Mis días de adolescente. Sentir III (Publicada en físico).

29

Regresión.

THIAGO

20 de diciembre de 2024.

No estaba en mis planes viajar a New York estas navidades, pero mis abuelos querían verme y no me pude negar; así que cogí un vuelo desde Boston.

En cuanto terminé las clases fui al aeropuerto y tras un vuelo de cuatro horas me encontraré con mi pequeña familia. La última vez que los había visto fue en septiembre, por mi cumpleaños, que vinieron a visitarme.

Tenía muchas ganas de estar con ellos y más en estas fechas. Todo este tiempo estuve centrado en los estudios para evitar pensar en Cloe, aunque era inútil. Pasaba el tiempo y la seguía necesitando como aquel día que me despedí de ella dormida en el hospital. Opté por hacerle caso a Yezzy y no miré más sus historias ni las de su amigo. Solo el día del compromiso de Yezzy entré a su directo porque me insistió Alicia. Me resultó extraño ese mensaje, pensé que le había pasado algo. Me alegró mucho ver ese momento y sé que la idea tuvo que ser de Cloe porque sabía lo importante que eran Yezzy y Manu para mí. Alguien tenía el móvil de ella porque la vi apenas unos minutos cuando se abrazaron y se besaron los tres. Sentí envidia de no estar con ellos. No quería que cortara el directo y justo cuando ella se acercaba al tío con el que estaba saliendo, cambiaron la dirección de la cámara y cortaron. En el fondo me alegraba de que Cloe hubiera rehecho su vida porque yo no había podido. En este tiempo tuve algún lío sin más, nada importante. No quería compromisos con nadie. Nadie me llenaba como ella.

Al final la soledad era mi mejor compañía y aunque había hecho amigos que me insistieron que pasara las fiestas con ellos nada era comparable a estar con mis abuelos. Estaríamos las navidades juntos y volvería a principios de año para presentarme a los últimos exámenes y el fin de grado. Terminaría la carrera en mayo, un año antes de lo previsto, porque me habían adelantado debido a mi excelente expediente académico y continuaría con el doctorado, seguramente en España. Necesitaba regresar.

Tomé asiento deseando que el vuelo saliera pronto. En el pasillo a mi lado una chica pelirroja con cara de enfado peleaba con su maleta y el compartimiento para el equipaje. Me llamó la atención que su monólogo lo hiciera en español.

—¿Te puedo ayudar? —Me levanté y le ofrecí colocar sus cosas.

La chica sonrió y se ruborizó al instante.

—¿Hablas español? —Noté cierta emoción en sus palabras.

—Sí, y por la forma de discutir con la maleta, veo que tú también.

—Yo soy de España, ¿y tú?

—También de España.

—¡En serio! Yo nací en Málaga pero mi padre es irlandés y viví la mitad de mi vida en España y la otra mitad en Dublín —La emoción de la chica aumentaba y yo no tenía muchas ganas de contar mi vida. —¿De qué parte eres tú?

—Barcelona.

—Pues mira qué bien, yo casi pierdo el avión y estaba muy estresada. Siento lo de antes.

—Nada.

Me senté en mi sitio y la chica comprobó con la boarding pass en la mano que le tocaba a mi lado.

—¡Qué suerte la mía que me tocó alguien agradable! —exclamó la pelirroja con entusiasmo.

La verdad, yo no tenía ni la misma emoción que ella, ni tampoco tenía muchas ganas de hablar, pero parecía que no hablaba en años porque las cuatro horas que duró el vuelo no se calló. Me contó su vida, sus amores y sus desamores. Yo escuchaba y le sonreía de vez en cuando para que no se sintiera mal.

25 de diciembre de 2024.

Conocer a Mía no estaba en mis planes, pero sucedió en ese vuelo. Como tampoco tenía planificado acostarme con ella, pero sucedió después de la cena de navidad con mis abuelos, cuando Cloe me mandó un mensaje por Instagram diciéndome:

"Feliz Navidad, Thiago. Solo quiero que sepas que soy muy feliz. Rehice mi vida con una persona valiente y que sí da la cara por mí. Ojalá algún día tú también lo logres".

Fue un acto de despecho, sí, la rabia me consumía y las cosas suceden cuando menos te lo esperas.