Hasta yo me sorprendi de actualizar tan rapido, pero como dije, me siento motivado de escribir esta historia, no se porque.
Espero les guste, criaturitas.
-X-
En su sueño, Percy era un espectador. Eso, lo noto al instante. Frente a él, un hombre musculoso con una túnica griega y sandalias era llevado de la mano de la mano por una hermosa doncella con cabello oscuro. Estaban en un bello jardín, bajo un cielo repleto de estrellas.
-¡Rápido!-dijo la chica. Era de noche, de manera que Percy no la podía ver bien, pero percibía su miedo-. ¡Rápido o nos encontrará!
-No tengo miedo-replico el hombre-. He vencido a miles de monstruos con mis manos desnudas.
-Este es diferente-respondió la chica-. Ladón es demasiado fuerte. Debes subir la montaña dando un rodeo para llegar a mi padre. Es la única manera.
Era evidente que aquella chica estaba preocupada.
-No confió en tu padre.
-Y no debes confiar en él-asintió la chica-. Tendrás que engañarlo. Pero si tomas el premio directamente... ¡o morirás!
El hombre se río a carcajadas, con un tono despectivo.
-Entonces, ¿por qué no me ayudas, bella muchacha?
-Tengo miedo. El Ladón me detendría. Y mis hermanas, si se enterasen, me repudiarían.
-Entonces no seguiré perdiendo mi tiempo contigo.
El hombre se alejó al instante.
-¡Espera!
Parecía atormentada por una duda. Finalmente, con dedos temblorosos, se llevó una mano al pelo y se quitó un largo broche blanco.
-Si has de luchar, llévate esto. Me lo dio mi madre, Pleione. Ella era hija del océano, una diosa marina y la fuerza de las aguas se encuentra encerrada allí. Mi poder inmortal.
La chica soplo en el broche y éste brillo levemente. Destello a la luz de las estrellas como un brillante caracol marino.
-Tómalo-dijo ella-. Y conviértelo en un arma.
El hombre se echó a reír de nuevo.
-¿Un broche para el pelo? ¿Cómo va a matar esto a Ladón, bella muchacha?
-Tal vez no sirva-reconocía-. Pero es lo único que puedo ofrecerte si te obstinas en tu propósito.
Cuando el hombre tomo el broche, este se alargó hasta convertirse en una espada de bronce celestial. Percy se quedó rígido. Era Anaklusmos.
Y aquella chica... No, era imposible
-Está bien equilibrada-dijo el hombre-. Aunque normalmente prefiero usar mis manos desnudas. ¿Cómo llamaré a esta espada?
-Anaklusmos-respondió la chica con tristeza-. La corriente que te toma por sorpresa. Y que antes de darte cuenta, te ha arrastrado a mar abierto.
Antes de que pudiera volver a hablar, se oyó un rumor entre la hierba, un silbido semejante al aire escapando de un neumático, y la chica exclamo:
-¡Demasiado tarde! ¡Ya está aquí!
Justo antes de despertar, Percy lo vio todo. El monstruo no era otro que el gran Ladón, con sus cien cabezas, y el hombre, con la inconfundible piel del león de Nemea, no podía ser otro más que Heracles. Cuando derroto al dragón, Heracles abandono el Jardín de las Hespérides sin si quiera voltear a ver a la mujer, llevándose consigo la espada y una manzana dorada.
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Percy Jackson: El Hijo del Hestia.
FanfictionUn semidiós que nunca debió nacer..., Una profecía de muerte y destrucción..., Un mundo de dioses y monstruos..., Una oscura sombra de tiempos antiguos. Perseo, el hijo de Hestia, la Diosa del Hogar, con un solo grupo de leales y todo en contra, est...