Los primeros rayos de sol impactaron en el rostro de Lucía haciendo que esta se despertara, al hacerlo pudo sentir un gran peso sobre su estómago, se desarropó con cuidado y pudo apreciar que uno de los brazos de Maciel estaba sobre ella, la pecosa con sumo cuidado levanto el brazo para quitárselo de encima y alejarse de él. Se encontraba casi en el borde de la cama con la mirada fija en el cielo que se veía a través de las cristaleras, el cielo estaba azul y el sol iluminaba las gotas que se encontraban en el cristal reflejando en ellos en arcoíris, Lucía se encontraba tan absorta que no se había dado cuenta de que Maciel se había despertado, al oír su voz su cuerpo pego un salto.
— Que temprano Caperucita— dijo este con la voz ronca.
—Me gustaría salir de aquí— dijo ignorando lo que había dicho.
— ¿Ahora tienes prisa?, anoche me pareció todo lo contrario cuando te arrimaste a mi mientras dormías— al decir eso Lucía corrió las sábanas para salir de allí.
— Quiero salir, ¿Me abres la puerta? — dijo con exigencia mientras se aproximaba a la puerta de madera, Maciel sin decir nada se levantó de la cama mostrando su cuerpo, se acercó a Lucía y está por la proximidad de ambos retrocedió agachando la mirada.
— Hay cosas en el baño de abajo para que te asees, yo saldré y no volveré hasta por la tarde— dijo antes de cerrar la puerta.
Lucía bajo hacía el baño encontrándose todo tipo de cosas para ella, el baño había sido equipado con todo tipo de cosas que la pudieran hacer falta, lo que la hizo preguntarse si no lo tendría planeado desde hace tiempo, tenía la sospecha de que había preparado todo esto con la intención de traer a una chica a su casa, pero ¿por qué ella? Se dio una ducha y después se lavó los dientes y se cepillo el pelo, cuando salió Kaiser la dio los buenos días restregándose contra sus pies mientras meneaba la cola, avanzó por el pasillo hasta que se encontró a Maciel en la cocina preparándose algo rápido, se encontraba vestido todo de negro con unas gafas de alambre dorado y unas cadenas de oro envolviendo su cuello.
— Que arreglado vas para salir a matar gente sin piedad— dijo la pecosa sin rodeos.
— ¿Quién ha dicho eso? — dijo frunciendo el ceño con un aire divertido en el rostro.
— Se supone que es lo que hacéis— dijo Lucía obviado lo evidente.
— Hacemos más cosas a parte de matar Caperucita— dijo mostrando una sonrisa- Rafael vendrá a vigilarte mientras que yo no estoy, espero que no intentes nada, él no tiene el mismo temple que yo.
— Tranquilo, me encargare de irritarlo tanto que cuando llegues te encuentres con una sangría en el salón con mi sangre— dijo Lucía con una sonrisa sarcástica.
— Ya, no te lo aconsejo— dijo dejando el plato y el vaso en el fregadero— Bueno me voy, en cinco minutos llegará Rafael- no la dio tiempo a decir nada, pues no se demoró ni un segundo en salir de la casa.
Lucía se encontraba sola en aquel salón por lo que decidió acercarse a la cocina para comer algo, no tenía mucho apetito, pero tenía que coger fuerzas, en cinco minutos venía ese engendro a cuidar de ella y tenía que estar bien para poder plantarle cara o sacarle de quicio. Cuando termino dejo el plato en el fregadero y se dispuso a tirarse en el sofá de cuero, al hacerlo Kaiser se acomodó a su lado, pero este no duro ni un minuto a su lado, la puerta de la entrada sonó y Kaiser se puso en alerta soltando algún que otro gruñido hacía esa dirección, Lucía decidió incorporarse para ver si se trataba de Rafael y efectivamente, una máscara de lobo blanco asomo por la puerta, al cerrarla caminó en dirección hacia la cocina, la pecosa extrañada se levantó y tomo la misma dirección que él, este se encontraba asaltando la nevera como un animal. Kaiser llamo su atención emitiendo un ladrido, este rápidamente se dio la vuelta encontrándose con la pecosa acompañada de Kaiser.

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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...