Ya habían pasado varios días, Aramis y su club se repartieron entre las casas de los Canes para instalarse, ya que el plan para salvar a Elena de entre las sucias manos de Tomas no era tan sencillo. Lucía estaba muy nerviosa por que tan solo faltaban tres días para acudir a esa fiesta en el local de ese indeseable, pero no estaba nerviosa solo por eso, sino porque todos esos días Tomas la había estado mandando flores con notas, las cuales expresaban las ganas y lo excitado que estaba por volver a ver a la pecosa. Lucía ante esta acción lo único que podía hacer era quemar esas dichosas flores junto con todas las cartas que le mandaba.
— Venga levántate ya, nos tenemos que tardar en irnos— dijo Maciel moviendo delicadamente a la pecosa para que se despertara.
— Ya voy— contesto la pecosa con una voz áspera y los ojos ligeramente abiertos.
Se levanto como bien pudo. Los últimos días desde que llegó Aramis con su club quedaban todas las mañanas, ellos junto con los Canes para planear como conseguirían rescatar a Elena. Por otro lado, colaboraban para vigilar los movimientos de los canes por miedo a que hubiera más gente infiltrada entre ellos. Controlaban las inmediaciones del bosque y salidas hacia la ciudad.
Lucía bajó las escaleras ya vestida y se dirijo a la cocina donde vio a un Maciel muy concentrado haciendo café y un poco de chocolate caliente ya que a Lucía no la gustaba el café.
— No entiendo por qué no puedo ir con vosotros— replico la pecosa mientras se sentaba en la isla esperando por su chocolate.
— Ya te lo he dicho muchas veces— soltó un suspiro- no puedes venir con nosotros, necesito que te quedes con Rafael, sois los más cercanos a Elena y no os conviene.
— Pues yo creo que sí, Rafael es su novio y aun así le contáis lo que habláis, ¿por qué yo no? — quiso saber, por un lado, la resulto muy raro referirse al can como el novio de su amiga, la resultaba algo raro decirlo en voz alta, aunque eso fuera lo que era.
— Rafael necesita saber lo que hablamos y estar al tanto del plan, tú en cambio...—no pudo terminar de decirlo ya que Lucía le interrumpió.
—Yo en cambio soy el objetivo principal, soy un capricho para él y tengo derecho a saber estas cosas, se trata de mi mejor amiga y de mi— dijo con un ligero tono de molestia.
— Pues por esa misma razón necesitas estar fuera de esto, en su momento sabrás lo que tienes que hacer, pero de momento necesito que te quedes al margen— se terminó el café algo crispado por la disputa que estaban teniendo, pero en cierto modo tenía razón.
Cuando terminaron se fueron hacia la casa de Rafael, allí los recibieron Aramis y René. El Can accedió a que se quedaran con él, así le podrían vigilar de que no hiciera ninguna tontería.
— Hola encanto— dijo René cuando vio entrar a la pecosa.
— Que pesado, ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así? — saltó Lucía frunciendo el ceño molesta por el mote cariñoso que la había puesto.
En un principio tanto Aramis y René se habrían instalado en la casa de Maciel, pero debido a la fijación que tenía René con la pecosa decidieron quedarse con Rafael y así podrían controlarle. Lucía se sentía un poco incomoda con su presencia, como la hablaba, como la miraba. Maciel ya le había dejado claro que era suya, pero eso no había servido de nada, incluso Aramis ya estaba cansado de decírselo.
— Lo siento encanto, pero no lo puedo evitar— respondió recorriendo con su mirada a las pecosa de arriba abaja mientras humedecía sus labios.
— Joder René, ¿ya estas otra vez? — dijo apareciendo Aramis- Menos mal que Maciel tiene demasiada paciencia contigo, si no ya te habría dado una paliza por hablar así a su chica— se acercó a Maciel dándole una palmada en la espalda esbozando una sonrisa.

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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...