Polifemo.

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Tamos de vuelta. Y ya el siguiente es el ultimo del Mar de los Mounstruos, muy corto, francamente deplorable, pero ya saben: bloqueo.

Disfruten.

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La isla tenía un puente de cuerdas sobre un abismo, lo cual no era buena señal. Pero el lugar, aparte de eso, parecía una postal caribeña. Tenía prados verdes, árboles de frutas tropicales y playas de arena blanquísima.

Mientras navegaban hacia la orilla, Luke inspiró profundamente aquel aire perfumado.

-El Vellocino de Oro-murmuro Percy, sus ojos relucientes. Era sorprendente la magia de aquel lugar.

-La isla morirá si nos lo llevamos-dijo Luke.

-Bah-Clarisse hizo un gesto para restarle importancia-. Nosotros lo necesitamos más que un estúpido ciclope.

Percy soltó una risilla.

-Entonces, ¿si robo tu lanza, porque yo la necesito más, estaría bien?

Luke sonrió.

-Percy tiene un buen punto.

-Cállate, idiota-Clarisse lo golpeo-. ¿Cómo vamos a llegar? Casi parece demasiado fácil.

En el prado que había al pie del barranco, se agolpaban varias docenas de ovejas. Parecían pacíficas, aunque eran enormes, tan grandes como hipopótamos. Más allá, un camino subía hacia las colinas. En lo alto de ese camino, cerca del borde del abismo, se levantaba un roble descomunal. Había algo dorado que relucía en sus ramas.

Justo en ese momento surgió entre los arbustos un ciervo. Trotó por el prado, seguramente en busca de pasto, y de repente todas las ovejas se pusieron a balar y se abalanzaron sobre él. Ocurrió tan deprisa que el ciervo se tambaleó y desapareció en un mar de lana y pezuñas.

Hubo un revuelo de hierba y mechones de pelaje marrón. Unos segundos más tarde, las ovejas se dispersaron y volvieron a deambular pacíficamente. En el sitio donde había estado el ciervo sólo quedaban un montón de huesos blancos.

Luke soltó un gritito. Clarisse trago en seco. Percy parpadeo.

-De acuerdo...

-Definitivamente necesitamos un plan-musito Luke, pensativo-. ¿Creen que...?

-¡Calla, pringado!-espeto Clarisse, y con los ojos bien abiertos, señalo al otro lado de la playa, donde un bote había sido arrastrado hasta la arena... El otro bote salvavidas del Yamato.

-¡Las chicas!-dijo Luke, sumamente aliviado-. Llegaron a tierra, entonces están bien y...

Percy tuvo que reventarle su burbuja.

-No sabemos si están bien, Luke-le recordó-. Llegaron a la isla de Polifemo, y eso, para cualquier semidiós, es malo.

-Pero hay que ir por ellas. Y por Grover. Y por el Vellocino.

-Claro que sí, pringado-replico Clarisse, cuyos ojos estaban de nuevo en las ovejas-. Pero primero tenemos que atravesar esas ovejas.

-Cualquier alternativa es preferible a las ovejas-señalo Percy-. O nos arriesgamos a causar un alboroto y alertar a Polifemo. Y debemos rescatar a Grover y las chicas primero.

-Podríamos ir por los acantilados-propuso Luke, dudoso-. Escalar, y llegar por detrás. Nunca nos vería venir. Irónico, claro, porque es ciego, pero...

Percy vio a Clarisse. Seguía siendo su misión, así que la decisión era suya.

-Muy bien-la hija de Ares asintió, brusca-. Sigamos la idea del pringado... Esta, al menos, es medianamente decente.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora