Una Misión.

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Durante los siguientes días Percy se acostumbró a cierta normalidad en el Campamento Mestizo, recibiendo lecciones de sátiros, semidioses, ninfas y un centauro, todos los cuales deseaban probarlo tanto como él a ellos.

Cada mañana tomaba lecciones de griego antiguo con los hijos de Atenea, principalmente con Malcolm. Según él y Quirón, en realidad era Annabeth Chase, la Consejera de Atenea, quien debía impartirle sus clases, pero la chica se había negado sin dar razón. Aun así, Percy había atrapado a Annabeth espiándolo mientras sus hermanos probaban sus habilidades con el griego antiguo, pero tan pronto la chica notaba que había sido descubierta daba media vuelta y se iba. Percy tenía curiosidad por saber que le pasaba, porque honestamente solo habían intercambiado media docena de palabras. De todos modos, los de Atenea lo hicieron leer la Odisea y la Ilíada, aunque Percy les aseguro que estaba familiarizado con ambas obras.

Quirón lo llevo a los campos de arquería, y personalmente dirigió la lección con algunos de Apolo. Logro acertar todos los blancos que Quirón dispuso para él, pero no se sentía cómodo con el arco y nunca sería su arma predilecta. Ciertamente no tenía el nivel de Lee, Michael y los demás hijos de Apolo, que disparaban hasta seis flechas por segundo y conseguían que todas diesen en el blanco.

En carreras no le fue también. Era bastante rápido (tenía que serlo, porque a veces Cerbero se emocionaba demasiado y correr era la única forma de evitar ser aplastado), pero aun así la ninfa instructora lo dejo comer polvo. Por supuesto que habían tenido experiencia luego de siglos de escapar de dioses enfermos de amor (Percy pensó en algunos de ellos: Zeus, Dionisio, Ares y Apolo), pero aun así le aseguraron que él era uno de los más veloces, junto a los de Hermes y, curiosamente, los de Afrodita.

¿Lucha? Bueno, eso ya era otra historia. Ese era su elemento. En cuanto subió a la colchoneta, derrotaba a Clarisse, aunque no sin cierto esfuerzo. Por supuesto, aquello solo hacía que la chica quisiera revancha tras revancha. Los campistas, en especial los de Ares, parecían fascinados por los combates entre ambos.

-¡Otra vez, Prissy!-gritaba cada vez que lograba inmovilizarla.

Y en canoa tampoco le fue del todo mal, aunque lo que Percy estaba esperando eran sus lecciones de esgrima, dictadas por Luke. Según había oído de Silene Beauregard, Luke era el mejor espadachín de los últimos trescientos años. Y deseaba comprobarlo por si mismo.

Luke había sido lo suficientemente amable para invitarlo a comer en su mesa, si lo deseaba, y así no estaría solo. Pero le advirtió que iban a estar muy apretujados. A Percy no le importó, conmovido por el gesto, y se acostumbró a comer con los escandalosos hijos de Hermes. Después de Luke, los gemelos Connor y Travis eran sus favoritos, sin duda. Eran realmente buenos, y Travis en particular no se cansaba de contarle historias sobre su pasatiempo favorito: molestar a cierta hija de Deméter. Lou Ellen, una inquietante hija de Hécate, y Chris Rodríguez, un indeterminado, tampoco le caían mal.

Pero finalmente llego lo que Percy esperaba: las lecciones de esgrima. Toda la Cabaña Once se había reunido en el coliseo, donde Luke los instruía, y este había extendido la invitación a Percy para unírseles.

-Supongo que, luego de tu lucha con Clarisse, los principios básicos los conoces, ¿eh, niño bonito?-pregunto Luke, luego de ordenar a sus hermanos en grupos.

Percy asintió rápidamente.

-Oh, sí. Tuve muy buenos maestros.

Luke dudo y se mordió el labio, pero hizo su pregunta.

-¿Cuáles maestros?.

-Aquiles, Perseo, Atalanta, Teseo. Esa gente.

De pronto, Luke ya no parecía tan seguro. O esa fue la impresión que le dio a Percy, porque inmediatamente puso su sonrisa traviesa y anuncio que habría duelos en pareja. Luke anuncio que sería su pareja.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora