El hundimiento del Princesa Andrómeda.

545 59 153
                                    

He vuelto, con el comienzo de la trama del Ultimo Olímpico, es decir, la guerra abierta entre los titanes y los dioses.

Espero les guste. 

-X-

Tras casi un año desde la batalla del Laberinto, en el Campamento Mestizo las cosas parecían tan agradables, que muchos incluso comenzaban a olvidar el hecho de que estaban en guerra.

O trataban.

Percy no les dejaba olvidarlo. Y cada día, los campistas que estaban en el Campamento Mestizo tenían que asistir a brutales lecciones de esgrima, carreras, tiro con arco, peleas, lucha libre y tiro de jabalina, impartidas por Luke, Percy, Quirón y Bob, el titán amigo de todos. Un día, Nico y Bianca incluso trajeron perros del infierno para hacer más divertidas las lecciones. Les asignaron un sabueso a cada campista, y el truco era escapar del bosque hasta el comedor sin que los atrapasen. El primer día, nadie lo logro. Ahora, todos podían escapar fácilmente de media docena.

Cuando no estaban poniendo a prueba las capacidades de los campistas, Percy estaba en reuniones con los demás consejeros y Quirón. Gracias a los ingresos extra que habían obtenido, estaban comenzando a ampliar el campamento, con nuevas construcciones, incluidos templos para los dioses. Solo tenían uno de a momento, el de Hestia, bonito, redondo y de mármol rosado pálido; ella era, después de todo, la protectora de la santidad, y todos los honores y ritos eran consagrados en su nombre.

Seguían de cerca los eventos en el mundo mortal. La montaña Santa Helena seguía rugiendo y expulsando lava, y la niebla en San Francisco era tan intensa, que los aeropuertos llevaban seis meses cerrados. Los campistas se habían visto obligados a acompañar a los sátiros en sus misiones muchas veces, porque el peligro de ataques de monstruos era cien veces mayor ahora. Solo el mes anterior, Beckendorf había salvado a un sátiro y a su campista de una legión enemiga, y los había hecho estallar en pedazos.

Pero había días en que incluso la ley marcial aplicada por Percy y Luke no era obedecida, y frecuentemente, eran ellos mismos quienes la quebrantaban. Como aquella tarde, cuando los dos salieron a caminar por la playa, y momentos después, estaban besándose sobre la arena. Sus camisas estaban abandonadas, y también los pantalones de Luke.

-Luke-dijo Percy entre jadeos-, estamos en la playa.

-Nadie viene a esta zona-le tranquilizo Luke, y soltó una risilla.

-Bueno.

Percy no se oponía demasiado, en principio. Justo cuando estaba desabrochando sus propios pantalones, alguien carraspeo junto a ellos.

Era Hestia, la cual los miraba con una ceja delicadamente alzada.

-¡M-mamá!

-Ay, lady Hestia, mi señora.

Qué imagen debían dar. Percy, recostado sobre la arena, sin camisa, con el cabello revuelto y chupetones por todo el cuerpo; y Luke, solo en calzoncillos, sobre Percy. Los dos estaban sudados y rojos por la excitación.

-Hay cosas que una madre no debería ver-dijo la diosa, sentándose en la arena de la playa, con las piernas cruzadas-. Ah, ser tu madre es un aprendizaje diario, Percy. Pero bueno, discúlpenme por interrumpir su momento especial.

Ella soltó una risa, tan encantadora, que las palmeras en la playa se inclinaron ante tal sonido.

-¿Te podemos ayudar en algo, mamá?-pregunto Percy, con el rostro rojo. No vio a Luke, ni siquiera a su madre; sus ojos estaban cerrados.

La mirada de Hestia se ensombreció al instante. Todo rastro de diversión desapareció.

-Ha sucedido. Tifón esta libre.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora