Luke Castellan estaba confuso.
Ahora, aquello no era algo del todo infrecuente, pero tampoco era del todo común. Si, puede que no tuviese la inteligencia de Annabeth, o su cerebro, que podía entender situaciones con solo un parpadeo, pero no era bruto. Y aun así, por más que lo intentaba, no encontraba explicación alguna para lo que había sucedido en el Olimpo unas horas antes.
Luke era un campistas veterano, había estado en el Campamento Mestizo más que la mayoría y era Consejero de la Cabaña de Hermes, por lo que cuando Quirón le pidió ir al Olimpo junto a varios de sus compañeros, no estaba sorprendido. Ver a su padre y la Ciudad Eterna... Bueno, aquello había sido otro nivel, que dudaba pudiese superar en un futuro cercano. Y ahí fue cuando las cosas comenzaron a ponerse mal. Mientras los dioses tenían lo que, según Quirón, eran peleas típicas, se habían tomado un breve descanso y cuando estaban por regresar al Salón del Trono, Lady Deméter les había prohibido el paso, mientras desde adentro los gritos y maldiciones de Zeus en griego antiguo sacudían la estancia.
No había entendido lo que pasaba, ni sus compañeros. Lady Deméter había apartado a Quirón y le había explicado la situación en breves y frenéticos susurros, lo que había hecho que el rostro del centauro se ensombreciera. Luke aún tenía escalofríos al pensar en el rostro de su maestro, porque siempre que Quirón adoptaba aquella mirada era malo.
Mientras el cielo se teñía de gris y mil truenos amenazaban con partir el Olimpo a la mitad, Quirón los había guiado a la salida, sin explicarles por qué abandonaban el Olimpo, pese a que el solsticio ni siquiera había acabado. Justo antes de que las puertas del elevador se cerrasen, Luke vio a su padre y a varios de sus hermanos armándose hasta los dientes, como si se dispusiesen a presentar batalla.
Clarisse LaRue, la Consejera de Ares, había exigido respuestas pero no obtuvo ningún tipo de satisfacción. Quirón solo los urgió a permanecer callados y a no comentar nada con los demás campistas. Extrañamente Annabeth no había dicho mucho, pese a su curiosidad sin medida, y se había quedado en el fondo del camión mientras regresaban a Long Island. Luke no le dio mayor importancia, porque estaba demasiado concentrado intentando descifrar que había molestado a Zeus de tal forma.
El señor D tampoco estaba en el Campamento Mestizo cuando llegaron, ni se presentó en las horas siguientes. Fuera del campo de fuerza que los protegía y más allá de los límites del Árbol de Thalía parecía que la naturaleza había entrado en guerra consigo misma: las olas chocaban con fuerza contra la arena y los rayos apuñalaban la superficie marina.
Luke hizo su mayor esfuerzo calmando a sus hermanos y a los otros chicos a su cargo, con resultados bastante positivos. A petición de Quirón, Clarisse y él se permitieron continuar con todas las actividades con la mayor normalidad: las lecciones de esgrima y arquería, las clases de griego antiguo y las carreras con las ninfas del bosque. Si alguien pregunto porque habían llegado mucho antes del Olimpo, Luke no estaba enterado.
Cuando llego la hora de la cena, organizo a su Cabaña de acuerdo a la antigüedad y los llevo hasta el pabellón, como era ya costumbre. Pasaron junto a la hoguera, que por alguna extraña razón refulgía con fuerza y en todos dorados y rojizos, solo para reducirse a una pequeña flama pálida y gris, casi sin vida. También ignoro aquello, aunque solo hacía que sus preguntas fuesen haciéndose más numerosas.
Al llegar, ya los de Afrodita y Hefestos estaban en sus respectivos lugares, y los de Deméter entraban desde el lado opuesto, con Katie Garden al frente de todos ellos. Quirón ocupaba un lugar en la mesa de Dionisio, aunque el dios estaba ausente, con media docena de sátiros, Argus y los gemelos Pólux y Castor.
Luke se sentó con sus hermanos, apretujándose entre ellos. A diferencia de las mesas de Zeus, Poseidón, Hera y Artemisa, que permanecían vacías toda la temporada, la mesa de Hermes estaba llena en exceso.
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Percy Jackson: El Hijo del Hestia.
FanficUn semidiós que nunca debió nacer..., Una profecía de muerte y destrucción..., Un mundo de dioses y monstruos..., Una oscura sombra de tiempos antiguos. Perseo, el hijo de Hestia, la Diosa del Hogar, con un solo grupo de leales y todo en contra, est...