La complicada vida de un semidios.

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Muy bien, gente, aquí empieza a tomar forma todo. Siéntense, tomen agüita, refresco, o coman algo, y disfruten. 

-X-

Percy reconoció el lugar al instante, aunque nunca había estado allí. Era una gigantesca mansión de mármol blanco, rosa y azul claro, con columnas y cortinas de terciopelo. Había cientos de cuadros y estatuas, y entre cada uno de ellas, ardías braseros de oro. El lugar estaba lleno de plantas y árboles frutales, que crecían adentro sin ninguna dificultad.

En una amplia sala, había cojines y butacas, rodeando un pozo lleno de un fuego dorado. Un grulla de con el pico de oro macizo bebía del fuego, como si fuese agua.

-Bienvenido a mi palacio, hijo.

Hestia apareció junto a la grulla, como una niña de nueve años. Aquel día llevaba un vestido azul celeste, y acariciaba las plumas del animal con delicadeza.

-¡Mamá! Beckendorf...

Hestia alzo una mano para callarlo.

-Está vivo. Y bien. Igual que los otros semidioses que decidiste salvar del barco.

La diosa le sonrió tiernamente, y Percy, aliviado, se sonrojo.

-No podía dejarlos-murmuro.

-Lo sé. Y fue una gran acción la que hiciste por ello, e incluso les salió bien a ustedes. Quiero decir, las ninfas del mar que enviaste a rescatar a esos semidioses aún estaban cerca cuando el crucero exploto, y te sacaron a ti y a tu amigo de las olas. Convencieron a un cachalote que iba pasando de llevarlos a todos al Campamento Mestizo, y ahora, van en el lomo de un gran mamífero, en medio del Atlántico.

-Oh, recuérdame que les dé un gran regalo a esas ninfas-dijo Percy, desplomándose aliviado en uno de los sillones. Entonces se le ocurrió algo más-. Si se supone que estoy allí, ¿cómo es que...?

Hestia lo miro, poco impresionada.

-Oh, claro-Percy soltó una risita-. Estas en mis sueños.

-El ejército de Kronos sufrió un buen golpe-dijo Hestia, recostándose en otro sillón-. Pero, no Kronos. No explota bien, por desgracia.

Percy asintió. Tampoco esperaba causarle algún daño al titán.

-Y si conozco a mi padre, este fracaso lo impulsara a comenzar el asalto al Olimpo pronto. Es necesario que guíes a los campistas en defensa de la ciudad, Percy, o todo estará perdido.

-¿Cómo va la batalla contra Tifón?-pregunto Percy, para tratar de no pensar en lo inminente de su destino.

-Muy mal. Tifón ha destrozado Portland y Boise. En unas pocas horas, llegara a Wyoming. Logre influir en los mortales para ordenar la evacuación de todas las ciudades y pueblos, pero es probable que no sirva de mucho.

-No lo están logrando frenar.

-¿Y cómo podrían, Percy?-pregunto su madre retóricamente-. Una tercera parte de nuestra fuerza no está presente en el campo de batalla.

Se quedaron en silencio después de ello. Percy observo por las ventanas del templo el Olimpo, que incluso en un sueño, se veía oscuro y sombrío, en silencio, vacío, como un presagio de la guerra que se les venía encima.

-Perseo-dijo Hestia, con aquel tono solemne que tantos escalofríos causaba en quienes la escuchaban-, el momento ha llegado.

La Gran Profecía.

-Sospecho que viste lo buen guerrero que es mi padre.

Percy asintió. Kronos, con su guadaña, era fácilmente uno de los enemigos más formidables que había encontrado.

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora