Tercera parte de la trilogía MDDA. (Completa). (Publicada en físico 15/09/22).
SINOPSIS.
Pasaron demasiados atardeceres y lloré mil lunas preguntándome el porqué.
¿Por qué me perdí de vivir estos años contigo?
¿Por qué me regalaste los mejores y p...
—¿Me quieres decir ahora qué me pongo? —Grité exasperada en mi habitación sabiendo que Thiago me pasaría a buscar en dos horas.
—Si fuera una cita, yo me pondría un vestido mínimo.
—No es una cita. No me voy a poner un vestido con el que me sienta incómoda. —Mi amigo afirmaba con la cabeza, burlándose—. Será una simple charla de viejos ami... —Yezzy me interrumpió al instante.
—Amigos que no van aguantar ni dos segundos sin liarse.
—Pues aunque no te lo creas, no voy a caer en la tentación.
—¡Será por ganas!
—¡Oye! —Pensé en su impresionante foto del whatsapp, y mis diosas silbaban poniéndome nerviosa. —Es en serio, vamos a hablar. Y te juro que aunque me esté muriendo por olvidarme de estos cuatro años, no caeré.
—Vale, ¡pues vete en chándal! —Se encogió de hombros sabiendo que eso me pondría nerviosa.
—¡No me ayudes tanto, querido amigo!
—Vale, creo que tienes que ir con ese top de manga larga que te compraste el otro día porque resaltan el verde de tus ojos.
—¡Y las tetas! —dibujé una sonrisa maliciosa.
—Pues para que te voy a decir que no, si sí.
—¿Y abajo?
—¡Las mejores bragas que tengas! —Estalló en carcajadas y le hice una peineta aunque, por supuesto, seguiría su consejo— ¡Es broma, niña! ¡Qué sensible te pones cuando se trata del pringao!
No quería llamar la atención. Conocí a Thiago siendo natural, con mis vaqueros desgastados, mis camisetas con frases y mis Vans. Tenía ganas de verlo, pues sí, no me iba a engañar. Teníamos tantas cosas de qué hablar que lo único que me importaba era eso. Daba igual que él viniera en chándal o como fuera. «Es que da igual cómo se vista, a ti siempre te va a parecer un Ken». Las odiosas diosas se reían a mi costa.
—¿Y este vaquero? —Le mostré a Yezzy con orgullo.
—Es perfecto. Es muy Cloe.
—¿Me aliso o me rizo el pelo?
—Cualquiera de los dos te queda bien.
—Soy la reina de la indecisión.
—¡Pues cógete dos coletas! —Me soltó.
—Mejor rizo.
—¿Ves?
—Veo, ¿qué? —le repliqué viendo su silueta en el espejo.
—Sabes tomar decisiones, solo que todo es cuestión de madurez.
Fruncí el ceño y me giré para mirarlo de frente.
—Pues entonces tú sigues siendo un niño entonces.
—¿Qué dices, loca? ¡Si me casé con veintiún años! Una decisión que me valdrá para toda la vida.
Mostró su anillo con orgullo. Tenía razón y fue acertadísima la decisión. Le abracé con fuerza transmitiendo el miedo que sentía a lo que me iba a enfrentar, y como si me leyera el pensamiento, me separó, clavando sus ojos en los míos.
—Estate tranquila. Todo irá bien. Deja que fluya...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.