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Eres todo lo que quiero.

CLOE

Unas horas después de haber despertado mis padres me contaron lo que me había sucedido. Yo intentaba recordar sin éxito; mi mente estaba en blanco. Yezzy se había ido porque me iban a hacer varias pruebas y mis padres salieron de la habitación para hablar con el médico.

Me quedé sola pensando. Ensimismada, tratando de hacer memoria hasta que...

—Thiago... ¿Dónde está Thiago?

La angustia me invadió nuevamente pensando lo peor. Mis padres me dijeron que me habían atropellado el día que acabamos la EvAU pero no me dieron muchos detalles. No me dijeron nada de él. ¿Quién me trajo al hospital? ¿Dónde está Thiago? Era lo único que en ese momento me importaba.

La puerta de la habitación se abrió justo en el momento en que iba a tocar el timbre para llamar a las enfermeras. La sonrisa de Yezzy me transmitía la sensación de que todo iba mejor. Era muy transparente y hablaba con sus ojos. Su rostro impecable, sin una lágrima, me indicaba que quizás me podría recuperar.

—Yezzy.

Traté de incorporarme en la cama y él rápidamente se puso a mi lado cogiendo mi mano.

—No te muevas, Cloe. Estoy aquí.

—Yezzy, ¿dónde está Thiago? —Fui directa, necesitaba saber que estaba bien.

Guardó silencio y me invadió el miedo. ¿El accidente lo provoqué yo? ¿Era alguien cercano a mí? ¿Cómo fue?

—Yezzy, háblame por favor, no te quedes callado —comencé a llorar—. ¿Están todos bien? ¿Ha sido culpa mía? ¿Se hizo daño alguien? ¿Dónde está...? —Empecé a tartamudear y mi respiración se aceleró a la velocidad de mis palabras. Algo dentro de mí me decía que las cosas no estaban bien.

—Cloe, tranquila. Respira. Estamos todos bien, no ha sido culpa tuya. De verdad, tranquila.

Su voz no me transmitía seguridad.

—¿Me estás mintiendo?

—¿Por...? —Su mirada me mostró que le había dolido mi pregunta. Lo conocía demasiado bien.

—¿Nadie más resultó herido?

—No hija, el castañazo solo te lo llevaste tú —tocaba sus rizos con nervios. Sé que intentaba ser el Yezzy cachondo y divertido de siempre pero su mirada me decía que me estaba ocultando algo.

—¿Dónde está Thiago? —Volvió a haber silencio y sentía mi corazón bombeando acelerado —Yezzy, por favor dime, ¿dónde está?

Se abrió la puerta y una enfermera sonriente entró con un carrito. El nene soltó mi mano dejándome con la angustia sin responder a mis súplicas porque la enfermera le pidió amablemente que saliera.

—Vuelvo enseguida, cielo. Te prometo que en cuanto regrese te lo cuento todo.

La ansiedad se apoderaba de mí. Las lágrimas brotaban solas, era incontrolable. Cerré los ojos mientras la enfermera cambiaba una de las bolsas de medicamentos. El dolor por la incertidumbre era indescriptible.

—¿Qué tal te encuentras? —Me preguntó la chica con amabilidad intentando calmar mi llanto.

No le respondí. Nada me consolará hasta saber de él. Lloré en silencio intentando controlar mis emociones y, sin quererlo el sueño me venció.

Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora