La Maldición de Aquiles.

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Hellousi, gente, tengan bonito día y disfruten.

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-X-

Aparecieron en el jardín del palacio de Hades. Era un hermoso y escalofriante lugar. Esqueléticos árboles blancos crecían en lavabos de mármol. Camas de flores crecían junto con plantas doradas y piedras preciosas. Un par de tronos, uno de huesos y uno de plata, yacía en un balcón con vista a los Campos Asfódelos. Guerreros esqueleto custodiaban la única salida. Vestían andrajosos uniformes de combate del ejército estadounidense y portaban rifles M16.

-¿Qué hacemos aquí?-pregunto Luke-. Pensaba que iríamos al río Estigia.

Percy suspiro.

-Vamos al río Estigia. Pero antes necesito hacer algo.

Allí, en el Inframundo, Percy parecía cansado.

Un aleteo los alerto. Eran las Furias, que sobrevolaban el balcón, hasta descender junto al trono de hueso. Al instante, el aire brillo. Hades y Perséfone aparecieron sentados en sus tronos, y parada entre ambos, estaba Deméter.

-Es un vago-decía Deméter-. Yo lo sabía.

-Madre, por favor.

Hades carraspeo.

-Hay visitas.

Hades aliso su túnica. Deméter le sonrió. Perséfone se veía curiosa.

-Oh, Percy-dijo Deméter, algo feliz-. Por fin algo interesante en este chiquero.

-Madre, por favor...

-Basta-dijo Hades, suspirando con pesadez-. Perseo, que gusto verte, muchacho.

Los tres dioses parecían realmente felices de verlo... pero Percy no les regresaba el sentimiento. Su cara era una máscara de fría y dura indiferencia.

Y los dioses lo notaron.

-¿Sucede algo, muchacho?-inquirió la Diosa de las Cosechas con delicadeza.

-De hecho, Lady Deméter, suceden muchas cosas, ahora que lo menciona-dijo Percy. Luke, que lo conocía bien, sabía que aquella situación le producía desagrado-. ¿Se las enumero?

Quizá era la audacia de Percy, por lo general tan tranquilo, lo que enmudeció a los dioses, que solo se limitaron a asentir.

-Lord Poseidón pelea una guerra perdida en el fondo del mar-empezó Percy, asegurándose de verlos directo-. Los Olímpicos luchan contra Tifón, y fracasan en frenarlo. El Olimpo se encuentra solo y desprotegido, y mientras, Kronos marcha con sus tropas para conquistarlo. Y me pregunto: ¿Dónde está Hades? ¿Dónde está Deméter? Fácil. Sentados aquí, esperando.

Hades asintió con tranquilidad, como si hubiese esperado aquel reclamo. En cambio, las dos diosas, madre e hija, apartaron la cabeza, como si les produjese vergüenza.

-Claro que sí, Perseo. Y el hecho de que esperases otra cosa habla muy mal de ti mismo. ¿Dónde estaban mis hermanos cuando el Inframundo enfrentaba una guerra el año pasado? ¿Por qué debería yo ayudarlos ahora? Dejare que Kronos los destruya, y así, tal vez aprendan su lección.

-Son su familia, mi señor-le recordó Percy. Miro a las diosas-. ¿Y ustedes que dirán de esto?

Ninguna dijo nada. Percy abrió la boca, incapaz de decir nada por un momento.

-Lord Hades, ¿permitirá usted que este círculo vicioso de odio entre usted y sus hermanos se siga perpetuando? Yo lo creía más listo.

-Que Zeus y Poseidón supliquen por mi ayuda-dijo Hades, con mofa-, y tal vez ayude al Olimpo.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora