Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).

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Las cosas importantes de la vida merecen ser una sorpresa.

CLOE

24 de septiembre de 2024.

Celebrar el cumple de Yezzy era de mis fiestas favoritas del año y esta tendría una sorpresa muy especial. Desde que regresamos del verano en A Coruña, Manu estaba muy ansioso por demostrarle a su chico que lo quería más allá de compartir un piso. Ellos eran una pareja llena de complicidad y de buen rollo. Manu no siguió los estudios, en cambio trabajaba muchas horas buscando siempre tener una estabilidad económica. En la escuela donde era coreógrafo lo tenían muy bien visto y siempre que salían eventos o festivales importantes, Manu se encargaba de la organización de todos los equipos de baile que participaban. Así fue escalando posiciones y un día en el Primavera Sound, uno de los festivales más importante de Barcelona, se le acercó una mujer y le ofreció trabajar como coreógrafo de grandes artistas ganando una cifra desorbitada.

Así pues, nuestro bailarín entró en el mundo del famoseo y viajaría por muchas ciudades del mundo. A Yezzy le alegró muchísimo porque crecía profesionalmente, pero le preocupaba que su chico se olvidara de él entre tanta gente que conocería. Pasaba mucho tiempo fuera de casa. Eran dudas que se nos plantean a todos cuando tenemos a un chico encantador y tremendamente guapo a nuestro lado. Así que a Manu se le ocurrió una idea llena de amor y compromiso: proponerle matrimonio a mi amigo. Era un poco descabellado porque eran muy jóvenes pero ellos se adoraban y nada podría salir mal. Eran almas gemelas.

Ésa noche yo quedé en verme con Yezzy al terminar las clases en el tren de vuelta a casa e iríamos a cenar solos él y yo, porque Manu estaba en Ibiza trabajando. Lo que nunca se imaginó era que le íbamos a dar semejante sorpresa.

Nos encontraríamos en Salicornia, nuestro sitio favorito de los fines de semana, ese donde me besé por primera vez con Dylan. Como éramos asiduos al lugar y conocíamos a los dueños, nos reservaron la zona de las sillas colgantes y lo decoraron todo con antorchas de bambú y velas, dándole un ambiente superromántico. Manu, obviamente adelantó su regreso y estaba ya en el sitio. Alicia se desplazaría desde Madrid. Hacía muchos meses que no la habíamos visto porque nunca podíamos coincidir pero, en esta ocasión, merecía mover todo por nuestro querido amigo. Dylan salía de la universidad y llegaría directo e invitamos a los amigos más cercanos que estudiaban con Yezzy y con los que nos llevábamos genial.

—¿Por qué no pedimos unas pizzas y vemos una peli?, —me propuso Yezzy cuando nos montamos en su coche al salir de la estación.

—Porque no, quiero comer pulpo. Y te invito yo. No te puedes negar. —Necesitaba una excusa para llevar al nene allí y esa era perfecta.

—Vale... Será antojada a galeguiña. —Sonrió aceptando mi propuesta.

Aparcó muy cerca del local y nos fuimos andando. Cuando entramos Yezzy saludó al dueño y este le felicitó. Mi amigo no entendió cómo supo que era su cumple y al girarse poco a poco entendió por qué. Todos sus amigos de la universidad estaban en la esquina y detrás de ellos apareció Manu. A Yezzy se le saltaron las lágrimas de la emoción y corrió a sus brazos. Se besaron y yo me emocioné muchísimo porque sabía lo que le esperaba esa noche. Sentí que me abrazaban por la espalda y me susurraban al oído.

—¿Cómo está la chica más guapa de esta fiesta?

Me giré y abracé a Dylan con cariño. Estaba muy sensible con el compromiso de mis chicos. Le besé suavemente en los labios.

—No sé a qué chica te refieres con lo de guapa, quizás hayas visto a la más feliz.

—Eso me encanta. Me gusta cuando ríes.