!Ey, buenas, buenas! Estoy de regreso.
Es un capitulo, lo se, y no precisamente mi mejor trabajo, pero tampoco quería dejarlos esperando a que Apolo y las Musas me prestasen mas inspiración. De cualquier forma, prometo seguir escribiendo, y les aviso que estoy editando El Retorno del Rey para subirlo en esta cuenta también.
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Percy camino con tranquilidad por aquel bosque de Connecticut. De un lado se veía una autopista que cruzaba un barranco y, por el otro, el patio trasero de una finca enorme, aunque parecía más un terreno salvaje que un prado. La casa, blanca y de estilo colonial, era de dos pisos. Aunque tuviera la autopista al otro lado de la colina, daba la sensación de estar plantada en medio de la nada. Se veía luz en la ventana de la cocina. Bajo un manzano había un columpio viejo y oxidado.
Pese a ello, había un aire de familiaridad y de hogar innegable alrededor de ella. Se preguntó qué habría pasado entre Luke y su madre, y porque su novio había tenido que huir de allí.
Decidió que ya le preguntaría después, o aún mejor, esperaría que Luke se lo contase. Entretanto, él haría lo que había venido a hacer.
La madre de Luke era una señora interesante. Eso Percy lo decidió incluso antes de llegar a la puerta. En el sendero lateral había una hilera de animalitos de peluche que venden en las tiendas de regalos. Leones, cerditos, dragones e hidras en miniatura, e incluso un minotauro diminuto en pañales. A juzgar por su penoso estado, aquellos muñecos llevaban allí fuera mucho tiempo: al menos desde el deshielo de la última primavera. Entre los cuellos de una hidra había empezado a brotar un arbusto.
El porche estaba plagado de móviles de campanillas, y sus pedacitos relucientes de vidrio y metal tintineaban al viento. Las cintas de latón producían un murmullo como de gotas de agua. Era un sonido relajante y estresante en partes iguales.
Pero lo más interesante de la propiedad no eran los peluches, ni los móviles, si no las runas en el aire. Percy no era un experto en la magia, ni en encantamientos de protección, pero podía reconocerlos en cuanto los veía. Un mortal, incluso un semidiós cualquiera, no los vería, pero allí, como halos de luz traslucidos en el aire, flotaban símbolos y letras griegas doradas, formando una especie de domo alrededor de la propiedad.
Aquello tuvo que hacerlo un dios, y no cualquiera, un Olímpico. Supuso que había sido Hermes, y no dejo se asombrarle, puesto que aquellos glifos y hechizos no eran sencillos, ni mucho menos. Luke y la señora Castellan debían de importante de verdad.
La puerta de la casa era turquesa. En la parte superior se leía «Castellan», rodeado de marcas de pintura en forma de manos, tan pequeñas que Percy supuso que eran de un pequeño Luke.
En cuanto Percy toco, la puerta se abrió de par en par.
-¡Luke!-exclamó alegremente la anciana.
Tenía el aspecto de una persona aficionada a meter los dedos en los enchufes. Su pelo blanco parecía salir disparado en todas direcciones. Llevaba un vestido manchado de harina y ceniza. Al sonreír, el cutis se le ponía tirante, y la luz de alto voltaje que brillaba en sus ojos la hacía parecer ciega.
-¡Ay, mi querido muchacho!-dijo la señora Castellan, abrazando a Percy. Este, a su vez, estaba intentando comprender porque le confundía con Luke-: ¡Luke!.
Olía a galletas carbonizadas. Era tan flaca como un espantapájaros, pero eso no le impidió estrujar a Percy.
-¡Vamos, entra!-insistió-. ¡Tengo preparado tu almuerzo!.
-¡Mamá! Te he dicho que no abras la puerta. ¿Quién es? ¿Que...?.
Luke venia bajando las escaleras, pero al ver a Percy se quedó estático. Estaba más alto y musculoso que antes, y se había dejado crecer el cabello color arena. Vestía una camiseta morada sin mangas de Los Ángeles Lakers, su equipo favorito, unos pantalones cortos, sandalias y su collar de cuero con las cinco cuentas de arcilla. Una cicatriz blanca le recorría el rostro desde el ojo hasta la línea de la mandíbula, un viejo recuerdo de su pelea contra León a principios de año.
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Percy Jackson: El Hijo del Hestia.
FanfictionUn semidiós que nunca debió nacer..., Una profecía de muerte y destrucción..., Un mundo de dioses y monstruos..., Una oscura sombra de tiempos antiguos. Perseo, el hijo de Hestia, la Diosa del Hogar, con un solo grupo de leales y todo en contra, est...