De regreso en el campamento.

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¡HE REGRESADO, DAMAS, CABALLEROS Y UNICORNIOS!

Weee... Enserio disculpen. Pero, como consejo, no tomen 16 materias al mismo tiempo. Estoy que sufro un patatús, se los juro. Y justo cuando creo que estoy libre, me envían otra ronda de asignaciones. 

¡PERO BUENO!

Nuevo cap, disculpen la tardanza. Los amo y disfruten.

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El sol se estaba poniendo tras el pabellón del comedor cuando los campistas salieron de sus cabañas y se encaminaron hacia allí. Percy y Luke los veían desfilar mientras permanecían apoyados contra una columna de mármol. Como de costumbre, la Cabaña de Atenea, una docena de chicas y chicos de pelo rubio y ojos grises, había sido la primera. Hasta el verano anterior, Annabeth Chase había sido su capitana, además de una de las campistas más veteranas... Luego decidió traicionar al Olimpo y unirse a Kronos. Ahora, el Consejero de Atenea era Malcolm Pace, que era escalofriantemente parecido a Annabeth.

Luego pasó Clarisse, encabezando el grupo de la cabaña de Ares. Se le veía un corte muy feo en la mejilla, pero aparte de eso su enfrentamiento con los toros de bronce no parecía haberla intimidado. Sus hermanos eran el grupo más ruidoso de todos, incluso más que los de Hermes.

Después del grupo de Ares venían los de la cabaña de Hefestos: seis muchachos encabezados por Charles Beckendorf, un enorme afroamericano de quince años que tenía las manos del tamaño de un guante de béisbol y un rostro endurecido, de ojos entornados, sin duda porque se pasaba el día mirando la forja. Era un buen muchacho cuando llegabas a conocerlo, pero la mayoría lo llamaba Beckendorf a secas. Solo Silena Beaurgeard, lideresa de Afrodita, lo llamaba Charlie, y el romance entre esos dos era el secreto peor guardado del campamento. Únicamente los propios Beckendorf y Silena lo desconocían.

Siguieron desfilando las demás cabañas: Deméter, Apolo, Afrodita, Dionisio. Llegaron también las náyades del lago de las canoas; las ninfas del bosque, que iban surgiendo de los árboles; y una docena de sátiros que venían del prado, los cuales hicieron que Luke recordase a Grover y el peligro que corría.

Los hermanos de Luke, la Cabaña de Hermes, el grupo más numeroso de todos, guiados por Connor y Travis Stoll, capitanes conjuntos en ausencia de Luke. En la abarrotada mesa de la Cabaña Once, Percy y Luke se sentaron, y el hijo de Hermes los saludo a todos. En realidad la mayoría ni siquiera eran hijos de Hermes, sino campistas no reclamados o hijos de dioses menores, pero para Luke todos eran sus hermanos.

La mesa alta estaba ocupada por el Sr. D, con una horrenda camisa hawaiana, flaqueado por sus hijos gemelos Castor y Pólux. Una docena de sátiros se mantenían de pie, con tazones de uva, y le ofrecían una a una, además de latas de refrescos dietéticos; todos parecían a punto de sufrir una crisis nerviosa.

No obstante, aquella era una vista familiar en el campamento, y Luke no le presto más atención de la debida. Fue la otra persona en la mesa (en el asiento de Quirón, noto Luke con enojo) la que llamo su atención. Era un hombre pálido y espantosamente delgado con un raído mono naranja de presidiario. El número que figuraba sobre su bolsillo era 0001. Bajo los ojos tenía sombras azuladas, las uñas muy sucias y el pelo gris cortado de cualquier manera, como si se lo hubieran arreglado con una máquina de podar.

Parecía hecho polvo; enfadado, frustrado, hambriento, todo al mismo tiempo.

-¡Bueno, bueno!-exclamo el Sr. D, arrastrando sus palabras-. Pero si es Lucy Cárdenas.... Lo que me faltaba por ver este milenio.

Luke apretó los dientes, e ignoro las risitas de Connor y Travis.

-Es Luke Castellan, señor-mascullo. De por si le irritaba que el Sr. D cambiase su nombre, pero cuando cambiaba también su género era de lo peor.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora