo a levantar el ánimo porque, aunque todos habíamos deseado la muerte de Leonardo, sabía que él no se lo esperaba y lo notaba muy afectado.

—Otro día, Yezzy. Gracias. —Su voz se había transformado en susurro—. Felicítala de mi parte.

—¿Y por qué no le escribes? Sería un buen comienzo.

—No sé, lo pensaré.


Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora