Atenea.

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¡Buenas noches, guapos y más guapos!

Aqui les traigo un nuevo capitulo, bastante corto, comparado al resto, pero quería dividir lo que es la estancia en el campamento con la misión del Mar de los Monstruos como tal, en capítulos distintos. Asi que nada, disfrútenlo, comenten, voten y eso. 

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Luke no regreso a su cabaña al instante. Vio a Percy perderse entre las sombras, en dirección a la Casa Grande, y se quedó sentado en los escalones. ¿Clarisse lo lograría? ¿Thalía se salvaría? ¿Regresaría Percy a salvo?

Frustrado, decidió salir a dar un paseo. Entro a la cabaña, solo para tomar su espada y una lata de Coca-Cola (un producto prohibido, pero que Luke era bastante bueno contrabandeando), y se encamino al bosque, justo en un pequeño claro, que tenía vista a la playa, desde una colina elevada. Allí Percy y él habían tenido su primera cita, el verano anterior, y a Luke le gustaba ir cada tanto.

Se sentó sobre el césped, viendo al mar, pensando. Generalmente, la Coca-Cola lograba serenar su hiperactiva mente, pero en aquellos casos no obtenía muchos resultados. Ojala Hermes estuviese allí, para darle algún consejo, pensó con desanimo. Había muchas flores, la mayoría de las cuales Percy le había enseñado su nombre: fresas, azahar, lilas, frailejón.

Entonces alguien dijo:

-Puedo escuchar tus pensamientos hasta aquí, chico.

Luke casi se cae para atrás. Allí, entre los árboles, había una mujer con vaqueros y una blusa blanca. Tenía el cabello largo y rizado, ojos de un profundo gris y una mirada seria. Luke la reconoció al instante.

-Lady Atenea-murmuro Luke, inclinando la cabeza. La diosa se veía igual que en el solsticio.

Atenea sonrió torcidamente.

-Veo que me recuerdas, Luke Castellan-dijo ella, avanzando-. ¿Puedo sentarme contigo? Gracias.

Se sentó, la imagen misma de la elegancia.

Luke la miro perplejo.

-Entonces, permanecerás en el campamento-dijo, de forma casual. Luke se preguntó cómo sabría aquello-. Soy una diosa, muchacho. La Diosa del Conocimiento. Naturalmente, pocas cosas escapan de mí.

Luke se preguntó si leería mentes, y Atenea se echó a reír.

-No, Luke, tranquilo. No leo mentes. O no tengo la costumbre de hacerlo, más si la habilidad. Contrario a lo que piensa mi familia, me parece una habilidad de lo más intrusiva e innecesaria. Cuando has vivido tanto como yo, aprendes a estudiar el lenguaje corporal: Cada pequeño gesto, cada parpadeo, cada chasquido de dedos, castañeo de dientes o hasta la mínima respiración. Así se lo que piensas, aun cuando no lo expreses.

-Bien-fue todo lo que dijo Luke.

Atenea rodo los ojos.

-Toda la apariencia de Hermes, nada de su elocuencia, parece-replico, pero sonaba casi cariñosa. A continuación, cambio de tema radicalmente, y sonaba astuta cuando pregunto-. ¿Tienes a algún dios predilecto, Luke? Seguramente, te consagras a alguno en particular.

Luke medito su respuesta con cuidado, porque definitivamente la respuesta no era Atenea, y no quería ofender a la diosa.

-Me gusta Zeus-dijo al fin. Atenea pareció decepcionada.

-¿Por ser el rey de los dioses?

-No-Luke negó, divertido-. Me gusta porque siempre que me siento mal, pienso en él y entiendo que siempre habrá alguien más idiota que yo.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora