Una amiga dice adiós...

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Eale, eale, como dije, ando inspirado, en racha. Seguramente mañana suba cap de nuevo.

Espero les guste.

Comenten y voten.

-X-

La chatarra se extendía casi hasta la línea del horizonte: vehículos, electrodomésticos, incluso restos de un satélite espacial. Percy parpadeo con incredulidad ante eso.

Saltaron la cerca con facilidad, y cuando cayeron al otro lado, sus pisadas produjeron un eco espectral.

-No toquen nada-advirtió Zoe. Caminaba despacio, midiendo cada uno de sus pasos, como si estuviese en un campo minado.

-¿Sabes que es este lugar?-pregunto Percy.

-Tengo una idea-respondió ella, sin quitar los ojos de la chatarra.

Hacía un calor insoportable. Y tras solo avanzar cien metros, ya sudaban copiosamente.

Unos faros brillantes los deslumbraron a todos, y con cierto asombro, contemplaron como una limusina blanca surgía de la nada. Un caballero alto y fuerte descendió del asiento del conductor, y Percy lo reconoció al instante.

-Lord Ares-dijo Percy respetuosamente.

Ares hizo un gesto y las armas de todos cayeron el suelo.

-Tranquilos, mestizos. Hoy no he venido a pelear. No acostumbro a ejercer la violencia frente a una dama. Ustedes dos-señalo a Percy y Luke-, vengan conmigo. Ella quiere hablarles.

-¿Afrodita está aquí?-Percy frunció el ceño. Sin duda, la Diosa del Amor era la única a la que Ares podría referirse.

Ares examino a Thalía con leve interés, y paso la vista sobre Zoe y Phoebe, con indiferencia.

-Sí, sí.

-¿Y qué quiere Afrodita aquí?-inquirió Thalía-. ¿Por qué no puede decirnos lo que tenga que decir a todos?

Ares alzo una ceja.

-Ella no querrá hablar contigo. Y menos, con esas-señalo despectivamente a las cazadoras-. Es mejor que nos den algo de espacio. Luke y Percy solo tardaran unos minutos.

-Estaremos bien-les aseguro Percy-. Vayan.

Zoe asintió escuetamente y se fue con Phoebe. Thalía las siguió en silencio.

-Suban, pringados. Y cuiden sus modales. No es muy indulgente.

Tan pronto entraron, un chillo los recibió:

-¡Chicos!

Afrodita se lanzó sobre ellos y los estrecho entre sus brazos, como si nada la hiciera más feliz que verlos.

Percy ya había visto a la Diosa del Amor en dos ocasiones, pero aun así le quito el aliento. Llevaba un vestido rojo de raso y el pelo rizado en una cascada de tirabuzones. Su cara era la más bella de todas: un maquillaje perfecto, unos ojos deslumbrantes, una sonrisa capaz de iluminar el lado oscuro de la luna.

Ahora que lo pensaba, estaba diferente. Cuando sonrió, su parecido con Luke fue palpable, y su cabello castaño se tornó rubio al instante. Incluso sus ojos se transformaron, y el oro dio paso al zafiro. Pero Percy estaba seguro de que así no era su aspecto dos años atrás.

-¡Que lindos!-exclamo la diosa, al ver sus reacciones-. Ah, Luke, se un caballero y sostenme esto.

Le entrego un gigantesco espejo para retocarse su maquillaje, que era perfecto.

-Estoy tan feliz de haberlos encontrado-dijo ella, empolvándose las mejillas con rubor. Con un gesto de su mano, el espejo desapareció-. La guerra se aproxima. La sangre correrá como un río. Y solo queda algo por hacer.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora