Una vida en paz... O no.

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Damas, caballeros, mounstruos, semidioses y unicornios... Este si es, el ultimo capítulo

Espero lo disfruten.

-X-

Al día siguiente, temprano por la mañana, estaban de regreso en el Campamento Mestizo.

Alinearon los cuerpos en el anfiteatro, cubiertos por mortajas y sudarios de seda de muchos colores distintos. Nico y Bianca dirigían los ritos fúnebres en persona: limpiaron los cuerpos, los untaron con néctar y ambrosía, colocaron dracmas de oro en sus ojos para el barquero, los envolvieron en vendajes y los cubrieron con las mortajas.

Percy los conto, al fin, tras una larga negativa. En total, noventa y nueve semidioses habían muerto, entre aliados y enemigos, porque también quemaron los cuerpos de sus enemigos. Eran semidioses, al fin y al cabo. Y de esas noventa y nueve muertes, cuarenta y tres correspondían al Campamento Mestizo.

Quirón se paseaba en su silla de ruedas, dando una última despedida a sus campistas. Parecía profundamente deprimido, pero mostraba gran valor cuando dio unas palabras de despedida.

Uno a uno, los consejeros lo imitaron. Luke hizo gala de su habitual labia y oratoria, y dio un gran discurso, que redujo a todos a lágrimas. Silena y Miranda no pudieron terminar el suyo y estallaron en sollozos. Beckendorf y Malcolm fueron breves y concisos, negando a ver los cuerpos de sus hermanos en todo momento. Clarisse, sorprendentemente, dejo sus defensas y no escatimo en elogios y palabras de valor para todos los caídos. Will parecía perdido, apenas un chiquillo que tuvo que asumir un gran papel en plena guerra, y solo cuando Percy se ofrecía a ayudarlo, pudo decir algunas palabras.

Los dioses llegaron después mientras Zoe rememoraba algunos momentos con sus hermanas caídas. El rey Zeus y la reina Hera alabaron el honor de los caídos, Apolo recito una bella poesía sobre sus hijos, y Hades aseguro que sus almas ya habían llegado a los Elíseos, y les mandaban saludos.

Pero ninguno se acercó a sus hijos. Daba la impresión de que no sabían cómo actuar.

Todos, excepto Artemisa.

-Ellas me sirvieron bien, Percy-explico la diosa, conteniendo un sollozo-. Y murieron a mi servicio. Seria ingrato no mostrarles mi aprecio.

La diosa había perdido a dieciséis de sus veintiocho cazadoras. Y se acercó a cada una, les beso sus pálidas frentes, y prendió sus piras funerarias en persona.

La Cabaña de Deméter insistió en que fuese Percy quien prendiese fuego a la pira de Katie.

-Ella te consideraba su mejor amigo-le dijo Miranda-. Y estoy seguro de que habría estado de acuerdo.

Profundamente conmovido, Percy asintió. Miro el cuerpo de Katie, cubierto por una mortaja verde, con una espiga de trigo dorada, y apunto dos dedos en su dirección. Al instante, la pira estaba encendida.

-Hasta luego, vieja amiga-dijo Percy. Una lagrima resbalo por su cara.

Deméter se acercó, como dudando.

-Una pena, Percy-dijo ella, como si eso fuese un excelente pésame-. Ellos...

-Mi señora-interrumpió Percy, quizá con mucha dureza-. Yo aprecio que este aquí, incluso si es una obligación, pero por favor... Cállese. No haga de esto un espectáculo, no finja que le importa.

La diosa protesto, indignada.

-Claro que...

-Claro que no-replico Percy-. Si le importarse, no se habría quedado escondida en el Inframundo, mientras sus hijos morían. Ocho de sus quince hijos murieron... ¿Sabe sus nombres? ¿Sus edades, si quiera?

Percy Jackson: El Hijo del Hestia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora