Percy Jackson: El Hijo del Hestia.

La Diosa de la Caza.

Noches buenas. Espero disfruten.

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Percy suspiro mientas veía a Thalía y Luke tiritar de frio, mientras se acercaban a Westover Hall, y aunque les había ofrecido su chaqueta y bufanda, la rechazaron. Era pleno diciembre, en Nueva Inglaterra, y naturalmente hacia mucho frio, pero como hijo de la Diosa del Fuego, su temperatura corporal era siempre elevada.

-Luke...

-Estoy bien, Perce-insistió el chico, con la nariz y las mejillas rojas, como Rodolfo el Reno.

Sacudió la cabeza, y vio el internado ante ella. Westover Hall parecía un castillo donde viviría un temible caballero, no una escuela. Estaba construido totalmente de piedra negra, con torres y ventanas angostas. Tenía unas gigantescas puertas de roble.

-Esto promete ser divertido-mascullo Thalía.

-Pues-mascullo Percy-, no se...

-Entremos-replico Luke-. Grover ya debe de estar esperándonos.

Tan pronto entraron, las puertas se cerraron tras ellos. Alentador.

Antes de que pudiera hacer algo más, dos personas aparecieron ante ellos. Una era una mujer rubia, bastante mayor y con lentes de pasta gruesos. Los veía suspicaz.

El otro era más joven, pero sin dudas más extraño. Tenía un fino bigote que se enroscaba en varios giros. Tenía el cabello color trigo, peinado hacia atrás con mucho gel. Sus ojos sin embargo, eran lo más extraño en el hombre. Uno era verde como el bosque, y el otro era azul cielo.

-¿Podemos ayudarles?-pregunto con una voz de aburrimiento, aunque sus ojos estaban estrechados, y los miraba como si fuesen un dulce bocadillo. Su acento era exótico, tal vez de Europa Oriental-. No se admiten visitantes en el baile.

Percy le sonrió a Luke, alentador, y el chico asintió, confiado. Chasqueo los dedos.

-Pero, no somos visitantes-dijo Luke-. Somos estudiantes. Cursamos noveno grado. Recuerde. Soy Luke, y ellos son Percy y Thalía.

El hombre no pareció creerles, o eso intuyo Percy, al verlo entrecerrar los ojos.

-¿Conoce a estos chicos, Sra. Latiza?-pregunto sospechosamente.

Percy sonrió divertido, y Luke, casi se echa a reír. ¿Una profesora llamada Sra. Latiza?

La mujer parpadeo un par de veces, y poco a poco, asintió.

-Sí, sí, Dr. Espino-musito la mujer, con cara de concentración-. Luke. Percy. Thalía. ¿Por qué no están en el baile?

-Íbamos de camino, Sra. Latiza-Luke le sonrió, encantador, como solo un hijo de Hermes podría.

El Dr. Espino los miro con suspicacia, antes de dejarlos pasar.

Cuando ambos, Latiza y Espino, se habían ido, Thalía se giró hacia Luke.

-¿Sabes manipular la Niebla? ¿Te enseño Quirón?

-No, claro que no-replico Luke-. Me enseño Percy. Después de nuestra primera misión, nos dimos cuenta de que era una habilidad de lo más útil.

-Pero hasta ahora nunca la habías puesto en práctica-señalo el hijo de Hestia, con un dedo en la barbilla-. Aunque algo no me gusto. La Niebla no pareció surtir efecto en Espino, y su corazón...

Luke pareció preocupado, mientras Thalía mascullaba algo, confundida.

-Es algo complicado de explicar-dijo Percy-, pero soy capaz de examinar el corazón de todo ser viviente, y ver si tiene o no buenas intenciones. Y Espino... Bueno, ni siquiera estoy seguro de que sea humano. Desde luego, no es alguien bueno.