Percy Jackson: El Hijo del Hestia.

La guerra comienza.

Buenas, yuju.

-X-

Luke logro hacerse con una moto rápidamente, y a Percy no le quedó otra más que subir. Odiaba cuando Luke manejaba, porque era un conductor en extremo imprudente, y en moto, era aún peor.

-Baja la velocidad-le repetía Percy una y otra vez, verde por las náuseas.

Pero para Luke, aquello era como decirle que pisase más el acelerador.

Cuando llegaron al Rockefeller Center, se detuvieron. Percy tuvo que sujetarse las rodillas y respirar hondo para evitar vomitar allí mismo. Fueron hasta donde estaba la estatua de Atlas, sosteniendo el mundo, encima de un pedestal. Era de bronce negro, y no se parecía en nada al original.

-¿Qué hacemos aquí?

Percy saco de su bolsillo un papel, el mismo que su madre le había dado unos días antes, cuando lo encontró con Luke en la playa.

-Fue idea de Atenea-explico Percy-. El Plan 23. Es brillante.

Luke examino la estatua con cuidado.

-¿Autómatas?

-La mayoría de estatuas en el mundo lo son, Luke. Solo en Manhattan hay varias miles. Están diseñadas para defender el Olimpo. Cuando activemos esta, será como una secuencia, hasta que todas estén activas.

-Los autómatas son peligrosos-señalo Luke, secamente-. ¿Estás seguro?

Percy se encogió de hombros.

-Ni un poco. Pero necesitamos ayuda y Atenea parece pensar que es buena idea.

Toco la pierna de la estatua. Esta se sacudió.

-Eh, ¿Atlas?

-Y justo la estatua de ese titán-murmuro Luke, negando con la cabeza.

-Secuencia de mando: 23. Defender el Olimpo. Empieza activación.

Atlas se sacudió la esfera sobre los brazos y la arrojo. Salto de su pedestal y el suelo se agrieto.

-Ahora va a despertar a Prometeo-supuso Luke, mirando la estatua dorada en el otro extremo del complejo.

Percy asintió.

-Cuando todas estén activas, defenderán el Olimpo.

No sonaba muy seguro.

Entonces una inmensa explosión verde ilumino el cielo nocturno. Fuego griego.

-Eso es el sur-dijo Luke-. ¿La bahía?

Justo a su izquierda, se alzaron otras explosiones menores. El teléfono de Luke sonó.

-¿Katie? ¿Qué pasa?-pregunto, y al instante, palideció-. Bien, vamos para allá.

-¿Hay problemas?

-Siempre los hay-mascullo Luke-. Pero estos son algo más serios. Hidra de Lerna. La Cabaña de Deméter fue expulsada del Túnel Brooklyn-Battery.

-Bueno, vamos-dijo Percy, conteniendo las ganas de maldecir. Los dos estallaron en fuego.

La Cabaña de Deméter había abandonado el túnel, a favor de luchar en el parque, donde tenían mayor ventana. Ya pasaba de la medianoche, pero en el parque brillaba luz. Arcos de fuego se extendían en ambas direcciones por las flechas ardientes y lanzas que volaban por el aire. Los árboles estaban moviéndose, estrangulando a docenas de monstruos con sus raíces. Katie y sus hermanos se ocultaban tras arbustos de espinas y disparaban al enemigo que se aproximaba, usando flechas, construían fieras barricadas de zarzas, sacaban a los civiles dormidos para librarlos del peligro. Varias ninfas y sátiros del parque los apoyaban allí donde podían, pero incluso entonces el enemigo no se frenaba.