Lucía estaba muy nerviosa, las fuertes manos de Maciel la agarraron empujándola hacía el interior de aquella casa donde tenían al amigo de su padre. Al entrar se encontró con Oskar el cual todavía no se había percatado de su presencia, este se encontraba con la cabeza agachada fija en el suelo, intentado llenar sus pulmones de aire ya que le resultaba complicado por la sangre que procedía de su boca y nariz. Maciel agarro del brazo a Lucía posicionándola delante de Oskar, este al verla sus ojos se abrieron de par en par y las pocas fuerzas que le quedaban las utilizo para intentar acercarse a la pecosa para comprobar que estuviera bien, este la recorrió de arriba a abajo buscando algún daño en ella o algún signo de violencia, pero al no encontrar ninguno puedo quedarse mas tranquilo, pero esa tranquilidad no duro mucho ya que esos desgraciados tenían en su posesión a la hija de su amigo.
- ¡Desgraciados, esto os saldrá caro!- bramo Oskar casi soltando espumarajos mezclados con sangre de la rabia.
- Vaya si todavía tiene fuerzas para seguir maldiciendo- dijo Silvestre acercándose a Oskar- No te preocupes por ella, esta en buenas manos, ¿verdad hijo?- hecho la mirada hacia Maciel quien seguía sujetando a la pecosa.
- Por supuesto- respondió con una sonrisa.
- Oskar lo siento es culpa mía- dijo Lucía con temor.
- Tranquila cariño, los únicos que tienen la culpa son estos monstruos- dijo Oskar mirando a los que se encontraban en la sala con desprecio y asco.
- ¿Enserio, esa es la sarta de mentiras que la habéis contado?- dijo Silvestre con rabia- Aquí los monstruos sois vosotros, asi que, dime quien es vuestro líder.
- Tenéis en frente a su hija- al decir eso Lucía no podía comprender de lo que estaban hablando y que relación tenía su padre con todo eso.
-¿Que?- dijo la pecosa- Eso no es cierto, mi padre no a hecho nada, es un buen hombre- dijo indignada.
- Lo siento Lucía, pero es la verdad- dijo apenado.
- Que sorpresa- soltó Silvestre- quien iba a decir que el capricho de mi hijo sería tan revelador.
- Ya tenéis lo que queríais, ahora soltarle- dijo Lucía revolviéndose en las manos de Maciel.
- No querida, me temo que eso no será posible, si le soltamos podrían descubrir nuestra posición y no queremos eso- se acerco a la pecosa alzando su mano para acariciar una de sus mejillas.
- ¿Qué haréis con el entonces?- Lucía tenia tal estado de nervios que todo su cuerpo estaba temblando.
- Eso no es de tu incumbencia- al decir eso hizo un gesto con su cabeza indicando a Maciel saliera de allí con la pecosa.
Cuando salieron Lucía ponía algo de resistencia intentando girarse para ver que era lo que hacían con Oskar, pero fue inútil ya que Maciel la superaba en fuerza y corpulencia. Al llegar a la casa de Maciel, este la soltó de un empujón para después cerrar la puerta con seguro, después la busco con la mirada. Lucía se había alejado lo mas que pudo de donde estaba el ya que temía que pudiera hacerla algo, esta se encontraba en la cocina rebuscando en los cajones de la cubertería en busca de algo afilado para defenderse.
- Eso no te servirá de nada, he escondido todo lo punzante para que no intentes hacer ninguna de tus estupideces- dijo Maciel mientras se aproximaba hacia la pecosa.
- ¡No te acerques!- gritó Lucía retrocediendo intentando poner algo de distancia entre ellos.
- Esta bien, no me acercare, pero mereces un castigo por lo que has hecho- levanto sus manos en signo de rendición.
- No volverás a tocarme- su voz estaba llena de rabia.
- Puedo hacerlo cuando me de la gana, pero tranquila, acabaras suplicándome tu misma- una sonrisa se dibujo en su cara.
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Petricor
RomanceCuando la lluvia cae sobre el espeso bosque, todo ser vivo se esconde para no dejar rastro y dejar que el enemigo se abra paso entre los árboles destruyendo y masacrando. Canes, así es como les llaman los habitantes del pueblo. No sienten pena ni a...