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Hiraeth.

YEZZY

10 de mayo de 2025.

En cuanto le dijera a Cloe que me iba a Boston, sabía que pondría el grito en el cielo. Esperé al último día porque, aunque habían pasado los años, a ella, Thiago, le seguía doliendo.

En varias ocasiones viajé con él por vacaciones. Nos encontramos en una oportunidad en Cancún, Manu, él y yo. Y en Semana Santa nos vimos en Miami un par de días con su nueva amiga. Una pelirroja guapísima un tanto irritante pero divertida. Yo no vi muy animado a Thiago con ella, a veces me daba la sensación de que no conectaban mucho pero lo cierto es que fueron juntos. Cada vez que nos íbamos de viaje y Cloe intuía que era con Thiago, estaba las dos semanas siguientes sin hablarme, enfadada y de muy mala hostia. Al final siempre se le pasaba. Esto ya era rutina, avisarle el mismo día. Yo siempre me ponía nervioso porque no quería tener problemas con ella. Tenía que entender que seguía siendo amigo de Thiago y nada ni nadie cambiaría eso. Su reacción no se hizo esperar y fue la que menos me imaginé.

—Uyyy, ¿esa maleta? ¿A dónde vas que no me llevas? —dijo en cuanto entró a la habitación.

Conté hasta diez y respiré hondo.

—Voy a Estados Unidos cinco días.

—Vale. —Su cara era de sorpresa y tristeza. No era la misma que mostraba los últimos años que, automáticamente, se ponía furiosa—. Que lo paséis bien.

—Manu no va, está estos días en Mallorca y no me puede acompañar.

—Bueno —se dio la vuelta y cuando iba a salir de la habitación la cogí por el brazo.

—Cloe —Se zafó de mi agarre con suavidad.

—Déjame, Yezzy.

—No podemos enfadarnos cada vez que me vea con él, joder, entiéndeme.

—No estoy enfadada —Su semblante de tristeza era notorio—. Nunca te he dicho que no lo veas, solo que...

—Háblame, dime lo que sientes.

—No lo he olvidado —La abracé sabiendo que ella seguía sufriendo por él—. Sé que se gradúa, te oí hablar con él el otro día.

Me tensé solo de pensar que me había oído.

—Nunca más me hablaste de él. No sé si está con alguien, si alguna vez se acuerda de mí... —Sus ojos tristes y su voz entrecortada me producían mucho dolor.

—Cielo, —cogí su cara y la obligué a mirarme—. ¿Qué quieres oír? ¡Que el genio de tu ex es un puto crack que se gradúa con honores a los tres años! Era de esperarse. Tú lo conoces.

—Es demasiado inteligente.

Sonrió con ternura. Pasaban los años y se le notaba a leguas que seguía enamorada.

—Tiene sus líos, no te voy a mentir, pero nada serio.

—¿Se acordará de mí?

—Eso no te lo puedo responder porque no lo sé. Cuando nos vemos él sabe que yo no le voy a decir nada de ti y sabes que él es muy prudente.

—Le escribí en navidad y no lo leyó.

Sabía que sí que lo había leído porque me lo dijo. Estaba furioso cuando me escribió contándome que Cloe le había mandado un DM. Fue cuando decidió liarse con Mía para intentar olvidarla. Y lo que yo siempre les dije a ambos: no busquéis olvidar al otro con otra persona.

Sí veía que Cloe se llevaba muy bien con Dylan, era un buen chaval que la quería y la protegía, y quizás tenían algo en común: no olvidaban a sus ex. Eran sinceros y su relación era muy abierta. Cloe salía libremente con quien quería, igual que él y no se celaban en lo absoluto. Aunque la cabeza de mi amiga siempre iba hacia el mismo rumbo: Thiago. Y Dylan era consciente de eso. En cambio, Thiago, no lo veía igual; cuando estaba con Mía a veces lo notaba incómodo; ella era muy explosiva y vanidosa y sabemos que a mi amigo el dinero le sobra, pero no le da valor a nada de eso. La pelirroja provocaba celos en él y eso para Thiago era un problema. Lo cierto es que él y Cloe seguían extrañándose y amándose como desde el primer día y eso nadie lo iba a cambiar.

—Si lo leyó nunca lo sabrás.

—Ya lo sé y eso aún me duele, Yezzy —la abracé con cariño y ganas de protegerla.

—Vamos a hacer una cosa, me ayudas a preparar la maleta, que ya voy justo de tiempo y me llevas hasta el aeropuerto en mi coche y así practicas. Y te quedas con él hasta que vuelva.

—¿Me vas a dejar tu coche?

—Pero no vas a hacer guarradas con el musculitos dentro de él. Para eso tenéis la casa que os queda libre todos estos días —se sonrojó con vergüenza.

—¡Serás...! —Me empujó y dibujó esa bonita sonrisa en su rostro.

Cloe había aprobado el carnet de conducir el mes pasado, después de suspender tres veces el práctico. Sus padres le habían comprado un coche pero no se lo darían hasta el verano, cuando fuéramos para la boda, y así empezará a practicar por A Coruña. A mí me encantaba mimarla y quería empujarla a coger mi coche para que cuando llegara a su casa sorprendiera a sus padres.

—Ya queda menos para la boda.

Cambió de tema radicalmente y mis nervios se intensificaron pensando en nuestro gran día.

—Dos meses y dieciséis días, para ser exacto.

—Cuento las horas, Yezzy.

—Para vernos en la boda o para reencontrarte con Thiago.

—Para veros a vosotros. No pienso ni hablarle.

—No te creo.

—¿No me crees? —Se cuadró de hombros—. Ya verás de lo que soy capaz.

 Ya verás de lo que soy capaz

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Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora