Decisiones que rompen el corazón.
THIAGO
Regresar a su lado y verla con su mirada triste me hacía sentir una mierda. Me senté con distancia aunque juro que quería todo con ella; pero debía medir mis deseos. Nunca más me podré acercar libremente como cuando nos devorábamos sin controlarnos siendo unos niños. Había perdido todos mis derechos. La notaba más distante que cuando vivía en Boston.
—Si quieres te llevo a casa.
—No —fue su respuesta, sus ojos miraban el mar y la oscuridad de la tarde. Tenía la nariz roja de tanto llorar. Su seriedad me perturbaba—. Si quieres, vete tú, yo me buscaré la vida.
—No me iré.
—Pues yo sí quiero que te vayas.
—Lo siento, no te voy a dejar aquí.
—¿Por qué no? —Me lanzó una mirada glacial mientras terminaba de un trago la bebida—. Lo hiciste en peor situación. Fuiste tan egoísta que ni siquiera me permitiste despedirme.
—Ódiame si quieres, sé que me lo merezco.
—Ojalá fuera fácil odiarte —se giró y miró el vaso.
—Si quieres llamo a Yezzy para que te venga a buscar. No quiero incomodarte.
—Te he dicho que me las arreglaré sola; no te necesito ni a ti ni a nadie. —Se levantó y fue al baño con paso inseguro. Me acerqué a la barra con rapidez, pagué y la esperé pacientemente en la puerta del servicio.
Pasó un buen rato y salió con la cara lavada y el cabello recogido en una coleta. A pesar de estar descolocada por la situación su saber estar me imponía. Se le veía muy segura y eso me gustaba mucho. Conservaba el mismo estilo: unos vaqueros de talle bajo con muchos rotos que dejaban ver sus piernas en muchas partes, un top que marcaba su silueta y sus clásicas Vans de corte bajo. Con el rostro sin apenas maquillaje. Seguía siendo la misma. Nuestras miradas se encontraron y me acerqué lentamente a ella.
—¿Por qué estás aquí?
—Te llevo a casa, —susurré deseando que no se negara.
—Me quiero quedar sola, —gruñó con rebeldía.
Cogí su mano, me acerqué sin importarme su rechazo y la abracé rodeando su cuello. Necesitaba sentirla una vez más. Me correspondió sin fuerzas. Cogí su cara y besé su mejilla esperando que se separara, pero no lo hizo.
La deseaba más que a mi vida.
—Déjame llevarte a casa, aunque sea la última vez, —la miré suplicando— por favor.
Asintió sin responder y le cogí nuevamente la mano. Caminamos lentamente hasta el coche, un silencio triste nos acompañó por un paseo largo con muchos escalones y árboles muy tupidos que dejábamos atrás a medida que bajábamos. Una luna llena iluminaba el cielo. Me quedaba en blanco sin saber qué más decir, nos faltaban las palabras y ya no había más justificación. La había perdido por mi cobardía. Me sobraba el amor por ella y, a pesar de que ya no tenía que tener miedo a lo nuestro porque mi padre ya no existía, al final él había logrado su objetivo de que viviera con el dolor de haberla perdido. Posiblemente ella nunca me llegue a perdonar. Tenía que contarle tantas cosas... pero no era capaz de ser coherente, ya nada tenía sentido.
Antes de llegar se detuvo. Me giré quedando de frente con nuestras manos entrelazadas. Necesitaba su tacto, recorrer su cuerpo, sentir sus labios... Un deseo incontenible que me gritaba que la besara.
—¿Por qué dices que será la última vez? —preguntó con la voz temblorosa.
—Porque no te merezco.
—Tú siempre tienes que tomar las decisiones, ¿verdad? —Volvía su rechazo soltándose de mi mano.
—No. —Era inútil remover más cosas.
—Pero las tomas. Tú decides cuándo te vas y cuándo regresas. Tú decides hasta lo que yo quiero tomar, porque no sé cómo mierdas supiste que me gustaba la clara.
—¡No! —Contesté afligido por sus palabras. ¿Cómo podía hacerle entender que lo único que deseaba era explicarle mis motivos aunque para ella nunca serían válidos?—. Sé que te gusta la clara porque veo tus historias. Te sigo desde el día que me fui. También recurría a las de Yezzy, Manu o a las de tu novio.
—Dylan no es mi novio.
—Tú me lo dijiste. —Respiré controlando mis emociones—. Han pasado muchos años y ya no puedo echar el tiempo atrás. Lo siento, maldita sea, siento haberte hecho sufrir todo este tiempo. Siento haberme ido, ¡joder!, y ahora que mi padre no está solo quería que supieras por qué lo había hecho. Nada más. Te dejo en paz. Te juro que no te volveré a molestar.

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Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).
RomanceTercera parte de la trilogía MDDA. (Completa). (Publicada en físico 15/09/22). SINOPSIS. Pasaron demasiados atardeceres y lloré mil lunas preguntándome el porqué. ¿Por qué me perdí de vivir estos años contigo? ¿Por qué me regalaste los mejores y p...